Laia Arqueros tiene mucho que decir: sobre la belleza, sobre el rol de la mujer en la sociedad, sobre sí misma. Y lo hace a través de un imaginario muy único, un universo que ha creado siguiendo algunas de sus mayores pasiones: la mitología, la historia y la naturaleza. Y a todo este mix hay que sumarle su capacidad de aprender y su curiosidad insaciable por conocer, algo que la ha llevado a trabajar la cerámica, la ilustración, el grabado, e incluso los videojuegos. ¿Qué más se puede pedir?
¿Cómo se presenta Laia Arqueros a los lectores que no la conocen?
De madre catalana y padre almeriense, nací y crecí en Almería acompañada siempre de perros, mi tortuga Nieves –que tiene ya treinta años–, peces y periquitas. Me licencié en Bellas Artes por la Universidad de Granada y fue el año en que estudié ilustración en L’Académie Royale de Beaux Arts de Bruselas lo que me decidió a instalarme en Barcelona y especializarme en esa disciplina en la Escola Massana. Tengo un taller en el barri del Coll, grande y económico, un caso raro en estos tiempos de abuso inmobiliario y proliferación de coworkings; me cuesta trabajar con mucha gente alrededor y, al mismo tiempo, siento a veces la soledad de nuestra profesión.
Es por eso que, puntualmente, me encanta participar en proyectos colectivos. Ya sea sola o con otras personas suelo aceptar cualquier proyecto que me interese, independientemente de su naturaleza. Creo que es algo natural dada mi formación. Trabajo por encargo y exponiendo mi obra y tengo predilección por las técnicas de grabado y la cerámica, técnicas que son un ritual en si mismas, de proceso laborioso. Su resultado no es siempre previsible y este factor sorpresa es lo que me entusiasma y genera adicción.
Nacida en Almería pero residente en Barcelona, ¿qué encontraste en esta última ciudad que hizo que te quedaras?
Muchos más estímulos culturales y una red profesional artística más amplia y con mayor capacidad de proyección y difusión. Además de que es una ciudad a la que me unen fuertes lazos familiares. Según pasa el tiempo los círculos y vínculos  afectivos y profesionales se afianzan  y ganas en seguridad, reconocimiento y, por qué no decirlo, comodidad. Por todo ello siempre pensé que era un buen lugar para establecer el campamento base, ya que lo bueno de esta profesión es que puedes trabajar para otras ciudades desde un mismo lugar.
Dicen que las ideas surgen del trabajo diario, ¿sigues algún ritual para empezar una obra? De tu entorno, ¿qué es lo que más te inspira?
No tengo más ritual que la constancia en el trabajo, procurar ir todos los días al taller. Tengas o no un encargo y/o una obra en mente siempre puedes leer e investigar sobre los temas que te despiertan curiosidad, en mi caso, la antigüedad clásica, la mitología y su sorprendente –y a veces triste– atemporalidad, el contacto con la naturaleza y la observación de los demás seres vivos, la historia de las mujeres, las de antes y las actuales (y las de mi entorno). Y las cuestiones feministas, que te conducen al cuestionamiento y a la reflexión sobre asuntos vitales, provocándote con urgencia la necesidad de hablar a través de la intencionalidad de tu obra.
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En tus obras aparecen reiteradamente seres zoomórficos, mujeres que promueven el feminismo, y la mayoría de ellas con toques eróticos. A parte de tu ideología, ¿qué mensaje quieres transmitir con tus obras? ¿Qué reacciones buscas en el espectador?
Me interesa que la personas que vean mi obra se unan a la celebración enérgica, poderosa y colectiva que intento transmitir. Busco visibilizar y reivindicar a través de mitologías inventadas que generen al público la curiosidad necesaria para dar pie a una investigación personal, a un lugar de reflexión. Crearles la necesidad de que quieran volver una y otra vez a la obra y que sigan encontrando algo nuevo.
Has diseñado distintos carteles y campañas, y entre ellos se encuentran algunos para el ayuntamiento de Barcelona. La última fue para el Día Internacional de la Mujer en 2017, bajo el lema Mujeres creadoras. Sin embargo, también has colaborado anteriormente con campañas como #BCNantimasclista. El papel de la figura femenina está presente de manera reiterada en tus obras. ¿Qué significa para ti ser mujer a día de hoy?
Reconocerme como mujer hoy en día significa estar mucho más alerta que cuando tenía veinticinco años, dejar de intentar ser perfecta, ser más esponja y estar abierta y feliz con la contradicción constante, llorar de rabia, enfadarme y hacerlo notar. Ser consciente de que eres blanca y de clase acomodada, ser consciente de tus privilegios sin fustigarte e intentar canalizarlos hacia lo colectivo y con visión solidaria. Y querer mucho, disfrutar de los seres que has elegido a tu alrededor, celebrar la vida en grupo con rebeldía y autoconciencia.
Estamos viviendo un momento en el que el cambio de valores e incluso generacional es mucho más acusado que en otros momentos de la historia. Lo vemos, por ejemplo, en el choque constante entre el status quo más conservador (que se aferra al poder para no desaparecer) y los nuevos paradigmas sociales que cada vez parecen tener más fuerza. ¿Cómo ves o crees que será la evolución de este choque de trenes? ¿Debemos tener esperanza, o el status quo y el sistema heteropatriarcal son demasiado poderosos para ser eliminados?
Quiero tener esperanza (la pasada huelga feminista fue un claro ejemplo), pero el sistema tiene mucho poder y la polarización es cada vez más evidente. En estos momentos el poder hegemónico se siente acorralado, y tiene muchos recursos para trampear y fagocitar a ritmo veloz e impunemente las nuevas iniciativas que están ganando terreno. Hay que estar alerta mientras nos reinventamos a través de nuevas estrategias de convivencia igualitaria y sostenible. Es muy fácil perder parte de lo conseguido y hay que continuar la lucha, tanto individual como colectivamente, con todas las energías, estar dispuesta a saltar de tu colchón de comodidad y explorar otras vías que puedan minar lo establecido.
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En las obras se puede ver un estilo muy propio, ¿cómo lo definirías? ¿Cómo ha sido el proceso o evolución que ha seguido desde los inicios hasta lo que es hoy?
Mi trabajo tiene una clara herencia clásica. Hago uso de un lenguaje iconográfico con reminiscencias grecorromanas, románicas y bizantinas. La atracción por este tipo de lenguaje visual –sencillo, depurado, contundente– viene desde bien lejos, pero quizás es a partir de mi proyecto titulado Manual de hidráulica (2011) cuando se hace más evidente. En perspectiva, dicho proyecto funcionó como un rito de paso entre mi época de estudiante y mi época profesional, me ayudó a evitar ciertos prejuicios a la hora de enfrentarme a mi trabajo, a respetar mi mundo interior y mis influencias, y a liberar un imaginario simbólico y mitológico absolutamente afianzado a día de hoy.
En la mayoría de obras las figuras femeninas que aparecen tiene rasgos físicos parecidos. ¿Tienes alguna musa o te representas a ti misma?
Los rasgos que tengo más estudiados por razones obvias son los míos propios. Siempre me utilizo como modelo, siempre hay un espejo en mi espacio de trabajo para estudiar la expresiones que quiero representar y una cámara de fotos para cuando surgen problemas de anatomía; ‘narcisismo por necesidad’ podría llamarse.  Por otro lado, la similitud entre los personajes puede decirse que es una mezcla de los vicios gráficos típicos que toda dibujante tiene y una consecuencia de mis referentes del mundo medieval o clásico. En los retablos y pinturas románicas, o en las cerámicas griegas, los personajes representados suelen tener rasgos muy similares, devienen en arquetipos o símbolos.
Tocas diferentes técnicas artísticas: ilustración, cerámica y grabado, si no me equivoco. ¿De qué manera escoges una técnica u otra para cada obra? ¿Qué aporta el medio/técnica al resultado o mensaje final?
No tengo una fórmula concreta y depende de la naturaleza del proyecto. Si se trata de un trabajo propio en el que tengo libre elección suelo trabajar con la técnica con la que más me apetezca seguir experimentando en ese momento, con la que más obsesionada esté. Cuando es un encargo con unas características previamente establecidas evidentemente tengo en cuenta la finalidad del proyecto, el soporte, sus cualidades y limitaciones, a la hora de elegir el medio con el cual trabajaré.
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Háblanos sobre tu trabajo con el grabado dinámico. Se trata de unos dibujos en serie que tienen un sentido si los observamos de manera individual y tienen otro si los juntamos. ¿Cómo surgió esta idea? ¿Cómo es el proceso creativo de pensar una obra así de compleja?
El grabado dinámico, que es como yo familiarmente lo he denominado, surge durante la época en la que trabajaba como becaria en el taller de grabado de la Escola Massana: mucho tiempo para mí y todo el material e infraestructura a mi alcance. Formalmente es una variedad de la técnica de la punta seca y su peculiaridad reside en que la matriz se realiza sobre plancha de offset (el material que utilizan en las imprentas) y tiene un carácter móvil. El personaje o elemento a representar se recorta en el metal y se convierte en la matriz, o lo que es lo mismo, pasamos de representar una escena estática en una plancha para que los elementos a representar sean la plancha en sí misma.
Esto permite construir secuencias en las que las matrices se repiten en cada escena pero creando un mensaje distinto al anterior. Las siluetas/matrices recortadas generan una narración según estén posicionadas en la estampa, ayudadas con la manera de entintar dichas planchas. Según entintas o limpias la plancha antes de estampar, puedes crear diferentes significados en la obra. El proceso creativo, y no solo en este caso particular, suelo plantearlo casi siempre como un juego o rito; me gusta poner ciertas normas y, a partir de ahí, transformarlo en un reto. Es un buen ejercicio trabajar con el mínimo de elementos posibles, ya que lo que aparentemente puede ser una limitación o una complejidad te obliga a investigar otros recursos y posibilidades. Y hacerlo dentro de un marco definido y facilitando que la intencionalidad no derive en elementos más superfluos.
Participaste en la ilustración de un videojuego. ¿Cómo fue adentrarte en el mundo digital? ¿Qué te ha aportado artísticamente esta nueva experiencia?
Conceptualizar y realizar todo el apartado artístico para Astrå fue mi primera incursión dentro del mundo de los videojuegos, por lo que fue un reto/proceso excitante y divertido, a la par que muy complicado. En sus inicios fue difícil asentar las bases conceptuales, adaptar mi gráfica al medio, entender su funcionamiento y, más difícil aún, hacerlo a distancia. Fueron casi dos años y medio de muchas risas y buen trabajo en equipo.
Pablo, Juan y yo (Fabulosogames) estamos muy satisfechos con el resultado y muy contentos con la repercusión y buena acogida que tuvo por parte del público y la crítica y que a día de hoy, dos años después, siga recibiendo elogios y se esté considerando un clásico. Una de las aportaciones principales de haber trabajado en este proyecto, incluyendo todo lo que aprendí sobre la industria y el trabajo en equipo, fue ver que era capaz de trabajar en un proyecto así, que fui capaz de trasladar mi imaginario a una pantalla y generar todo un universo como el de Astrå y que funcionó. En resumen, me aportó versatilidad, que es algo que personalmente valoro mucho.
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También has ilustrado la portada del libro La Tierra sueña para ti, de Arturo Sánchez. De todos los campos que has tocado, ¿con qué te quedas? 
No sabría ni me gustaría elegir, pues cada proyecto me aporta algo especial. Es justamente la variedad en la naturaleza de los encargos lo que atrae y estimula mi actividad artística.
Tus obras se han expuesto en muchas ciudades del mundo ya. Pero además, ¿de qué otras maneras te haces llegar a la gente?¿A quién van dirigidas tus obras?
Participar en ferias, mercados de arte, charlas, festivales de autoedición, etc., es una buena forma de visibilizar tu trabajo, establecer contactos y darte a conocer. Por otro lado, no podemos obviar las redes sociales, principalmente Instagram, que se ha convertido en LA GRAN plataforma escaparate para la mayoría de las profesiones artísticas. Por mi parte considero que es un arma de doble filo en cuanto a cómo pervierte y unifica los ritmos de producción, capitalizando nuestra forma de trabajar y, al mismo tiempo, imposibilitando prescindir de ella.
Personalmente tengo muy poca mano para la promoción y, aunque lo intente, asumo que no es mi virtud ni mi habilidad. Recientemente he llegado a un pacto profesional con mi buena amiga Cristina Pastrana y, a partir de ahora, será mi marchante. El tándem ya está dando sus frutos. Gusta pensar que a cualquier persona podría despertarle interés tu trabajo, ya sea por la temática, el mensaje o la estética, pero la realidad será otra y tampoco es una cuestión que condicione mi trabajo.
Soy una persona que narra y expresa sus experiencias, intereses y opiniones a través del arte, con un lenguaje claro y accesible, y en principio habrá un público que se identifique de una u otra manera con mi obra ya que no soy ningún ser excepcional. Sí es cierto que, en ocasiones, hay quien me ha etiquetado, de manera peyorativa, como artista feminista o comentado que me limito a un público principalmente femenino. No tengo ningún problema al respecto. Muy al contrario, ya sabemos quienes han monopolizado este tipo de discurso durante años.
¿Crees que se valora el trabajo del artista? ¿Qué es lo que le falta al mundo de la creatividad?
Te diría que no. En las ocasiones en las que se me pregunta por mi profesión y digo que soy artista, y lo hago con cierta carga de militancia y pedagogía, soy consciente de que estoy dando una respuesta difusa y poco definitoria. Porque quienes nos dedicamos a la creación artística en cualquiera de sus manifestaciones tenemos la sensación de que el sistema político y económico nos mantiene en los márgenes. Por suerte, es ahí donde suceden la mayoría de las cosas interesantes.
En términos más prosaicos, a día de hoy es muy difícil estar, por ejemplo, dada de alta como autónoma y te ves, sin remedio ni alternativa, trabajando fuera del sistema, cuando socialmente nos han enseñado que eso no es lo correcto. Creo que lo que le falta al mundo de la creatividad es ser respetado y apoyado por las instituciones del Estado, y eso se consigue a través de la educación cultural, acercando el arte a todos los sectores de la sociedad con programas accesibles e invirtiendo más en ayudas y facilidades para el sector cultural.
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¿Podrías decir que en España, en 2018, se puede vivir del arte? 
Hay situaciones muy dispares al respecto. Lo más común es que no, y si llegas a ello, sería más acertado decir que sobrevives de manera precaria, aunque hoy en día esto es extrapolable a casi todas las profesiones.
¿Cuál es el futuro que has planeado para ti y tus proyectos? 
Últimamente, y para que el gran concepto futuro no me abrume y me paralice, he estado poniendo en práctica los objetivos a corto plazo. En mi futuro más cercano está la producción de nueva obra para dos exposiciones que tendrán lugar en mayo y septiembre en Barcelona, las ilustraciones para un nuevo libro de poemas junto a Luna Miguel, autoeditar mi proyecto Manual de hidráulica, sacarme el C1 de catalán para poder incorporarme a la bolsa de trabajo como docente, o realizar un curso sobre Les Femmes de La Rive Gauche que tanto me fascinan.
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