Aunque recuerda su natal Madrid con un suspiro de nostalgia, ahora en Berlín, Javier de la Blanca se siente como pez en el agua. El polifacético artista es también estilista, director creativo y modelo –actualmente representado por The Rats Company–, una combinación de talentos que le permiten jugar con la provocación y la antiestética en el contenido que comparte en redes sociales. De esta manera, de la Blanca nos presenta un arte sin límites, con una percepción desafiante de la moda y el género, y que huye de la normatividad o la belleza mainstream: “Me aburre. Y odio aburrirme”.
Sus videos en Instagram incluyen todo esto y exploran la importancia de la improvisación o “códigos de espontaneidad”, como los llama él. Obras que combinan lo real con el mundo creativo del artista, en las que los peatones empiezan a formar parte de la escena y la sensación de realidad aumenta a medida que las calles de Berlín se convierten en su propio escenario.
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Director creativo, estilista, pero también modelo, artista e influencer… Es difícil definir quién eres y lo que haces, y a lo mejor así lo prefieres. Así que cuéntanoslo tú, ¿cómo te presentarías a nuestros lectores?
He ido haciendo un poco de todo, una miguita de aquí y otra miguita de allá, también como las experiencias se han ido presentando en mi vida. Así que prefiero presentarme simplemente como creativo.
Sea lo que sea lo que hagas, la moda y el arte siempre son los pilares principales en tu trabajo. ¿Cuándo te diste cuenta del poder de lo visual y de la autoexpresión personal a través de tu propia imagen?
Lo visual y su propio consumo es parte de mi generación (1995). Hemos desarrollado desde la adolescencia un manejo casi orgánico de qué significa una imagen, de su control (y descontrol) en las redes sociales. Mi experiencia fue a través de mi propia exposición a través de imágenes y vídeos haciendo básicamente lo que me daba la gana. Cuando al poco tiempo comencé a recibir comentarios y mensajes de absoluto rechazo (o amor) es cuando empecé a reconocer los diferentes códigos de la autoexpresión personal de mi imagen.
Eres madrileño y has salido a perseguir tus sueños en Alemania, ¿cómo se compara tu vida en Berlín con la de Madrid? ¿Qué es lo que más extrañas de la capital española y lo que no?
Salir a la calle y estar rodeado de cientos de parques. El balance entre verde y ciudad de Berlín me tiene enganchado. Madrid es mi casa, mi familia, mis amigos. Pero sin duda la noción de no tomarse la vida tan en serio a veces me inunda de nostalgia. El cachondeo madrileño no se encuentra fácilmente.
A pesar de estar en Berlín, sigues en contacto con tu círculo. Por ejemplo, con Ángela Huete, quien ha pasado a representarte a través de The Rats Company, la agencia de talentos que acaba de lanzar junto a Sandra González. ¿En qué proyectos estáis trabajando que podamos saber?
Uy, es puro secreto. Hagamos un coming soon…
¿Cómo es trabajar con alguien que además es tu amigo?
Desde que conocí el proyecto de The Rats Company supe que no habría nadie mejor para representarme. Ángela y Sandra han trabajado durante años delante de las cámaras y siempre se han encargado de ser sus ‘auto-representantes’, así que esta evolución de dar visibilidad y representar a una diversidad de artistas españolxs estaba destinada a ocurrir.
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The Rats Company pretende cambiar la escena del management a través de la gente que representa, pero también del contenido que genera. ¿Qué crees que les falta todavía a muchas marcas y agencias a la hora de aproximarse a la creación de contenido online, y qué opinas que aportas tú de diferente?
Provocación y contracultura.
Tu seguridad frente a cámaras es uno de los motivos que te ponen en el foco, ¿siempre fuiste así de desinhibido?
Creo que simplemente me encuentro muy cómodo delante de una cámara, es una herramienta que me ayuda a performar lo que quiero en cada momento.
¿Qué le dirías al Javier de la Blanca de tu infancia, cuando empezabas a notar que no seguías la corriente de los demás?
Yo no le diría nada. Siempre he hecho lo que me ha dado la gana y tampoco es que sea muy fan de que me digan lo que tengo que hacer.
Eres un amante de la estética antiestética y retador de la normatividad, inclinaciones que demuestras en tu contenido, ¿en qué consiste tu proceso de creación artístico? ¿Son ideas espontáneas o requieren planeación?
Tengo un cierto rechazo hacia lo estéticamente mainstream, me aburre. Y odio aburrirme. El hilo conductor de mi proceso creativo es la provocación. Trabajo mucho desde la improvisación, me gusta indagar en códigos de la espontaneidad: cómo me siento, cómo se me presenta el entorno y cómo me percibe el espectador. Tanto en mis vídeos-performance como imágenes o estilismos, la planeación es mínima y lo más sencilla posible. El aquí y el ahora es lo que intento representar.
La sociedad en la que vivimos tiene un concepto ‘lavacerebros’ sobre la belleza normativa, especialmente en Instagram. ¿Cómo logras fomentar el rechazo al status quo mediante la misma red social que lo alimenta?
Instagram te presenta unos códigos, filtros y hashtags que utilizar para formar parte de esa belleza. Si le das la vuelta a estos códigos y lo mezclas con humor (porque lo más divertido es ver a gente que se toma demasiado en serio a sí misma en las redes sociales) genero mis conceptos: ¿quieres una foto en el palacio real de Oriente de Madrid? Pues yo te hago una performance depilándome las axilas delante de un grupo de señores jugando al mus. ¿Quieres que publique un jersey de una marca? Pues me saco un moco y después me lo como.
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Cada vez más medios, marcas y empresas más mainstream o comerciales se están apoderando del discurso underground y poniéndolo al frente. Con los eventos de estos últimos años, hemos visto cómo bellezas alternativas –desde la modelo Winnie Harlow hace años hasta más recientemente la cantante Lizzo, pasando por la modelo y activista Aaron Phillip– protagonizan covers de revistas o campañas internacionales. ¿Crees que este cambio ha llegado para quedarse? ¿Cómo ves el futuro de la moda y de la belleza?
Afortunadamente, la diversidad y la inclusión se están apoderando de la industria, aunque aún hay un largo recorrido. En vez de únicamente utilizar la imagen de personas queer o racializadas, también hay que contratarlas como equipo, como creativos. Porque, ¿de qué vale retratar a la diversidad si el fotógrafo o director creativo es un hombre blanco cis heteronormativo?
Hablemos de censura, ¿qué limitaciones te ha presentado Instagram con sus restricciones? ¿Te ha impedido crecer a nivel artístico? ¿Crees que estamos siendo censurados a niveles que ya ni notamos?
Somos miembros de la cultura de la censura y la cancelación. Desde que comencé a exponerme en las redes sociales (hace más de seis años) he tenido que lidiar con la censura. Mi primera cuenta de Instagram fue baneada y ya me han borrado más de quince publicaciones en la actual.
Lo más interesante fue cuando decidí poner a prueba las normas comunitarias de Instagram a través de su ojo binario: ¿qué ocurre cuando un personaje no binario expone sus pechos? ¿Instagram decidirá que mis pezones deben ser censurados? La respuesta fue sí. En más de tres ocasiones el Algoritmo o Gran Hermano de Instagram decidió que, como en su mundo solo existen hombres o mujeres, mi físico era femenino y, por lo tanto, censurable.
Ser artista es ser rebelde, no todos van a amar lo que haces. ¿Qué le dirías a tus haters? ¿Has aprendido algo de ellos?
Creo que mis haters han madurado (o que yo ya les importo una mierda). En su pasado me ayudó mucho ser criticado, ahora tengo otras cosas mejores que hacer.
Ahora que te estás asentando en Berlín, ¿cuáles son tus planes de futuro?
¿Tenemos futuro?
La foto que abre esta entrevista forma parte del número 37 de METAL, Remake the Past, Rethink the Present. Si quieres saber más, puedes ir aquí.
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