En Nobrow solo fui de becaria el año anterior a graduarme. Tuve la suerte de conseguir una beca para realizar prácticas en algún país de la Unión Europea y acabé en Nobrow gracias al contacto de un profesor que había trabajado para ellos. Por entonces, la revista no llegaba ni a los dos años. Y allí no trabajé de ilustradora, más bien de ayudante en todo lo que se necesitara (desde serigrafía hasta comunicación, preparar presentaciones, etc.). Así que podría decir que nunca he trabajado de ilustradora en una editorial, siempre ha sido por cuenta propia.
Empezando por los contras, la ilustración es una profesión a nivel nacional y (esto ya parece algo repetitivo) muy poco valorada en el aspecto económico: debes batallar más para que te paguen bien (y a tiempo). Es una profesión en la que se te puede ir un poco de las manos el no dormir o el trabajar los 7 días de la semana, en la que, y creo que en parte por las redes sociales, parece que “compitas” por los trabajos (esto me ha pasado pocas veces, pero lo he escuchado muchas) y, en definitiva, que agota mucho económicamente, es decir, que entre que te salen trabajos, te pagan bien y a tiempo, pagas la cuota de autónomos y te acuerdas de descansar, parece que se te olvida que lo importante es dibujar a gusto.
Los pros, claro, quizá parecen menos, pero a nivel anímico son más importantes, como por ejemplo la satisfacción que da cuando te llega un proyecto para una editorial, revista o grupo con el que te hacía mucha ilusión trabajar, el que a veces tengas que viajar y conocer a personas cuyo trabajo admiras, el que puedas hacerte un horario a tu ritmo, y, sobre todo, el estar haciendo algo que se supone que te gusta.