La lucha contra los demonios es capaz destruir todo tu talento, o bien convertirse en un motor para alimentarlo. H Roto lleva años en la cuerda floja entre ambas cuestiones y su música es el resultado de ese equilibrio de contradicción: querer expurgar el dolor pero sentirlo propio, enamorarse del amor pero temer las consecuencias del romanticismo, creer en el arte pero no tanto en los artistas… Son algunas de las preocupaciones que la mente de Adrián, a quien nos cuesta apelar por su nombre artístico por su excepcional cercanía humana, plasmada en su próximo proyecto Scorpio.
H Roto irrumpe con estrella desde sus 17 años con un enfoque casi vanguardista del rap español, a pesar de que su humildad no le permita reconocerlo. Su participación en El corro en 2012, bajo la bendición de artistas tan fundamentales para la articulación del género urbano como Xhelazz, y compartiendo escenario con otros nombres emergentes como lo fueron entonces un joven C. Tangana, nos habla de la gran promesa que ha constituido siempre su música.

Tras unos años de silencio, Motel sale a la luz en 2020. Un álbum de luces y sombras que habla del miedo al futuro frente a los fantasmas del pasado, de luchas cíclicas entre vicios y pasiones. La esperada vuelta al ruedo que venía ya prometida por Rally, un sencillo en colaboración con el que es considerado como rey del trap hispanoparlante, Duki. La versatilidad y el talento de Adrián es lo que le ha llevado a Riders, la nueva serie de Playz. En ella interpreta a Volox, un músico urbano famoso al que una de las protagonistas intenta impresionar.

Por suerte, esta vez no tendremos que esperar tanto para volver a escuchar la voz rasgada y profunda de H Roto. El cantante anunció su nuevo proyecto, Scorpio aún sin fecha de salida concretada pero que viene prometido para finales de año. El single que acaba de ver la luz hace unos días, Me tienes echo un lío con el productor Garzi, demuestra el éxito de la combinación de su faceta interpretativa con un despliegue de talento también en lo musical, que promete comerse el panorama urbano este verano. La estrella ha vuelto al escenario, y a la ciudad.
Me gustaría comenzar hablando de los inicios. Tú que has compartido escenarios desde que eras adolescente con muchos otros artistas que ahora son internacionalmente conocidos, ¿qué análisis haces del panorama musical urbano y de cómo ha evolucionado en los últimos 10 años?
Por un lado, a nivel industrial, España se ha reposicionado en el mapa y somos una especie de ‘nuevo pop’. Existe una gran pluralidad de voces que permite que fluya la libertad creativa y la música se democratice… pero también pienso que se prostituye un poco todo, quizá porque yo tenga una visión romántica de las cosas. Se vuelve un popurrí confuso y siento que me queda algo grande. Parece que en todos los barrios de chavales el que te escucha también es ‘artista’. Al final, que todo el mundo pueda aportar su visión termina por desvirtuar. Es muy efímero, pero me inspira ver cómo todo se va a la mierda, la verdad.
Muchos de esos artistas eran de Madrid, igual que tú. ¿En qué crees que se diferencia esta ciudad del resto de España a la hora de hacer música?
En su momento no sé, pero hoy en día cada vez en menos. Ahora venir al centro a estudiar es muy normal. Un chaval de Albacete puede ser el más pegado porque todo el mundo se siente un poco de ciudad y reniega de sus raíces pueblerinas. En realidad, yo soy de Aranjuez, pero he pateado mucho centro de joven por el hambre de anécdota.
Eso es lo que creo que diferenciaba Madrid: invertir en anécdota. Enamorarte por la calle siete veces en un día, vivir mil experiencias, estar en los momentos en los que tienes que estar. No sé si tanto porque fuera real, o por transmitir el cliché de lo que considerábamos la ciudad.
No obstante, estoy en un punto de la vida mucho más tranquilo. En el rancho. Me imagino a mí mismo como el que cuida los caballos del típico rancho al que la nena de ciudad va a visitar cuando va a ver su tío. Ya no bajo tanto a Madrid porque vuelvo contaminado del gran escaparate: veo a alguien más fuerte que yo, de repente necesito unas zapatillas nuevas, etc. Vuelvo sin saber quién soy ni quién quiero ser.
Ahora, respecto a ti, ¿cómo crees que ha cambiado tu música y tu visión de la industria? ¿Qué se mantiene intacto?
Han cambiado muchas cosas. Al principio creaba de una manera muy pura e inocente, en la que me volcaba por completo porque no era consciente del peligro que podía suponer desnudarme así. Era bonito, lo disfruté mucho, pero de repente me vi acorralado y vulnerable. Poco a poco vas generando un producto cultural que te comprometa menos emocionalmente, porque no puedes estar todo el día desangrándote. No era sano, o al menos no para mí.
También creo que la persona que yo soy tiene un público mucho más limitado. Inevitablemente intentas llegar a una gran masa que piense un poco menos las cosas y consuma narrativas más simples. Siento decirlo así, pero es música para gente que no le gusta tanto la música. Si haces algo pseudointelectual, proyectándote del tú a tú, esa persona no va a fanatizar tanto ni va a llorar por ti, no va a pagar tus camisetas.
Hay quien me dice que he cambiado, pero te tomas un café conmigo y ves que no es así. Solo que soy más comedido con lo que muestro. Lo guardo para ocasiones más especiales.
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Es precisamente por la reputación que te precede que artistas del calibre de Duki han declarado ser fans tuyos desde los inicios. De ahí que surgieran colaboraciones tan exitosas como Rally, que hoy en día supera los 3 millones de visualizaciones en YouTube. ¿Crees que el respeto entre artistas está por encima de las cifras y los followers, o que el dinero ha cambiado el orden de todo?
Lo de Duki es loquísimo, porque él conoce temas míos de los que yo ni me acuerdo. Lo que ocurre hoy en día en Argentina nunca se ha visto.
Respecto a tu pregunta, pues depende de qué artista. Yo tengo a gente con la que pongo la boca pequeña a la hora de mostrarle lo que estoy haciendo porque los respeto como persona y como artista. Pero el dinero inevitablemente forma parte. Esto es un negocio y hay que tomar píldoras de los dos bandos. Habrá quien pueda permitirse el lujo de ser únicamente fiel a su esencia y colaborar solo con artistas que respete; pero llegados a cierto punto también hay que ser consciente de nuestra propia capacidad de generar dinero. Sí, el respeto está por encima, pero en un entorno íntimo.
Tu próximo proyecto se llama Scorpio y verá la luz a finales de año. El escorpión es un animal que parece causar mucha fascinación a los músicos. También Drake decidió también lanzar un álbum entero bajo este concepto. ¿Qué es lo que te llama la atención a ti y en qué te identificas?
Yo de la astrología soy friki amateur: me gusta mucho, conozco poco. Nunca he levantado una bandera ni por mi país ni por mi colegio, nunca me he sentido muy partícipe de ningún colectivo; pero siempre me ha gustado ser escorpio. Es algo que me han recalcado mucho, “es que eres escorpio”, y en realidad me daba un poco igual hasta que al final he dicho, ¿sabes qué? Pues sí, lo soy.
Cierto es también que los matices asociados me definen bastante. Me considero una persona intensa, impulsiva, oscura, puede que venenosa a veces a mi pesar y, en general, complicada. “Hay que conocerle” es una frase que siempre se me ha dicho mucho.
El nombre del proyecto en realidad fue dado a posteriori, porque escuché las canciones y pensé “¡Madre mía, qué tostón de intensidad!”. Vi que existía ese nexo común.
Ahora mismo está habiendo un revival de todo lo emo, porque la sociedad está mucho más preparada y abierta para enfrentar lo emocional incluso si es triste u oscuro. ¿Crees que colindas con esa filosofía?
No. Mi forma de plantearlo es desde la superación, me molestaría que me tuvieran pena. Nunca he sido muy emo, tiro más por algo estilo Johnny Cash. Profundidad desolada, pero sin miedo a la misma. Es algo que no me pesa, estoy habituado a sacar pecho de mi propia oscuridad.
Publicaste el primer adelanto del disco Tan lejos un catorce de febrero. En contra de lo que podríamos esperar, se trata de una canción con un planteamiento del amor algo negativo, que ve el enamoramiento como una fuerza más potente que nosotros mismos. ¿Has perdido la fe en el romanticismo?
No, qué va. Soy súper romántico y es lo que me alimenta. De hecho, no se me da bien esta nueva versión de relaciones. Creo que son una evolución para la humanidad a nivel de salud mental y entrar en muchos menos callejones, pero a mí me encanta el callejón. Es una estantería que ya tengo diseñada y de todos los problemas que tengo, ese es uno que la verdad no me apetece tocar. Qué le voy a hacer, me gusta que duela. También me parece que parte de la vida implica no entenderla a la perfección. Es duro sufrir, pero al mismo tiempo me nutre. Es paradójico.
La canción parece incluso una despedida, sin embargo, en una entrevista reciente explicabas que eso de lo que te despides no es tanto un amor sino también de la soltería. ¿Qué es lo que te inspira de ello?
No era que me alejara de la soltería, sino que estaba en un punto muy desentendido. Llevaba tiempo en una etapa algo superficial, chulesca, y de repente me vi metiéndome en una cuestión muy profunda sin ningún tipo de cuidado.
Me tienes hecho un lío, segundo single de Scorpio, nos narra la frustración de intentar llamar la atención de alguien que nos gusta sin éxito. ¿Es el próximo disco un canto al desamor y a la frustración? ¿Te ha servido para curar alguna herida enquistada, quizás?
Más bien es una exploración del amor en sus facetas. La canción no es tanto un desamor, porque que te confundan en el amor no es lo más agradable pero tampoco es como para morirse. No ha sido premeditado, pero el amor juega un papel fundamental en mi vida y, por ende, en mis inspiraciones. Cuando he intentado otras temáticas me siento un poco novato. Sé que es un traje que me queda bien y con el que me siento cómodo.
A mí la música me abre más heridas de las que me cura. Si escucho una canción oscura, me transporta al precipicio del artista y a esa angustia. Pero no deja de ser un mal agradable, como una droga.
Además del disco, recientemente tú y tu productor, Garzi, os habéis lanzado a versionar temas de reggaeton como El makinon o Fiel con un toque de feria flamenca en compañía de Marko Italia, María Sanchez y Gypsy La Fe. ¿Por qué? ¿Echas de menos poder divertirte con la música ahora que es tu profesión?
Tal cual (risas). Pensar en estudios, en ser imagen pública y en toda la circunvalación a ello para mí se ha tornado un poco agobiante y extraño. Me asusta sentirme fracasado si sale mal, y no saber gestionarlo si sale bien.
Y con esto, pues nos hemos juntado cuatro estúpidos para despojarnos el disfraz y disfrutar de la música mientras suena “olé, olé, olé” (risas). No tiene pretensión. Queríamos que oliera a Caribe Mix 2021 e imaginárnosla sonando en los coches de choque. Si no podemos tener la canción del verano, pues la quitamos y hacemos nuestra versión canalla. Ojalá termine el verano con un disco de doce canciones de las que ni me acuerde y escucharlo con 50 años pensando en cuánto lo disfruté.
Tu faceta como músico ha sido muy reputada desde tu adolescencia, pero el público general desconocía tu interés hacia la actuación. Recientemente has hecho un papel en la serie Riders y también has aportado parte de la banda sonora. ¿Cuándo se despertó tu interés hacia la gran pantalla?
Desde niño he sentido que un artista debe ser multidisciplinar, y aquellos a quienes yo admiraba, lo eran. Para mí tienes que poder respaldar en una entrevista o cantando la misma idea que transmites. El cine independiente me llama mucho la atención y es algo en lo que me he educado, por suerte. Me he criado entre puristas.
¿Cómo se dio la oportunidad?
Me llamaron y me pidieron que llevara a un par de amigos, así que pillé a Garzi, a Óscar El Legal y de ahí que fui. Fue muy guay, aunque fuera un papel algo caricaturesco. Pero les agradezco la oportunidad y la disfruté.
¿Te han ofrecido algo en esta línea a lo que hayas preferido decir que no?
Yo no digo que no, lo dicen ellos (risas). A los 18 me ofrecieron un papel de coprotagonista para un corto para BRBR FIlms. Se llamaba Niña y era muy original, con poco diálogo, del estilo de 400 golpes de François Truffaut. También en su día me llamaron las directoras de casting de Élite para hacer de Nano, pero no terminó de funcionar.
¿Te apetece más hacer cine que música ahora mismo?
No es tanto que me apetezca una cosa más que la otra, sino que la interpretación me pilla más fresco. La música es lo mío y siempre estará conmigo, pero siento que me la he pasado ya.
Me aburre un poco ser ‘el H Roto’. Me ambiciona también componer para otra gente, ayudar a los que estén empezando o ponerme en situaciones ajenas a mí mismo en la que se demuestre la técnica y la capacidad de estructuración mental. Cualquier cosa que me quede por descubrir.
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