Botó de Cotó habla un lenguaje moderno y vive en un mundo globalizado, pero su esencia se remonta a mediados de los años noventa. “Nuestra madre está cosiendo en un coqueto taller que había acondicionado en el antiguo pajar de la casa familiar”, explican Adela y Artur Tudela, hermanos y fundadores de la marca, cuando rememoran la tarde que marcó el inicio del que sería su proyecto más ambicioso hasta la fecha. Arraigada a las raíces de la comarca en la que nació, la firma capitaneada por la matriarca de la familia, Pepa Conde, no ha dejado de construir sobre valores como la atemporalidad o el respeto por el medio ambiente, desvinculándose de tendencias pasajeras y booms efímeros. Una forma de entender el mundo (y la moda) que bebe del pasado adaptándose al presente, con una visión que pretende salvaguardar nuestro futuro.
Sus mochilas, pieza estrella de su trabajo hasta el momento, son una clara demostración de que la sostenibilidad y el aprovechamiento de tejidos abandonados a los que se les da una segunda vida no está reñida con el diseño. De su mochila Oslo, ahora disponible en crudo y negro, a su ya icónico modelo Barcelona, todas sus propuestas están hechas a mano con tejido impermeable, promoviendo la producción sin residuos y la fabricación local. Valores que ahora trasladan a Logo, su primera colección de moda. Un proyecto en el que llevan meses trabajando que acaba de ver la luz en una campaña fotografiada por Carlos Ojeda, en la que la danza, sello distintivo de la marca, vuelve a hacer acto de presencia de la mano de los modelos Eira Riera y Daniel Fernández.