Escondido entre las calles del Raval de Barcelona se encuentra Siesta. Un lugar mágico, en los límites de la realidad, moldeado por el esfuerzo, la pasión y creatividad de Mercedes Rodríguez. Una argentina que desembarcó, hace más de una década, en Barcelona para emprender un proyecto que cobra vida gracias a su amor por el arte. Siesta es un espacio íntimo y cercano, que a ritmo de jazz, se aleja de lo meramente material con el objetivo de entrelazar joyería contemporánea, pintura y escultura, siguiendo la intuición y emoción de Mercedes.
Alguien escribió una vez “¿Existe alguien capaz de resistir la tentación voyeurista de sumergirse en las profundidades del mundo del arte mientras de fondo suena alguna pieza de Miles Davis? Difícil” Yo lo sé. Mi galería resulta casi un respiro para muchas personas. Relax para los ojos, descanso para el cuerpo. En Siesta se exponen joyas, cuadros, esculturas y objetos diversos, cuidadosamente escogidos con el fin de seducir miradas.
Me resulta difícil ponerle nombre a todo. Estaba con a un amigo, con quien iniciamos el proyecto del espacio, y mientras barajábamos distintas posibilidades de nombres, sonaba “Siesta” un disco de Miles Davis que se hizo para una película. Pensamos que aún siendo una palabra en español, se entiende el significado en muchos idiomas y de alguna manera era una especie de pausa, siesta significa, para mí al menos, un poco eso.
Mi interés por estas disciplinas, y no solamente por la joyería, la tengo desde pequeña. Me gustaron siempre las ferreterías, los almacenes de maderas, el taller del herrero. Siempre me han llamado la atención muchos oficios y trato de ayudar a que estos perduren. Los objetos se van deshumanizando en general. Siempre recuerdo que hace muchos años me impactó una noticia que decía que en los Estados Unidos, a ciertos niños cuando les hacían dibujar en la escuela un pollo, dibujaban una de esas bandejas de plástico, de supermercado, cubierta con film y el precio. Así me gusta explicar los procesos de las piezas, para lo cual intento aprender las diferentes técnicas, al menos la teoría, de las distintas disciplinas. Es una satisfacción ver la atención que muchas personas ponen al saber de estos procesos. Creo que éste es mi trabajo, hacer de nexo entre el artista/artesano y el público.
Supongo que el hilo conductor que une los objetos escogidos son los que resultan de mi elección por gusto, sensación, percepción… No elijo las piezas para exhibir en Siesta porque crea que resultan vendibles, sino porque me gustan.
La mayoría me ha dado algo. Técnica, sensibilidad, o simplemente encontrar la maravillosa y sensible persona que hay detrás del objeto que ha realizado o materializado.
Muchos. En especial, admiro la obra de James Castle. Vivió al margen del mundo del arte. Su producción artística, concentrada en dibujos con hollín, construcciones de cartulinas coloreadas, adheridas con cuerdas, y libros realizados a mano no poseen título, ni fecha, ni indicación que revele cronología alguna, nunca concedió ninguna entrevista ni realizó comentario alguno sobre su obra. Me gusta decir que ciertas cosas “me mueven las pestañas”. Habitualmente, miro en internet obras de mucha gente. Frecuentemente, descubro creadores de los que me gusta su trabajo; hoy, por ejemplo, he disfrutado mucho con la obra de Enric Mestre, un ceramista Valenciano que admiro mucho. Ya había visto su obra, pero hoy la he redescubierto. Mañana seguramente, alguien me llamará la atención, logrando que pase un buen rato mirando su obra.
Creo que es un cóctel de ingredientes. Mi gusto por la arquitectura, el haberme dedicado al enmarcado desde hace más de 25 años, haber estudiado durante algunos años Bellas Artes, junto con las ganas de “jugar” con ideas o descubrir conceptos escondidos en las pequeñas pinturas que realizado, han sido los disparadores principales para crear esas mini escenas. El ser autodidacta, también me da esa ligereza de quien “no sabe”, pero lo hace.
La inspiración llega, por ejemplo, cuando leo un periódico, cuando veo la tele, una película, escucho una música que me emociona, veo algo que, simplemente, me dispara una idea y me pongo a observar a mis pequeños personajes. En otras ocasiones, el fondo que planteo con cualquier cosa que tengo a mano o pinto, me dispara una escena. También, cuando leo un libro, una frase me crea una imagen.
No soy comisaria, para eso se estudia. Yo soy pura intuición. A veces salen las cosas muy bien. Otras salen bien. Otras me equivoco.
Hace un tiempo que vengo imaginando una exposición de joyería contemporánea en una bodega. Y que el tema sea ese, el vino, los viñedos, las botellas… Tengo una bodega muy interesante en mente, pero de momento hasta aquí puedo llegar.
Eso habría que preguntárselo a la gente. Llevo mucho tiempo en esto, y puedo intuirlo… pero es solo eso. A mucha gente, me incluyo, le da cierto respeto una galería de arte, y deja para otro momento conocerlas. Siempre he intentado romper con esa costumbre y animar a esta gente, que pocas veces entra, a hacerlo. En ocasiones, acude gente que nunca ha oído hablar de la joyería contemporánea y entra para ver una cerámica que le ha llamado la atención, y terminan hablando conmigo de ésta otra disciplina.
En general, el reto es mantener abierto un espacio, un proyecto, que va en dirección contraria a las normas de comercio que tenemos hoy en día.
Soy Sagitario y tigre, muy cabezota.
A seguir mis convicciones. A tener a mi perra en la galería. Al café con leche de la mañana.
Yo no puedo dar consejos a casi nadie. Apenas me escucho a mí. Simplemente, llevo a cabo lo que creo firmemente que es correcto. Y sobre todo, sin ocasionar, directa o indirectamente, mal a nadie.
Abierto. Con una bonita exposición de algo desarrollado por gente creativa y sobre todo, buena gente.