Es uno de los primeros nombres que se nos pasa por la cabeza si pensamos en agitadores de la escena musical y artística de Barcelona. La DJ Ikram Bouloum ha llevado durante estos últimos años lo que ella llama “a grosso modo electrónica experimental y global bass” a múltiples clubs y festivales de la ciudad como Mutek, Club Marabú, Loom o Voodoo Club. En sus sesiones, el club alcanza un nuevo significado, un nuevo universo, a través de, como muchos lo llama, su literatura sonora. Hablamos con ella de su evolución, su proyecto iii (aiaiai) junto a Isamit Morales o cómo está viviendo la cuarentena.
Empecemos desde el principio. De padres marroquíes, naciste en Torelló, pero llevas ya un tiempo viviendo en Barcelona. Fue aquí cuando empezaste a desarrollar tu faceta artística como DJ. ¿Siempre habías tenido este interés o fue algo que nació al mudarte?
Mi faceta como DJ apreció de una forma espontánea y natural. Siempre, desde pequeña, me había interesado la música, y mis aproximaciones hacia ella han tomado diferentes formas al largo de mi vida. Empecé con la fotografía y el periodismo, luego la investigación, el comisariado, luego todo a la vez… Mi motivación por descubrir nueva música y nuevos imaginarios constantemente me llevó a buscar una materialización más artística, y es allí cuando empecé a pinchar.
Estudiaste Humanidades con especialización en estética moderna y contemporánea. ¿Cómo han influenciado estos conocimientos a tu sonido?
Es en la carrera donde he adquirido las herramientas para comprender y teorizar entorno a los sonidos con los que trabajo. Entenderlos, situarlos, articularlos más allá de lo estético, para encontrar significados más sociológicos o antropológicos.
Y hablando de influencias, tu viaje sonoro recorre ritmos como el gqom, el tarraxo, el reggaetón, el dembow o corrientes de la electrónica experimental contemporánea. ¿Cómo se ha ido creando este imaginario sonoro?
Mis imaginarios sonoros se han ido alimentando a base de comprender y entender la matriz del sonido que exploro e incorporo en mis sesiones: puedes escuchar desde gqom, tarraxo, reggaetón, dembow, pero también mucha música de influencia árabe así como también te puedes encontrar destellos de dub, UK garage, algo de house, grime, dance, y un largo etcétera. A grosso modo lo que yo diría electrónica experimental y global bass.
Lo que muchas veces tienen en común las piezas que escucho y selecciono es que aportan algo nuevo al mismo género musical, es decir, que innovan de algún modo, que reconceptualizan el sentido del mismo género. Eso para mí es una apertura de diálogo, una dilatación y experimentación del ritmo y, como consecuencia, una nueva narrativa o una nueva manera de entender.
Junto a Isamit Morales, formas parte de iii (aiaiai), un proyecto a cuatro manos con el que intentáis huir de las expectativas identitarias. ¿Cómo surgió este proyecto con este objetivo?
El proyecto de iii apareció cuando conocí a Isamit y rápidamente empezamos a hablar sobre la condición de nuestra herencia y nuestra identidad contextualizadas en occidente, pero más concretamente, relacionado con el panorama musical global y local. Ambas estábamos investigando lo mismo y nuestra práctica se asemejaba mucho en algunos puntos, así que decidimos trasladar esa complicidad a un espacio común para al final hacer un activismo del goce desde la misma práctica musical a la vez que poníamos muchos temas sobre la mesa – ¡nunca mejor dicho! (Risas).
Hasta hace poco estuvimos en Hangar, pero ahora con iii tengo una relación más intelectual: tenemos un programa en Dublab donde planteamos muchas cuestiones de matriz socio-política en relación a lo que deriva de los imaginarios musicales.
También formas parte del colectivo Zen 55. ¿Qué parte ocupas tú y cómo está conectado a tu proyecto personal?
Zen55 está actualmente en un parón, pero en el momento en que estábamos los seis componentes nuestra idea era experimentar en torno al espacio del club y ver qué nuevos horizontes se podían plantear en Sala Vol, que es mi segunda casa y donde, entre otras cosas, trabajo programando junto a Sergi Egea i Artur Estrada. De algún modo, yo era el link entre el trabajo en grupo y la Sala Vol.
Fue toda una experiencia de aprendizaje tanto para mí como para ellos, pero asimismo para la sala. No es nada fácil plantear nuevos formatos ni trabajar en grupo, pero el simple hecho de preguntarse qué tipo de escucha queríamos plantear, qué espacio ocupaba el baile, qué horarios de fiesta queríamos diseñar y hasta dónde era posible romper y plantear nuevas maneras de fiesta tanto con artistas nacionales como internacionales, de una forma inclusiva… Para mí ha sido muy importante en mi práctica como programadora para entender cómo funcionan los circuitos musicales y qué retos hay en ese trabajo.
Has actuado en Mutek, Club Marabú o Voodoo Club, entre muchos otros, conformándote como una de las agitadoras más activas de la escena barcelonesa. Como conocedora de esta escena, ¿cómo crees que ha evolucionado durante los últimos años? ¿Qué futuro le auguras?
Para mí, Barcelona lleva unos cinco años cambiando el rumbo y en los últimos dos años hemos empezado a ver lo claros que son estos nuevos horizontes. Ahora mismo en la ciudad hay muchos agentes agitadores. Muchos colectivos, muchas fiestas, más salas también, que están planteando su punto de vista, su manera de entender la fiesta y vivir la música, y así mismo su propia filosofía.
Aunque ahora estemos pasando por un momento delicado con toda la situación generada por la alarma del Covid-19, para mí toda esta gente sigue siendo militante y tengo la sensación que, aunque sea en condiciones más precarias (lamentablemente), seguirán trabajando para mejorar el espacio y la experiencia nocturna de la ciudad y para ampliar los parámetros que hasta hace poco estaban muy bien acotados. Poco a poco y cada vez más se van visibilizando las inquietudes de algunas de las distintas comunidades de la ciudad, y para mí, eso, al fin y al cabo, significa que hemos creado una red afectiva y de diálogo.
Precisamente en el Mutek estrenaste un nuevo show, titulado bb5, donde la estética sonora es basada en tu herencia cultural marroquí. ¿Qué quieres explorar a través de la música?
En este proyecto la estética sonora bebe, en parte, de la cultura musical marroquí: recupero ritmos y sonidos, la manera de trabajar la voz y la narrativa. Pero bb5 se basa más concretamente en el choque cultural que se produce entre esta herencia y el mundo occidental contemporáneo en el que he nacido. Siento que con este proyecto he abierto otra puerta para investigar desde otro plano físico, en este caso, cómo perfomatizar desde la voz y cómo crear el escenario perfecto para que esta sea escuchada de una manera muy concreta. Tengo la suerte de contar con Mans O en la producción musical, que entiende perfectamente lo que busco sonoramente.
Es la primera vez que utilizo artísticamente mi primera lengua materna, el bereber, y eso para mí significa mucho. He crecido sin referentes por ser de las primeras generaciones de hijas de migrantes marroquíes en Catalunya. Eso es un hecho ambivalente: por un lado es bueno porque puedes elaborar tú misma tu mapa de referentes y significantes, pero a la vez andas perdida porque lo que vives no es el estandarte común. La música me ha dado referentes y ahora quiero experimentar a través de la creación para ver cómo puedo ficcionar mi realidad a través del sonido. El próximo paso será sacar a la luz el primer tema que recoge minuciosamente las distintas esencias de bb5, siendo el track más ‘árabe’ del repertorio y el más sinuoso.
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Algunos describen tus sesiones como un tipo de literatura sonora, en la que dotas al club de un nuevo significado. ¿Cómo preparas las sesiones? ¿Qué es lo que quieres transmitir en ellas?
Algo que digo mucho es que mi utopía es un escenario mosaico y polifónico donde se representan muchas voces en constante cambio. Pues mis sesiones en menor o mayor medida son esto, querer contar algo desde muchos puntos de vista, como en el libro Las olas, de Virginia Wolf, que gracias a todas las perspectivas de todos los personajes que van apareciendo para relatar la historia hacen que nos llegue una realidad más representativa. Mi propósito es seguir buscando la manera de llevar esto a la pista de baile de una forma más abstracta o concreta.
Ahora que nos encontramos confinados en nuestras casas, has participada por ejemplo en Acid Sessions en una sesión live en Instagram. ¿Cómo estás viviendo estos momentos tan duros para muchos? ¿Qué papel crees que tienen estas actividades culturales online, tanto para los creadores como para la audiencia?
Ha sido y está siendo una montaña rusa. Poder parar sin remordimientos, descansar bien, cocinar, escucharse y, en definitiva, cuidarse ha sido en cierto modo gratificante. En momentos así las prioridades importantes se vislumbran tanto para lo bueno como para lo malo. Está siendo un tiempo de mucha reflexión, de conciencia, confusión en muchos sentidos… Pero sin duda es un momento de cambios.
En un primer instante, no sabía qué opinar de los live streams, estaba confundida porque estábamos delante de una crisis sin precedentes que estaba transformando todo el playground de la industria musical en la que la gran mayoría de artistas han salido vulnerados. Falta de ingresos, falta de derechos, incertidumbre…
Ha pasado un mes y algo y entre tanto he hecho varios live streams: para Paloma Wool, el de Acid House, o el de DJ Mag x #MutekStayHomeSeries. Han sido cada uno de ellos especiales, pequeños experimentos o tentativas, pequeñas demostraciones o entretenimientos, tanto para mí como para la audiencia. Pienso esto porque creo que, con la libertad coartada, hemos empezado a indagar en el sendero virtual y a aprender nuevas herramientas con las que vamos a ir entendiendo y descubriendo mejor las posibilidades del plano online. O al menos a empezar a construir alternativas a poner el cuerpo en carne y hueso, y ojalá que sea de una forma sostenible.
Desconozco cuáles serán los escenarios que nos encontremos cuando se acabe el confinamiento. Si todas las que nos ganamos la vida de la música lo podemos seguir haciendo… Pero bueno, sea lo que sea, tenemos la suerte de recordar por qué algunas cosas son importantes.
Y aunque ahora hablar de futuro parezca una cosa muy lejana, ¿qué es lo primero que quieres hacer cuando la cuarentena llegue a su fin?
Primer de todo me gustaría ver a mis seres queridos y disfrutar un poco de la naturaleza, ambas cosas son lo que más he echado en falta en este confinamiento. Y acto seguido, ponerme a trabajar en las otras partes del show para poder mostraros la performance completa. Tengo muchas ideas ya planteadas pero necesito herramientas que ahora mismo no están a mi alcance estando confinada en casa.
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