El arte urbano hace ya tiempo que invadió las galerías de arte y pasó de ser una expresión subestimada a ser valorada por el público entendido. Pau Sampera entiende de eso y se mueve como pez en el agua con la libertad que irradian todos sus trabajos. Tras pasar una temporada en Londres, el artista ha vuelto a Barcelona para quedarse. Pau lleva años trabajando con diferentes materiales, aerosol, cerámica, poliuretano expandido, cemento, riéndose de la vanidad, haciendo objetos de lujo que parece que estén mal hechos, y llevando los códigos de la calle a galerías de arte.
Empezaste pintando las paredes de tu pueblo, Granollers, y ahora expones instalaciones en galerías, pero sigues utilizando recursos pictóricos del graffiti, ¿cómo ha sido esa evolución?
Básicamente soy un skater frustrado. De adolescente era tan malo patinando que empecé a pintar las tablas de mis amigos, y más adelante las paredes de mi pueblo del extrarradio de Barcelona. El graffiti me ha enseñado muchas cosas buenas y muchas cosas malas. Las dinámicas que se crean entre individuos o las reacciones y texturas de los materiales son parte importante del planteamiento de muchas de mis obras actuales. Trato que mi obra sea sincera, por lo que mis referentes son mis experiencias.
Desde que conozco tu trabajo, siempre has utilizado iconos populares infantiles, ¿cuál es tu relación con la cultura popular de tu infancia?
Somos hijos de los 90. Comíamos bollicaos para conseguir los cromos. Teníamos una GameBoy y discos de Lagwagon. Esas son las cosas que yo conozco.
Tu trabajo es impecable y a la vez bruto, se ve que te gusta experimentar, ¿cuál es tu margen de error?
Siempre trato de dejar al azar ciertas partes de mi trabajo. Me gusta mucho madurar ideas y poder llevarlas a cabo, pero siempre dejo un margen para la intuición. Ahí es donde ocurre el error, que a veces es un problema y otras supone una ventaja. Tener que solucionar un imprevisto suele hacerte pensar más allá y terminar con algo más potente aún.
Una cosa es cuando haces una escultura cuando estás solo en tu casa a las tres de la mañana, y otra es exponerla en una exposición, ¿te importa lo que el público piense?
Creo que cuando trabajas la ironía, la obra no es completa hasta que no interactúa con su público, puede significar muchas cosas.
Exacto, tus obras crean reacciones diversas, a veces no se entienden a primera vista, ¿qué papel tiene el público en tus expos? ¿Juegas con el hecho de tener público?
Creo que al público no hay que tratarlo de inútil. No me gustan las exposiciones que no dan espacio a la interpretación. Nunca pongo demasiado texto y siempre suele ser para contextualizar, nunca para justificar.
Has producido muchas cosas en estos últimos años, ¿te sueles cansar de ellas después de un tiempo?
Al fin y al cabo, aunque sean horribles o desafortunadas, cada una de esas piezas pasadas me ha enseñado algo que ahora ya controlo. Es parte de la evolución, tienen que dejarme de gustar para poder avanzar, pero nunca les pierdo el cariño.
Eres un tipo inquieto y muy nervioso, ¿qué haces cuando no tienes las manos en la masa?
Hago música y consumo música. Viajo todo lo que puedo.
Enseñas tu imaginario a través de fotos que haces con tu móvil y las haces públicas emparejadas, ¿qué relación tienes con tu Instagram?
Instagram no importa. Estas cosas vienen y van y nada de eso quedará cuando se pase la moda. Yo lo uso de diario, no como herramienta de trabajo. Aún así, creo que funciona para poner en contexto mis piezas.
Para lo joven que eres, ya eres libre para hacer lo que quieras, ¿cómo te ves de aquí a unos años? ¿Cuál es tu sueño?
Creo que todos somos libres de hacer lo que queremos. Es cuestión de cuánto estamos dispuestos a sacrificar por ello. Dentro de unos años me veo en una playa de Belize llevando a los turistas por el agua con una banana hinchable. O no.
Eres una persona súper positiva, ¿que es lo que te hace más feliz de tu vida ahora mismo?
Yo soy feliz normalmente. No necesito cosas concretas que me hagan serlo, por eso no suelo comprar cosas bonitas. Supongo que es cuestión de la actitud con la que vives. A mí me hace feliz cuando el dependiente del McDonalds no se olvida de ponerme la salsa en la bolsa.
¿Qué has estado haciendo estas últimas semanas?
Acabo de volver de Marsella, donde acabo de inaugurar una exposición individual en la galería Association D'idées, titulada Jimbo Jones (el matón adolescente de Los Simpsons). Trata de ilustrar mi punto de vista sobre las vanidades del mundo del graffiti y las actitudes de la cultura de la calle. El mundo del graffiti suele clasificar de "real" aquello que encaja dentro de las normas no escritas que la propia evolución de la escena ha ido imponiendo. Yo considero que el graffiti "real" lo hace la gente que interviene en la calle de forma espontánea, ese niño que sale a pintar "Jessika TQ" o esa gente que dibuja en el cemento fresco simplemente porque se puede y le apetece.
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