“Cuando bailamos, tenemos la sensación de que el tiempo, el espacio y el cuerpo son acuosos, fluyen, no tienen una medida concreta.” Así nos explica Candela Capitán lo que siente cuando baila. No podíamos pensar una mejor forma de describir a esta coreógrafa y bailarina que a través de sus propias palabras. Ha trabajado con varias marcas como Nike, Dior o Undercover, con coreógrafos como Damien Jalet –responsable, entre otros, de la coreografía de Suspiria de Luca Guadagnino– y ha participado en diversos proyectos como en el festival Loom en 2019.
En todas sus interpretaciones, sus movimientos alcanzan una dimensión poética, y es que Candela tiene claro que el baile “genera un placer físico personal directo, y toda rama del arte ha de nacer de un goce interno”. Su inspiración procede del cine, de los libros, de los cocineros, de los coreógrafos, de los jóvenes cercanos o de los viejos conocidos, hasta de la música de los clubs, pues para ella, la época en la que vivimos “está cargada de inputs que hay que coger de todas partes”.

Y hablando de clubs… en la entrevista nos adelanta que la explosión de inspiración que la noche nos puede aportar estará presente en el Loom 2020, así como la reflexión de los discursos en las plataformas acerca de la sexualidad. También nos adelanta que la primera edición de Lesionada Bendición, un nuevo espacio para las artes performativas, la danza y la música que está creando en Abaixadors10, será el próximo 13 de marzo, con un line up que se acaba de desvelar.
¿El baile ha sido siempre una necesidad para ti? ¿Cómo se inició esta profunda relación entre tu persona y el baile, y cómo ha ido evolucionando?
Sí, el baile es una disciplina física y mental que, además de ser mi herramienta de trabajo, ayuda a conectar directamente con mi interior, una meditación. Últimamente mi trabajo no está totalmente enfocado a el baile concretamente sino a la coreografía. El ‘orden’ del movimiento de cuerpo vivo o material en relación a un espacio, tiempo o idea, y aunque no esté trabajando hacia algo de danza, ir a ensayar me ayuda a concentrarme, conectar ideas que no consigo unir cuando no bailo. Además es una práctica extática, genera un placer físico personal directo, y toda rama del arte debe nacer de un goce interno.
Dices que a través del baile entras en un estado en el que tus pensamientos, sentimientos, deseos y necesidades no se contradicen entre ellos. ¿Es este el motivo de tu pasión por la danza? ¿Qué más sientes cuando bailas?
Bueno, sí. Esta frase tiene unos años, pero tiene relación directa con la respuesta de la primera pregunta. Es como una meditación, cuando bailamos, tenemos la sensación de que el tiempo, el espacio y el cuerpo son acuosos, fluyen, no tienen una medida concreta. También hablando de la mente, cuando bailamos pensamos mucho –en la técnica, en el orden de los movimientos, en las sensaciones, la adrenalina… Pero el pensamiento también es fluido, se conecta uno con el otro. Es una sensación parecida a la de antes de irte a dormir, cuando piensas en todas las satisfacciones y problemas del día pero a la vez te estás durmiendo. El cuerpo cansado, el placer de estar en la cama, y ningún pensamiento perdura por mucho tiempo.
¿Cuáles han sido tus principales referentes/inspiraciones en tu forma de entender el baile o incluso el movimiento del cuerpo?
Mi principal inspiración viene del cine y de los libros, de los cocineros y coreógrafos, de mis jóvenes cercanos y de los viejos conocidos. De la sed de conocer y del ansia por el placer.
Cada actuación es diferente, pues proyecta un mundo, una historia particular. ¿Cómo preparas tu cuerpo antes de bailar?
Los bailarines tenemos una obsesión (sobre todo en España) que mientras más, más. Esto quiere decir que, a mí como bailarina, me han educado a ensayar y vivir la danza de una forma muy extrema, que no exista nada más; mientras más ensayes, veas danza y te codees con personas de la danza, mejor bailarín y mejor futuro tendrás. Esta es una respuesta muy recurrente en mis entrevistas, pero insisto mucho porque, como bailarina, necesito un futuro más interdisciplinar, más interesante. No quiero sonar sobrada, pero en la época que vivimos tenemos inputs que hay que coger de todas partes.
Respondiendo a la pregunta, esto quiere decir que, dependiendo del trabajo en el que estemos realizando, el cuerpo y la mente se tienen que preparar conforme a lo que estemos preparando, pero no solo con una técnica de danza específica. Además de lo físico, hay que entrar en una atmósfera precisa, en una época, en un tiempo, en una película, una actualidad, un universo…
Algo que está muy presente en tu imaginario es la naturaleza. Dices que te encanta bailar en el campo, y en la pasada edición del Loom, te vimos con un montón de insectos por encima. ¿Qué más forma parte de tu imaginario?
Me encanta la naturaleza, sí, pero a la vez soy una artista post-internet, amo las nuevas tecnologías y las redes sociales, pero de la naturaleza nace todo. Precisamente Mantis, three hours of coffin es una vitrina o ataúd de un museo de la naturaleza virtual, donde las Mantis (virtuales) son las únicas que pueden controlar lo mundano.
Has dicho que encuentras la inspiración en la música porque te traslada a otros mundos. ¿Cuáles son los tracks que más te inspiran en la actualidad?
Hablando de música, más que tracks, ahora mismo me gustaría resaltar la cultura de club, algo que he desarrollado más gracias a Maricas –una fiesta queer, aquí en Barcelona, que llevan tres chicas Isabella (DJ), Eloisa (comunicación) y Gina (diseñadora). Estoy abriendo un nuevo mundo. Ya no solo me inspiran los libros o las piezas de teatro, las películas, escuchar música en casa o mis profesores y compañeros. La noche puede ser también una explosión de inspiración… un adelante de Loom 2020.
Hablemos del video Imaginé cinco cuerpos y ninguno era el mío, basado en una performance que hiciste en Madrid hace unos meses. ¿Qué exploras en él?
Estuve todo el verano trabajando con Janet Novas para Imaginé cinco cuerpos y ninguno era el mío en Madrid. Le propuse a Miguel Morillob hacer un video relacionado con el proyecto, pues Miguel conoce muy bien mi trabajo porque somos muy amigos y además solemos trabajar juntos en distintos proyectos. A él le parecía interesante crear una pieza donde se pudiera reflexionar sobre la parte más íntima de la interpretación. La intención de este vídeo es, precisamente, la de explorar esa intimidad de lo que siente el intérprete cuando está en un escenario, que el público no puede ver pero sí sentirlo y traducirlo a imágenes.
Recientemente también has participado en la presentación de la colección Fall/Winter 2020 de Undercover, dentro de la semana de la moda masculina de París. En ella participaste con otros bailarines, todos coreografiados por Damien Jalet, responsable, entre otros, de las coreografías de Suspiria (2018), de Luca Guadagnino. Cuéntanos más sobre cómo surgió el proyecto y en qué consistió.
Llevo hablando con Damien un tiempo gracias a internet. Creo que nos llamamos la atención el uno al otro porque los dos somos multidisciplinares. Hay muchísimas bailarinas mejores que yo a nivel técnico, y él es muy grande ahora, pero creo que puedo ofrecerle algo nuevo y muchas ganas de investigar, de evolucionar, de llegar a los límites. Llevábamos hablando de trabajar juntos un tiempo y nos encontramos de ‘casualidad’ en Tokio –yo iba de vacaciones con mi hermana y él estaba de reunión con Jun Takahashi, director de Undercover. Estaban hablando de la posibilidad de que estuviera yo en la pieza. Aparecí en el estudio de Jun por sorpresa.
Fue un proyecto corto pero muy intenso e interesante. La pieza iba sobre la película Throne Of Blood, de Akira Kurosawa, de la que Jun ha presentado la colección –¿habéis visto el final, cuando caen las flechas del cielo del escenario? Tom, el bailarín que hacía ese solo, tenía un plano en el estudio de Bruselas con el dibujo de donde caerían las cuarenta flechas y, en cuestión de tres horas, había montando la coreografía completa. Otro lujo fue tener a Erna Omarsdottir, que hacía de espíritu de la película, mi bailarina preferida desde muy pequeña. Otra ‘casualidad’ fue que, hace unos siete meses, subí un video a Instagram de un solo de Erna con Sidi Larbi (otro coreógrafo muy conocido) usando su maravillosa voz y subida encima de un chico del que yo no me fijé porque apenas se apreciaba su cara en el vídeo; este chico era Damien. (Risas) Me comentó, ‘¡este soy yo a los 20 años!’
También estás creando un nuevo evento llamado Lesionada Bendición, un espacio nuevo para las artes performativas, danza y música que se presenta una vez al mes en la sala de Abaixadors10 en Barcelona. ¿qué nos puedes contar?
Lesionada Bendición será un espacio para la multidisciplinariedad. El evento se centrará en una amplia selección de artistas, de escenas innovadoras que no sigan las limitaciones típicas de género. Hace mucho tiempo que quiero crear un evento para sacar la performance de los espacios más formales y del público más formal para que los artistas de performance y danza tengan un espacio con libertad y conexión con otras disciplinas. Cada noche será regida con una temática distinta con la finalidad de abarcar todos los campos de la comunidad actual tanto musical como performática. El primero será el día 13 de marzo a las 21:00h. Contaremos con dos piezas de artistas locales y uno internacional, y dos DJ –una local y otro internacional. ¡Os esperamos!
Ahora es más fácil compartir tu trabajo y llegar a muchas personas a través de internet. Sin embargo, es evidente que que no es lo mismo presenciar una acción en directo que verla a través de una pantalla –ahí reside la gracia de las artes escénicas. ¿Qué opinas sobre esto?
Es una experiencia totalmente diferente, el arte en directo es espectacular. Pero gracias a las nuevas tecnologías, también el mundo de las artes performáticas puede hacer cosas espectaculares que no se pueden hacer con solo el cuerpo.
Hablando de las redes sociales, has dicho que te han eliminado varios contenidos en las redes por desnudez. ¿Por qué crees que enseñar el cuerpo libremente muchas veces es visto como algo sexual? ¿Cómo luchas en contra de esta percepción?
Quizás, las redes sociales no son una plataforma para exhibirse sexualmente, y en eso puedo estar ‘de acuerdo’. Pero mostrar un cuerpo desnudo no es una manera de exhibición sexual y vemos cosas mucho peores en las redes que unos pezones. Los discursos que utilizan las plataformas acerca de la sexualidad vienen una vez más de los regímenes de poder que nos oprimen –otro tema que podremos ver en la performance de Loom 2020.
¿Tienes algún proyecto entre manos? ¿Algo que nos puedas adelantar?
Loom 2020, sexualidad, post-internet y club.
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