La sociedad católica y conservadora de Paraguay ha despertado en Regina Rivas las ganas de lucha, reivindicación, empoderamiento femenino, y de formar parte del relato oficial. Que no te engañen la flora tropical, los colores vivos, o sus dos gatitos –Nina y Otto– transformados en otros gatos; la ilustradora tiene claro que hay que acabar con el tabú del sexo, con los planteamientos que convierten a las mujeres en putas y a los hombres en triunfadores según su número de parejas; en definitiva, con el sistema. Y como lo hace de forma bonita y alegre pero a la vez muy explícita, es difícil no generar conversaciones y debates a su alrededor. Hoy, tenemos uno con ella.
Para empezar, ¿cómo te presentarías como artista para las personas que aún no te conocen?
Soy una persona que adora lo que hace, que es dibujar. Soy muy observadora: de mi entorno, de la rutina, del día a día. Además, soy una persona muy curiosa también, y todo esto se ve plasmado en mi trabajo como ilustradora.
Uno de los ejes vertebradores de tu obra es, sin duda, la figura de la mujer empoderada, libre e independiente. ¿Qué opinas de que siga siendo necesario reivindicar todo esto? ¿Estás metida de lleno en el movimiento feminista que está ahora más en efervescencia que nunca?
Sí, pienso que es necesario seguir reivindicando a la mujer empoderada, a la mujer transformadora, más que nunca. He nacido y vivido toda mi vida en Asunción (Paraguay), un país con mayoría católica y una sociedad extremadamente conservadora. El feminismo está más presente y fuerte que nunca en nuestro país. Cada vez hay más jóvenes que se unen a la lucha, la descubren, la estudian y la ponen en práctica. Cada vez somos más, pero en comparación con el resto de la sociedad, aun representamos a una minoría.
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La ola feminista está expandiéndose por todo el mundo y, como no, en Latinoamérica. Por ejemplo, con discusiones en los parlamentos y senados de Argentina o Chile, etc. Tú, que eres paraguaya, ¿cómo ves la situación a tu alrededor?
El feminismo va creciendo también. Seguimos de cerca la lucha de las chicas latinoamericanas; sobre todo en este momento estamos bien cerca de las compañeras argentinas que están marchando por la despenalización del aborto.
Los colores vivos, las plantas y los gatos también son básicos en tu trabajo. ¿Tiene algo que ver con la proximidad al trópico, o es algo más personal?
Aquí en pleno clima subtropical abunda el verde (todavía, la deforestación es uno de los grandes monstruos visibles). Pero sí hay una vegetación hermosa que es casi imposible no llevar a los dibujos. ¡Y los gatos! Tengo dos, Otto y Nina; son mis grandes compañeros, vivo con ellos y, además, se convierten en personajes a la hora de dibujar.
El sexo es muy recurrente en tu obra. ¿Qué es lo que te ha conducido hasta ahí? ¿Cuál es tu concepción del sexo?
Al vivir en una sociedad tan conservadora, el sexo, aunque cueste creer, sigue siendo un gran tabú. Supongo que esto, entre otras cosas, me llevaron a dibujar escenas eróticas con la idea de mostrar cómo la mujer vive la sexualidad. No hablo por todas, por supuesto, pero con esa exploración al dibujar el sexo busco alejarme de la mirada masculina que siempre ha imperado en la manera de contarlo. Es recorrido de explosión y autoexploración también. Creo que al sexo también hay que deconstruirlo y mirarlo con nuevos ojos. La búsqueda del placer es infinita y, mientras seamos conscientes de eso, tendremos mucho goce por delante.
“El dibujo tiene que producir emociones, es un arma muy poderosa para contar nuestras realidades. Desnudamos nuestro cuerpo y desnudamos el alma.”
El punto de inflexión que te lleva a recrearte en esa parte erótica o sexual de la que hablamos se da con el lanzamiento de tu serie Mamacitas Club. Explícanos un poco cómo empieza todo y cómo se desarrolla hasta hoy.
Empieza con la inquietud de que el placer aun es un tabú; la masturbación y el orgasmo femenino son temas de los que se habla con poca profundidad, por ejemplo. También la concepción de que ser mujer y tener múltiples compañeros socialmente te convierte en una chica fácil, una puta –cosa que con los hombres sucede al revés. Más mujeres, más ganador. Todos estos planteamientos los llevo en el día a día, y así empezaron a salir los dibujos, llenos de curiosidad, erotismo, deseo y provocación. Se sigue desarrollando mientras siga teniendo preguntas, ganas e inquietudes.
A veces plasmas escenas bastante explícitas. ¿Lo planteas como un contrapunto al pudor que hay en muchas sociedades actuales respecto al sexo y al desnudo?
Totalmente. Algunos lo tomaron como algo normal pero muchos otros, como un balde de agua fría. Y eso me encanta porque el dibujo tiene que producir emociones, es un arma muy poderosa para contar nuestras realidades. Desnudamos nuestro cuerpo y desnudamos el alma.
¿Qué ilustradores, artistas o movimientos te influencian?
Desde Matisse hasta Basquiat, me revolvieron la cabeza. El uso del color, el mensaje, las formas; todo enamora.
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He oído que tienes un cuaderno de secretos y que de ahí surgen muchos de tus trabajos. ¿Cómo es eso? ¿Siguen siendo secretos cuando los plasmas en tu obra? ¿Podemos diferenciar cuáles salen del cuaderno y cuáles no?
Soy coleccionista de secretos desde hace mucho tiempo. Siempre que conozco a alguien le pregunto si me puede contar algo que nadie sepa, y a cambio yo cuento un secreto mío. Esto, que empezó como un juego, se convirtió en un aliado de las historias detrás de los dibujos. Así que todo sigue siendo un secreto.
Amo explorar esa parte que no sé, que no se cuenta, que no mostramos. Hay un mundo infinito de cosas, desde las más tontas a las más oscuras, que todos tenemos guardado ahí. Cuando hago la pregunta es mi momento favorito. La gente no lo espera y, sin pensar mucho, se ablanda y termina contándome algo.
Entiendo que tu trabajo se dirige, principalmente, a un público femenino, a las que dedicas mensajes de reivindicación, revolución, y lucha. Sin embargo, ¿qué pasa con los hombres? ¿Cómo te aproximas a ellos? Al final, el machismo y el heteropatriarcado lo componen (mayoritariamente) ellos, así que hay que incluirlos en la conversación.
La conversación con los hombres se dio de manera distinta. Al comienzo lo veían más como una chica más que buscaba llamar la atención, cosa que no me sorprendió mucho. Al final, esa interpretación ha ido cambiando, y ahora son ellos quienes se preguntan o cuestionan.
Puedes adelantarnos algo de tus proyectos de futuro. ¿Cómo planeas evolucionar en este sentido?
Me gustaría trabajar en un proyecto editorial con una amiga comunicadora. Ya lo estamos hablando y tenemos muchas ganas de contar el sexo desde una perspectiva femenina.
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