Hadren se enfría, se apaga, se consume como una vela cuando llega su final. Se libera de sufrimiento, renuncia a su existencia individual. En ese estado trascendente que podría ser el propio Nirvana del artista nace Soul Blackout. No tan lejos de ser un rezo budista, el álbum se presenta como música experimental y un grito de autoexpresión.
El noise, glitch, ambiente o IDM te acompañan en una experiencia sonora que juega con la propia mente humana y su subconsciente. Hadren nos habla de un álter ego que le atemoriza, que le reta, que le niega. Sus emociones, a flor de piel, expresan miedo y deseo. Cada una de las canciones viaja por las pesadillas de su propio mundo, donde aparecen la sexualidad, los traumas, el éxtasis y la libertad.

Casi como un ingeniero, Hadren saca su faceta de diseñador de sonido en este nuevo álbum. Experimenta con los ritmos, con las sensaciones, con la temática y con la sensibilidad, tanto la suya propia como la del oyente. Beat Me, White Wet Noise, Something In My Tears o Mental Shit son títulos perfectos para entender de lo que hablo.