El destino, el azar. Esos factores imposibles de predecir ni de controlar, que juegan con nosotros día a día. Roberto y Laura, los nombres detrás de Sebastian Melmoth, se han dejado guiar por ellos y han llegado hasta aquí. Esta tienda ubicada en la calle San Fernando, en Valencia, es mucho más que un lugar donde comprar piezas bonitas que recuerdan al imaginario de artistas como Rimbaud, Oscar Wilde o Poe; además de ser también una galería de arte, Sebastian Melmoth es el sitio idóneo para encontrar ese objeto especial y curioso que te fascinará cuando te encuentre. Porque, sí, te lo decimos ya: será el objeto el que te encuentre a ti.
¿En qué momento surge la idea, siendo uno biólogo y la otra psicóloga, de abrir una tienda tan especial y curiosa como Sebastian Melmoth?
Fue durante un viaje a Nueva York, en 2011, donde nos surgió la inspiración. Llevábamos varios años viajando a Japón y por Europa, comprando objetos para uso propio, cuando pensamos en situar esas mismas cosas en un contexto determinado. A finales de 2013 conseguimos el local de la calle San Fernando, y fue entonces cuando nos tiramos al vacío y decidimos empezar este proyecto.
Melmoth el Errabundo, novela de Charles Maturin, es uno de los referentes que da nombre a vuestra tienda. Vosotros, ¿consideráis que habéis llegado hasta donde estáis hoy de forma errante?
En realidad, nunca sabes dónde te va a situar la vida. El azar es muy importante… Un día tienes tu vida cómodamente encauzada y, al siguiente, todo ha saltado por las aires obligándote a empezar una nueva aventura. Cosas del destino…
Aparte de Oscar Wilde o Charles Maturin, el imaginario de Sebastian Melmoth también lleva algo de Poe, un poco de Burton… Escritores, artistas, directores cuyas obras son tenebrosas y bellas a partes iguales: como muchos de los objetos que podemos encontrar en vuestra tienda. ¿De dónde os viene esta predilección?
Nos encantan las personalidades oscuras y misteriosas, normalmente son las que más tienen que enseñarnos y las que más nos influencian e inspiran. Además de los artistas que mencionas, nos encantan Georg Trakl, Anna Ajmátova, Annemerie Schwarzenbach, Rimbaud… Personas atormentadas que sufrían y no se encontraban felices con la vida que estaban viviendo, aquella que les había correspondido. Por lo tanto, personas y artistas inconformistas.
¿Cómo es el cliente de Sebastian Melmoth? ¿Hay algún prototipo que más o menos se repita, o se caracteriza más bien por ser gente muy distinta?
El cliente tipo de la tienda es una persona cosmopolita, culta, con intereses y gustos parecidos a los nuestros. Suelen ser personas del norte de Europa, Estados Unidos… No hay un rango de edad ni un patrón que les describa, pero sí una inquietud común.
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La vuestra es una tienda donde encontramos artículos diferentes y originales, provenientes de diferentes países, como Portugal, Alemania o Japón, además de España. Contadnos un poco cómo es el proceso de búsqueda y selección de estos objetos tan característicos.
No nos gusta buscar las cosas, sino que nos gusta encontrarlas, o que aparezcan y nos encuentren a nosotros, es muy distinto. Creemos en el azar y en el lado romántico de la vida. Por ejemplo, si estamos en Tokio, sabemos que caminando encontraremos algo que nos encaje. Nunca buscamos en guías ni nada parecido, tiene que aparecer: y así será especial para nosotros.
Un factor común en muchos de los artículos que ofrecéis es que la gran mayoría tienen ‘alma’, o una historia detrás. Incluso las tazas esmaltadas, que a mí me han recordado a la casa de verano de mis abuelos. ¿Podéis decirnos cuáles han sido algunos de los objetos más especiales para vosotros? Contadnos un poco su historia.
Caminando por Lisboa encontramos una libreta encima de un café… Era una maravillosa libreta hecha con cosido japonés, con un montón de bocetos y dibujos en su interior. En la primera hoja estaba escrita una dirección, por lo que cogimos la libreta y fuimos a entregársela al dueño. Cuando llamamos a la puerta, nos abrió una encantadora pareja de arquitectos en su estudio. Ellos eran los propietarios de la libreta, y los que realizan esos maravillosos y cuidados objetos. Se llaman Namban.
Aparte de la actividad como tienda, Sebastian Melmoth también es una pequeña galería de arte: organizáis exposiciones periódicas en la primera planta del local. ¿De qué forma se complementan estas dos actividades entre sí?
Una no se entiende sin la otra. Muchas veces, la gente pasa por delante y no comprenden el concepto: no saben si es una galería, un atelier o una tienda, y eso es perfecto, ya que es entrando cuando te darás cuenta de dónde estás, y quedarás atrapado. Es entonces cuando invitamos a la gente a subir a la parte de arriba del local, donde se encuentra la galería. El arte y las oportunidades que brindamos a distintos artistas es algo básico para nosotros. No queremos que Sebastian Melmoth sea solo un lugar donde se realice una fría transacción económica: queremos que sea un lugar donde sucedan cosas y se encuentre gente distinta con intereses comunes.
Además de todo lo anterior, también formáis un grupo de música: Uke. En él, podemos leer en la web, Roberto toca la guitarra y canta con susurros, mientras que Laura toca el piano y canta al oído. ¿Se podría decir, con todo, que en cierto modo vivís de crear y de compartir?
Siempre hemos hecho música; quizás nos sentimos más músicos y artistas que cualquier otra cosa. Además, nos gusta mantenernos alejados de modas, prensa musical… Consideramos que el arte y la música son más importantes que salir en medios y toda esa vulgarización actual, por lo que hemos aprendido a hacer las cosas y entregarlas directamente al oyente, sin necesitar intermediarios. Quizás es lo que dices: que necesitamos crear y compartir con los demás constantemente. Nuestro próximo disco, El Tiempo de los Asesinos, saldrá en breve, en una cuidada edición en vinilo 7”, y solo se podrá conseguir contactando con nosotros o en nuestros conciertos.
Ahora que se acerca la época de los regalos por excelencia, contadnos un poco con qué artículos de Sebastian Melmoth podríamos sorprender a nuestros amigos. No queremos regalar (ni recibir) más calcetines.
Podréis encontrar un montón de cosas para regalar: desde platos de Artefacto y obras de Javier Jubera o Angela Dalinger, hasta objetos de papelería; plumas Kaweco, libretas de Namban o de Studio of Basics o jabones de Suecia y Portugal.
Además de los regalos, también se acerca la época de los deseos y de los nuevos proyectos. ¿Cuáles son los vuestros?
Nuestro máximo deseo es continuar como hasta ahora con Sebastian Melmoth, poder viajar cada año para encontrar nuevos objetos que ofrecer, descubrir nuevos artistas, sacar nuestro próximo disco y presentarlo en directo. También tenemos la idea, si el presupuesto nos lo permite, de empezar con una editorial de libros con artistas que nos encantan, de tiradas muy limitadas.
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