Dibujos, sillas, lámparas, cerámicas, macetas de PVC… Todo esto y mucho más es lo que es capaz de crear el incombustible diseñador Cristian Montesinos, que busca constantemente poder experimentar. El método de prueba y error es su favorito, y arriesgarse es un verbo que conoce a la perfección. Es polifacético, atrevido y auténtico: no le importa criticar la hipocresía de las instituciones o la dejadez de la industria española respecto al tejido joven y creativo. Por todo ello, nos interesó descubrir quién es y qué hace, así que decidimos charlar con él.
¿Podrías definir y sintetizar tu trabajo en una frase?
Buena pregunta para empezar. Bueno, la concepción que tengo sobre lo que hago es que es una experimentación constante, multi-formato y totalmente desinhibida. La conexión entre los distintos proyectos que desarrollo son los objetos y su significado en el momento que vivimos.
Eres diseñador de producto. ¿Cuándo supiste que querías serlo? Y si no lo fueras, ¿qué otra profesión te gustaría ejercer?
Siempre supe que, de un modo u otro, mi trabajo giraría en torno a la creación de objetos, y así ha sido, en el sentido más amplio de la palabra...
Haces desde una serie de dibujos, hasta sillas o lámparas entre otros. ¿Qué ventajas y qué inconvenientes tiene ser tan polifacético? ¿Te ves especializándote o centrándote en algo concreto?
Mi trabajo lo condiciono de forma muy consciente a la posibilidad de un proceso o un material en el que intuyo algo, pero esto no significa gran cosa. Básicamente es que mis procesos son autónomos y no necesito que esta empresa o este fabricante me facilite esto o aquello. Simplemente me adecuo a las circunstancias y, a veces, mis trabajos adquieren la forma de taburetes, a veces de dibujos y a veces ni siquiera tienen por qué ser algo. Me gustaría dedicarle más tiempo al diseño de mobiliario: es un mundo muy rico en significados y trabaja con lenguajes que todos, de una forma u otra, podemos comprender.
Como tú mismo afirmas, usas tanto un rotulador como un programa de diseño en 3D o un martillo. ¿Hay algún material, técnica o herramienta con el que todavía no hayas trabajado (o experimentado) pero que quieras probar algún día?
La verdad es que no me interesan especialmente los materiales en sí, sino los procesos mediante los cuales llegan a ser algo, no estrictamente en un sentido formal y utilitario. Por ejemplo, el proyecto de Cuatrodedos Ceramics nació por las facilidades que encontré para trabajar con cerámica, quiero decir, aquí cerca hay una tienda donde podía comprar todo tipo de arcillas y alquilar el horno... ¿Me sigues? El proyecto se materializó porque buscaba perder el control, desarrollar nuevas ideas a través de la prueba y el error. Que fuese cerámica o cualquier otro material era lo menos importante. Cuando decido desarrollar un proyecto tan personal, uno que surja por mi necesidad de plantear cosas, quiero sorprenderme. No acostumbro a conocer las técnicas o los materiales en profundidad antes de decidir trabajar. Me gusta intentar hacerlo sin condicionantes previos. Claro está que a medida que profundizas descubres las limitaciones, pero también se desarrollan procesos que las contrarrestan e ideas totalmente inesperadas. Eso es lo que busco.
A menudo trabajas con Maria José Ribas, quien te ayuda en la fotografía y dirección artística de algunos de tus objetos, y además habéis hecho vídeos juntos. ¿Cómo es vuestra relación? ¿Qué te aporta colaborar con ella?
Suelo decirle que ella es el 50% del estudio, y es verdad me resulta complicado recordar algún proyecto en el que Marijo no haya participado de una manera u otra. Hace casi siete años que estamos juntos –somos pareja– y sabemos de qué pie cojea cada uno. Yo suelo hacer de modelo o de operador de cámara en sus vídeos y ella hace lo que quiere en mis proyectos (risas). Tenemos un colectivo,Workxfood, con el que hemos hecho algunos proyectos interesantes, pero ahora está un poco parado. Es difícil encontrar tiempo para desarrollar cosas nuevas. Con Cuatrodedos Ceramics ha sido todo mucho más intenso, ya que ella se ha encargado de la dirección de arte y la fotografía al 100%. Ha sido la primera vez que ha trabajado en uno de mis proyectos de manera totalmente autónoma, y estoy muy contento con esa visión naif-pospo que ha captado en las piezas.
También hicisteis juntos una serie de fotografías inspirada en las pinturas de Rembrandt. ¿Qué otros artistas admiras o te sirven de referente?
Tanto la idea como la realización es de Marijo. Me planteó el proyecto y me pareció muy interesante que formase parte del resto como una pieza más. Fue bastante complicado: la única iluminación que hay en las escenas en una vela normal y corriente, así que te puedes imaginar cómo fue conseguir la foto adecuada que cada bodegón necesita. Por lo general no sigo a nadie en concreto. Me interesan las personas que trabajan con la arquitectura, el diseño de objetos, la pintura, el vídeo, etc. y que son capaces de trabajar en otros formatos, arriesgar y comunicarlo de forma efectiva.
En uno de tus proyectos más recientes, Entropía, introduces el caos como un valor en el diseño de producto y desafías los parámetros preestablecidos. ¿Qué significa introducir el caos? ¿Cómo se hace? ¿Qué pretendes conseguir con este proyecto?
El mercado está roto y no creo que la “crisis” tenga toda la culpa, los usuarios compran productos de una o dos marcas, no más, y todos los hogares, centros de trabajo y demás, son fotocopias los unos de los otros. Cuando se habla de globalización realmente se está hablando de una estandarización brutal. Es necesario desarrollar nuevas estrategias que permitan a la gente volver a emocionarse con lo cotidiano, amar aquello que les rodea. Yo apuesto por el valor emocional de la unicidad. Es como el trabajo de un artesano: puedes captar las imperfecciones y los detalles que hacen que cada objeto, por simple que sea, sea diferente a otro. Esto es lo que propongo con Entropía. En este proyecto quiero infiltrar pequeñas acciones disruptivas en los sistemas de producción, y alterar la industria para que los frutos resultantes sean diferentes los unos de los otros. La primera acción ha consistido en una serie de 10 taburetes en la que yo mismo he sido el operario situado en la última posición de la cadena de producción, con 20 minutos para trabajar con una lijadora sobre cada uno de los taburetes y sus capas de pintura de colores.
Si lo he entendido bien, en el proyecto EFS buscabas la geometría vital a través del dibujo y, en EFSII, materializaste algunos de esos dibujos con madera y materiales reciclados. ¿Cómo fue el proceso de convertir un dibujo en objeto? ¿Por qué decidiste materializar la misma idea en dos medios diferentes o con dos técnicas distintas?
Por esas fechas yo no estaba demasiado bien anímicamente y trabajaba mucho los dibujos sistematizados, dibujaba sin prestarle demasiada atención a lo que estaba haciendo. Entonces acabé una libreta tardísimo y, al mirar lo que había hecho, me di cuenta que los dibujos eran un mantra que me repetía inconscientemente, una especie de meta... Necesitaba conseguir un poco de estabilidad para repensar qué quería hacer con mi vida. EFS significa equilibrio frágil y simétrico. Un tiempo después, cinco de los dibujos de esa libreta fueron editados por 180 hilos. Las piezas físicas de este proyecto, EFSII, surgieron de manera muy natural. Recogía maderas de la calle y empecé a seleccionarlas y trabajarlas; poco después, hice una colección de pequeñas pseudo-arquitecturas en madera pigmentada, sin más.
En el proyecto Jardín Florido creaste objetos destinados a la jardinería a partir de PVC reciclado. Cuéntanos un poco más.
Pues este proyecto nació de un workshop que SURTIDO (asociación de jóvenes diseñadores ya extinta) organizó para VAHO, que se dedica a reciclar las banderolas que el Ayuntamiento de Barcelona utiliza para hacer publicidad (estas banderolas que cuelgan de las farolas). Estas banderolas son de PVC –un material que, cuando ya ha cumplido con su vida útil, no puede ser reciclado y se incinera, y que desprende gases extremadamente nocivos. Teniendo en cuenta los esfuerzos que se hacen para concienciar a los ciudadanos sobre el reciclaje, esto me pareció muy, muy absurdo. Cuando se planteó que esta marca buscaba nuevas aplicaciones para el material, y tras documentarme sobre lo que era el PVC, lo vi muy claro. Finalmente creo que todos los diseñadores acabamos diseñando macetas: grandes, pequeñas, redondas, cuadradas, etc. Y por descontado que la idea que plantee murió ahí, ¡pero yo me divertí mucho haciendo todo tipo de patrones imposibles!
A través de tus creaciones criticas diversos temas: la contaminación y la hipocresía (Jardín Florido), la estructura o jerarquía social (51 tronos) o la sustitución de la fe en el futuro por la banalidad de objetos con obsolescencia programada (Futuro Presente). ¿Crees que, como artista y creador, tienes el deber usar tu voz para defender temas sociales y políticos? ¿Por qué?
Más allá de mi profesión, mis intereses pasan por vivir de forma consciente la contemporaneidad. Todos los temas que trato en mis proyectos son temas que me interesan y sobre los que tengo algo que decir. No entendería hacer lo contrario e imponerme una autocensura en aquello que me interesa por miedo a estar haciendo algo impropio o meterme donde no me llaman.
Algunas de tus creaciones, como la Blabla chair o el 100pies sofá forman parte de la colección permanente del Museo del Diseño de Barcelona. ¡Esto es todo un logro! ¿Cómo te sentiste al saber que tus obras estarían allí?
Esas piezas las desarrollé juntamente con Rafel Oliva en el 2009, y cuando nos enteramos del interés del museo nos alegramos mucho, la verdad. Lo que pasa es que ese reconocimiento no debería de haber venido por parte de un ente público. Yo soy muy crítico con la industria que tenemos, siempre me ha parecido que no se merece el tejido creativo del país. La colección a la que pertenecen 100Pies y Blabla fue un ensayo, un intento para que las marcas y demás gallifantes pusieran sus ojos sobre algo que estaba pasando: el uso de materiales realmente ecológicos como el corcho y la irrupción de las artesanías europeas en la producción de mobiliario. Todo lo que diseñamos y producimos eran prototipos, símbolos del potencial de unas técnicas, unos materiales y mucha poca vergüenza al diseñar. Nosotros hicimos nuestra parte sin un euro de dinero público... Pero, a día de hoy, dos de las piezas están en un museo y ningún fabricante ni siquiera nos preguntó por ellas. Eso sí, fuera de España, artículos de prensa, blogs y todo eso.
¿Tienes pensado algún proyecto que crees que sería tu obra maestra? ¿Alguna creación en la que convergieran todo tu talento, personalidad y persona?
Prefiero pensar en cosas que vayan sumando, cosas de diferentes disciplinas que, con el paso del tiempo, conformen un todo.
Y ya para terminar, ¿en qué proyectos estás trabajando ahora?
Sigo trabajando con el proyecto Entropía y me gustaría poder introducirlo en una industria real, ya que ese es el objetivo. Las piezas que tengo son muestras que utilizo para explicar el proyecto (aunque están a la venta en la tienda online, claro). Por otro lado, estoy trabajando una propuesta para desarrollar un proyecto de dinamización de la artesanía. Este verano he estado viendo cosas muy interesantes y muchas ideas que aportar. Desde que empecé a trabajar diseñando objetos siempre me ha fascinado el trabajo de los artesanos, y una parte importante de mis intereses pasa por potenciar modos locales y sostenibles de seguir produciendo cosas que emocionen a la gente... ¡Hasta aquí puedo contar!
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