El artista gaditano Daniel Mesa aka Daniel Van Lion vuelve pisando fuerte con su nuevo proyecto, UVVA (Menta) que vio la luz a finales de 2020. El álbum cuenta con once temas a través de los que ha conseguido crear un especie de viaje místico que relata un futuro distópico saturado por la maquinaria tecnólogica. Como buen conocedor de las teorías transhumanistas, Daniel Van Lion nos adentra en el mundo de las tecnorreligiones mostrando como en el futuro que él se imagina acabaremos rindiendo culto hacia las nuevas formas de inteligencia y dominación.
Empecemos conociéndote un poco, ¿puedes contarnos brevemente quién es Daniel Van Lion? ¿De qué forma concibes o entiendes la música electrónica?
Daniel Van Lion es un alter ego que me acompaña desde hace ya varios años y con el que he publicado algunos EPs y un par de álbumes. En relación a la pregunta, nunca he sido muy partidario de hacer esa separación con la música electrónica. Si tuviera que definir el concepto de 'música electrónica', me limitaría a decir que es música ejecutada con sistemas electrónicos o informáticos. Pero, ¿qué significa esto hoy cuando un gran porcentaje de la música que oímos está producida con un ordenador?
Otra historia diferente sería hablar de música dance, industrial o tecHno. Entonces sí que diría que aquellos géneros que han estado siempre ligados a la cultura de club se encuentran en uno de sus mejores momentos, probablemente gracias a que cada vez nos atrevemos más a mezclar estilos, revisar la tradición y experimentar con nuevas dinámicas y estructuras, y no por ello tener que militar exclusivamente en el circuito underground.
En 2018 nos sorprendiste con Tropismes, tu primer LP; 2 años después lanzas UVVA. ¿Qué tiene este último trabajo que lo diferencie de lo anterior?
Creo que la principal diferencia entre ambos es que en Tropismes la inspiración estaba fuera –concretamente en la vida de las plantas y en la interacción entre ellas– y en UVVA he procurado mirar más hacia dentro.
Ahora me doy cuenta de que este disco me ha servido para librarme de muchos tics de una electrónica que se daba mucho en los primeros años de los 2000, como el uso de la síncopa en líneas de bajo, incluir melodías más previsibles o un tipo de pads muy concretos que hoy me cansan sobremanera.
Es parte de la vida. Uno va evolucionando, descubriendo nuevas cosas, y olvidando y declinando otras. Supongo que con el tiempo se me hace menos imprescindible gustar o enmarcarme en un estilo concreto. Creo que esto se refleja en este nuevo trabajo.
He leído que, a la hora de crear un nuevo disco, siempre trabajas sobre un concepto o un mood concreto, ¿sobre qué ha sido en el caso de UVVA?
Sí, es cierto, aunque no es algo que yo medite de antemano. Es más bien una actitud que te predispone a asociar ideas y conceptos con los que te has topado regularmente en los últimos meses, y que poco a poco, y con la incursión de elementos externos –en mi caso, los sonidos, la música–, empiezan a conectar a través de la experiencia creativa.
A medida que iba componiendo los diferentes cortes me fui dando cuenta de que estaba haciendo un disco conceptual, con una temática que se concretaba poco a poco en torno a la experiencia mística en un futuro distópico. Por un lado, estaba todo lo relacionado con lo litúrgico, lo ritualizado; y por otro, la creación de cultos alrededor de nuevas formas de inteligencia y de dominación, saturados y sobrecargados por la maquinaria tecnológica.
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En UVVA exploras diferentes géneros dentro de la electrónica y te decantas por la experimentación y, aún así, da la sensación de que se narra una historia dotada de sentido desde el principio hasta el fin. ¿Cómo consigues fusionar todos estos sonidos diferentes y, aún así, dar significado completo al LP?
Cuando compones un disco en 3 meses, es más probable que el resultado suene más coherente y circular que si lo compones en 3 años. Tiene mucho que ver con lo que hablábamos del mood. Cuando te pasas días leyendo acerca de una temática, buscando referencias visuales o sonoras y buceando en la web al final eso se acaba reflejando en lo que creas. Supongo que es lo que ocurre en UVVA, que desde el minuto cero he tenido la cabeza en un mismo lugar.
Salmo Binnario y Evvangelia fueron lanzados como singles antes del álbum. ¿Por qué escogiste presentar estos dos temas como adelanto? ¿Crees que son las canciones que mejor representan la esencia del disco o simplemente fue así de manera natural?
Elegí Salmo Binnario como primer single porque creo que es un corte que transmite muy bien la idea global del LP. A mí me suena como una canción de música sacra compuesta para un club, pero es una percepción personal, claro. Me parecía, además, que era uno de los temas con más fuerza del disco, sobre todo cuando entra la parte gabber del final.
La elección del segundo single, Evvangelia, no fue realmente una decisión mía. Tenía ganas de colaborar con el artista visual Diego López Bueno, más conocido por su alias artístico Tirador, y le pedí que fuera él quien eligiera el corte al que quería ponerle imágenes. Un día después me escribió convencido de que tenía que ser ese. Y ese fue.
Tanto los títulos de los temas como el del disco contienen alguna letra repetida por dos. ¿Tiene esto algún significado con respecto al concepto del disco o es un detalle meramente estético?
Una de las teorías que comparten varias tecnorreligiones es que la tecnología hará posible la inmortalidad del ser humano mediante el proceso de clonación. La duplicación de la memoria y de las emociones humanas es una idea muy presente en muchas teorías transhumanistas y ya hay asociaciones de que propugnan el derecho a alterar sus mentes con la aplicación de ingeniería genética. Como guiño a esta idea decidí 'clonar' una letra en el título del álbum y de las canciones, lo que además aportaba sentido de unidad al álbum.
Cuéntanos algo sobre el artwork, ¿de quién es? ¿En qué manera se relaciona con el concepto del disco?
El universo gráfico del disco lo ha creado la artista y escultora 3D Irene Gaumé. Hace unos años vi una animación suya en un concierto de Somadamantina en La Casa Encendida. Me flipó pero no conseguí saber de quién era. Casualmente, una amiga me habló de ella para una posible colaboración y, al entrar en su Instagram para mirar su trabajo, vi que era ella. Con un signo así, estaba claro que la portada de UVVA tenía que ser suya. La llamé, quedamos, le conté el concepto del disco y poco a poco fue dando a luz al gran útero violeta clonador de la portada. Es un artwork muy especial porque cuenta también con una versión en movimiento y con imágenes del 'útero' desde otras perspectivas.
UVVA se ha lanzado bajo el sello independiente de Madrid, Menta, que apoya sobre todo a los músicos locales. Háblanos de cómo ha sido trabajar con ellos esta segunda vez.
A diferencia de Tropismes, cuya mezcla se hizo codo con codo con Lionel (Menta), esta vez no quise dar muchas señales ni enseñar mucho hasta tener el disco casi atado. Menta más que un sello es una especie de familia. Raúl es la cabeza que controla todo desde Barcelona, pero también están en Madrid gente como Omar, Pedro y el resto de Ciénaga, que de alguna manera son también parte del proyecto. La verdad es que mi relación con Menta se parece más a un “Eh, colegas, que he hecho un disco” que a una relación convencional entre sello y artista.
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Estamos viviendo unos tiempos bastante oscuros para los artistas y el mundo de la cultura en general. ¿Cómo has gestionado tu creatividad y productividad durante la pandemia?
Aunque hay días y días, en general para mí está siendo un periodo muy productivo en ese aspecto y un buen momento para reconectar conmigo mismo. Creo que el hecho de que ahora haya menos eventos y oportunidades de convivencia me ha vuelto más 'para dentro', lo que también me ha llevado a disfrutar más de los ratos a solas en el estudio, o incluso a sustituir la vida social por colaboraciones online con otros músicos.
Por último, ¿nos podrías adelantar un poco sobre planes de futuro? ¿Hay algún proyecto en el que estés trabajando?
Está previsto pronto el lanzamiento de un remix que he hecho de una canción de la banda madrileña Error Humano, cuyo disco Pantopia recomiendo encarecidamente. Tengo también en marcha un proyecto junto a un músico de Utah que todavía no sabemos cuándo verá la luz, así como un par de colaboraciones que espero publicar a lo largo de este año.