La creadora de Santapalma, Elisabet Colom, encontró su sitio en Mallorca: “Fue un cambio de vida, un cambio deseado y necesario para mí. Necesitaba bajar revoluciones, volver a mi ritmo y alinearme conmigo misma y con la naturaleza.” Sus bolsos son el reflejo del balance entre el diseño y la naturaleza, que conviven en perfecta armonía. Hoy descubrimos un poco más sobre ella, su marca y la isla que la enamoró. 
Naciste en Reus, te formaste en Barcelona y luego te fuiste a vivir a Palma de Mallorca, donde llevas ya más de doce años. A raíz de este cambio de vida creaste tu propia marca de bolsos, Santapalma. ¿Cómo nace este proyecto?
Efectivamente, fue un cambio de vida venir a vivir a Mallorca, un cambio deseado y necesario para mí. Necesitaba bajar revoluciones, volver a mi ritmo y alinearme conmigo misma y con la naturaleza. Tuvimos la suerte de poder ir a vivir al Puerto de Pollensa, un pueblo marinero encantador donde el mar entra en la bahía abrazada por la Serra de Tramuntana. Joan, mi marido, nació en Pollensa, así que decidimos vivir en el puerto unos cinco años y tener nuestros dos hijos allí.
Luego, ya reconectada conmigo y con mi entorno, estaba lista para volver a la ciudad y nos fuimos a vivir a Palma. Empecé a sentir que había encontrado mi sitio, la mezcla perfecta para mí; arquitectura y naturaleza se dan de la mano en un equilibrio tranquilo y lleno de luz y color. Esto me inspiró para crear un balance similar en mis diseños. Esta singular relación entre la naturaleza de la que formamos parte y nuestra propia naturaleza humana, que me fascina.
¿Qué te aportó la ciudad a la hora de crear el proyecto?
En Palma sentí que acortaba la distancia entre lo que creamos y nuestras raíces. Es una ciudad con una escala humana muy equilibrada: el mar, el cielo azul, el aire limpio, nuestra cultura mediterránea, mallorquina, etc. La relación es más cercana entre todos, más sana y humana, siendo a la vez una ciudad dinámica, activa. Esto es lo que Santapalma busca constantemente: un modelo sencillo de vida, equilibrado con su entorno, austero, sin excesos, que aprovecha sus propios recursos. Esto nos permite amar mucho más los pequeños detalles de la vida, lo que realmente importa, y así quedarnos con lo esencial.
Mallorca es un sitio muy especial e importante para ti, y se nota. ¿Cuál es tu primer recuerdo de la isla? ¿Qué fue lo que te enamoró?
Mallorca me enamoró desde un principio. El primer recuerdo fue durante mi infancia, visitando a mi tía que vive también aquí. Recuerdo sus palabras diciéndome que aquí, en la isla, la luz es blanca, y yo me emocioné. Pero el flechazo definitivo se produjo cuando por casualidad acompañé a mi amiga Lluïsa a trabajar al Puerto de Pollensa, al norte de Mallorca. Recuerdo el gran impacto que tuve al llegar a la bahía. Era primavera, yo venía de Barcelona y de repente, en pocas horas, estaba en lo que sentí que era un paraíso. Me encontraba debajo unos pinos, sentada en la arena y observando el mar abrazado por las montañas dándole una calma inusual, en estado zen. Luego, por la tarde, conocí a Joan, mi actual marido, así que fue un día que siempre recordaré. Desde ese día, mi vida empezó a coger un nuevo rumbo.
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Bolsos de diseños funcionales, prácticos y básicos, todo un guiño a tu formación como arquitecta. ¿Qué ha sido lo mejor de cambiar planos por patrones?
Vengo de un mundo muy racional, la arquitectura está llena de constricciones, limitaciones, objetivos a los que tienes que dar forma y solucionar. Me emociona y apasiona el reto que esto supone, por eso elegí estudiar esta carrera, porque necesitaba entender las estructuras en las que el humano trabaja – estructuras sociales, individuales, estilos de vida, el urbanismo y su capacidad de dar forma a una cultura, etc. Disfruté mucho aprendiendo y aún sigo sintiendo que me falta mucho por saber.
El salto al diseño de bolsos para mí fue muy natural, nunca lo vi como un nuevo sector al que entraba, al contrario, fue una manera de divertirme haciendo lo que sabía hacer pero a pequeña escala. Lo que más disfruto en el diseño de bolsos es que todo empieza trabajando con mis manos. Esto me reconecta con la tierra, mis raíces y conmigo misma, es muy terapéutico, casi como una meditación. Luego, en el proceso de fabricación, es donde sale también toda mi formación de arquitecta, ya que se parece mucho al proceso de construcción de un edificio.
Pero con una ventaja (la más importante para mí): que es un proceso más dinámico, la cadena desde el prototipo a la comercialización es más inmediato. Y encaja muy bien con mi carácter, soy muy espontánea y en proyectos como Santapalma me siento como pez en el agua. Va de mis manos a las tuyas, todo es más directo, ganando así en frescura y sinceridad.
El Mediterráneo, la tierra, la gente. ¿Qué es lo que más te inspira para crear estas piezas?
El Mediterráneo ha sido y es mi hogar, nunca he salido de él y tampoco tengo intención de hacerlo. Aquí podemos ser felices con lo básico de una manera más fácil: el buen clima, la agricultura, el sol, el aire, la tierra, los árboles, etc. Tenemos lo básico, lo máximo. Cuando descubres que con tan poco eres tan feliz, todo lo demás se convierte en excesos, cosas eventuales.
Mis diseños respiran esta filosofía de la austeridad y la revalorización de los materiales rústicos, cercanos, con formas simples, orgánicas, únicas, las cuales desprenden el sentimiento de que hay un tiempo para cada cosa, fácil de poner en práctica aquí en la isla, donde la luz es blanca y nos deja ver con más claridad cuál es nuestra auténtica naturaleza.
Se trata de una línea de bolsos hechos a mano con las hojas de las palmeras que decoran tu jardín, cuero y tejidos naturales. ¿Qué te aporta trabajar con materiales así, naturales, además de locales?
Empecé buscándome a mí misma pintando y haciendo escultura en un atelier que comparto con tres fantásticas amigas en un ambiente relajado y familiar. Nunca tuve un objetivo predeterminado sino que con los materiales que me encontraba y me atraían, pues creaba algo con ellos. Así es como soy y como trabajo, me adapto a mi entorno, mis recursos, e intento darles una nueva forma. Para mí esta proximidad es natural, y los materiales con los que me gusta trabajar y por los que siento mayor atracción son todos también naturales, pedacitos de naturaleza que al darles un orden en el espacio y un ritmo adquieren nuevas funciones, nuevas formas, sorprendiéndome cada día. Siento paz en contacto con ellos y pienso que tal vez deberíamos incorporarlos más en nuestro día a día. Que vuelvan a formar parte de nosotros.
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¿Sientes cierta responsabilidad ecológica? ¿Cómo crees que las marcas de hoy día, tanto las que nacen como las que llevan años operando, deben contribuir en la conservación del planeta?
Para mí la responsabilidad ecológica está inherente en el ser humano, tan solo las personas desconectadas de los esenciales, de sí mismos y de la naturaleza se olvidan de ella. Es sentido común, y este, siempre se acaba imponiendo. Mi manera personal de ver esta responsabilidad es medir la ambición y adaptarla a un mundo que tenga más coherencia con nuestra repercusión en nuestro entorno. Creo que cada día hay más marcas que valoran y hacen de la sostenibilidad un imprescindible en su proyecto de marca, se está contagiando este modelo cada vez más y pronto ya será un básico en todos los negocios.
Soy optimista, pero es verdad que hoy en día hay mucha desconexión. Pero las marcas pequeñas que empezamos de cero tenemos la obligación de no imitar modelos existentes a los cuales se les llama ‘de éxito’, ya que nuestro reto es ser valientes y mostrar a la sociedad que se puede trabajar de otra manera, todos conectados entre nosotros y con nuestro entorno. Este será nuestro mayor triunfo.
Cada uno de tus bolsos es único: el color de las hojas de palma con las que están hechos cambia dependiendo de la época del año, así que no hay dos bolsos iguales. ¿Por qué es tan importante para ti esta unicidad?
Santapalma defiende una estética de la mujer libre de excesos, sin estridencias ni grandes dosis de ornamentación. Buscamos acercarnos más a los esenciales, a la estructura de los objetos, a simplificarlos, y lo hacemos usando materiales naturales, vivos, que provienen de la naturaleza de una manera más directa y espontánea, captando así su impermanencia. Queremos mostrar la fugacidad de un objeto y alejarnos de los ideales estéticos occidentales que buscan siempre la perfección.
A través de los bolsos en constante cambio queremos revalorar la belleza real, la auténtica belleza de la vida, que es efímera. En ella todo es único, no existe nada idéntico ni perfecto. Percibir un objeto, un bolso, en un estado impermanente nos hace sentir con más intensidad la belleza presente, la sublima. Además, defendemos procesos de fabricación artesanales precisamente para no perder esta magia de conexión con lo natural, así conseguimos que cada bolso sea único, que tenga vida propia.
En plena era de la globalización, donde reina el usar y tirar, la producción en masa y el low cost, apuestas por lo artesanal, la calidad de los materiales y las piezas únicas. ¿Qué retos supone para Santapalma?
Creemos firmemente en el cambio social hacia un consumo más sostenible y responsable. Para nosotros ya es una realidad, nuestro estilo de vida y de trabajo está alineado con esta manera de pensar. El gran reto para nosotros es mantener esta esencia. El hecho de vivir en Mallorca ayuda mucho, aquí el ritmo de vida es más tranquilo, y las ambiciones y las prisas se matizan; no hay tanta masificación y me parece que realmente vivimos más aislados de la intensidad del fast-life. Además, aquí la conexión con la naturaleza ayuda a no perder el norte, a estar más centrado y no caer en la tentación de producir en masa.
Somos felices con lo básico: el sol, la playa, las montañas… y por suerte, todo esto es gratis. Así que no necesitamos mucho más para ser felices. Cuando decidimos en su momento crear Santapalma fue para poder compartir la esencia de nuestra isla, porque la amamos y nos hace feliz. Y nada más. Nuestros bolsos son objetos para consumirlos lentamente y que con el tiempo se vayan transformando en una extensión más de la persona.
Otro gran reto para nosotros es también que se entienda que nuestros bolsos son fruto de un profundo trabajo sobre el diseño y la elección de los materiales. Cada pieza es única, así que comunicar nuestra filosofía de trabajo y el porqué de nuestros bolsos es muy importante. Queremos contar nuestra historia y así ayudar a las personas afines a encontrarnos, sin gritos, más bien susurrando al viento, a ver qué pasa.
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¿Cómo funciona todo el proceso de creación? Guíanos por tu proceso de trabajo.
Soy una persona que vive y trabaja mucho guiada por la intuición, pero tengo una formación muy técnica, muy racional, así que para empezar a crear los prototipos, me siento muy confortable trabajando con las manos, experimentando directamente con los materiales que tengo a mi entorno. Es mi manera para ir directa a mi intuición, a no pensar las cosas sino hacerlas. Antes de crear Santapalma viví unos años en los que en el atelier empecé a pintar, a mezclar materiales, luego a hacer esculturas, y los bolsos salieron como última expresión de mi búsqueda.
Así es como descubrí mi actual pasión, el diseño de moda, de una manera no-racional sino más bien sensitiva, más auténtica. Creo firmemente que nuestra mente está creada para solucionar problemas, para decidir, pero la intuición, el corazón, es el que posee la verdad de uno mismo. Ahora con perspectiva puedo decir que mi proceso de creación pasa primero por un estado de búsqueda, experimentación e inspiración espontáneos; a esta fase le dedico mucho tiempo, para mí es la parte más importante ya que debe expresar mucho en muy poco, en un objeto concreto y además útil y cómodo. Esto necesita su tiempo y hay que mimarlo.
Una vez tenemos el prototipo pasamos a buscar colaboradores para su fabricación. Esta fase es complicada desde Mallorca, pero se consigue, y finalmente, la comunicación a nuestro entorno de una manera honesta y sincera.
María Lara y París son los nombres de los diferentes modelos de la colección. Nombres propios, ¿podrías explicarnos el porqué y cómo se relacionan con los diseños?
Los inicios de Santapalma fueron muy orgánicos. Trabajando en mi taller llegué a hacer muchos prototipos, tenía modelos diferentes y gracias al feedback de mis clientas, amigas y familiares logré centrarme en la línea de bolsos actual. En homenaje a ellos y a mi entorno que tanto me ayudó en los inicios decidí bautizar a cada modelo de bolso con el nombre de la persona que primero apoyó y creyó en ese modelo y gracias a la cual hoy en día se están vendiendo así de bien.
Doy las gracias a todas las personas que me rodean, a las que ya me conocían y a las nuevas. He conocido personas maravillosas sin las cuales este proyecto no hubiera podido llegar aquí. Por ejemplo, el año pasado en el atelier donde tenemos un showroom, entraron dos chicas y un chico a ver los bolsos. Los tres de París, pero actualmente viven en Palma –Clémence y Litícia se quedaron un bolso cada una; al final, Litícia me acabó ayudando a crear la marca con sus conocimientos en comunicación, y Alex me ayuda actualmente con toda la parte de comercialización. Ahora ya sabéis por qué el modelo París se llama así. Me siento muy afortunada y agradecida de haberles conocido.
¿Te has planteado alguna vez la posibilidad de ampliar la marca y crear más allá de bolsos? ¿Qué planes tiene Santapalma para el futuro?
En mi vida siempre me ha gustado plantear los proyectos abiertos y con capacidad de crecimiento, me divierte mucho más y precisamente esto es lo que me hace levantar cada mañana con ilusión y ganas de trabajar. A mí y a Joan, mi marido y socio, ¡nos encantaría poder desarrollar todas nuestras ideas! Tenemos un montón, así que Santapalma va a crecer, pero orgánicamente. Cada colección nueva será hecha con mimo, sin perder su esencia.
Actualmente ya estoy trabajando en ello y experimentando con otro tipo de accesorio, que es la bisutería. Ahora solo se pueden encontrar y comprar las primeras muestras en nuestro showroom de Palma. Según la respuesta que tengan, los lanzaremos o no, ¡por ahora va ganando el sí! El verano nos encanta, de algún modo incomprensible es cuando estamos más creativos, es cuando las ideas geniales empiezan a emerger. El resto del año miramos cómo hacer esa idea realidad. Así que a ver qué nos trae el próximo verano.
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