Dicen que si Mahoma no va a la montaña… En plena época de transición y revolución comunicativa, cambiar los patrones de comportamiento tradicionales es algo a considerar seriamente. Bel Lepikson lo sabe, y por eso propone girar la dirección del camino: ahora el arte te llega por correo. Con su nuevo y rompedor proyecto, llamado Le Timbre, la publicista brasileña afincada en Barcelona espera romper el paradigma predominante del mercado del arte y hacer que cualquier persona pueda convertirse en coleccionista sin tener que salir de casa ni gastarse una fortuna.
Para empezar, ¿quién es Bel Lepikson?
Una brasileña que decidió venir a Barcelona en el 2000 para una corta estancia y sigue aquí diecisiete años después. Empecé mi trayectoria profesional como publicista, y más tarde me especialicé en gestión cultural. Trabajé en diversos campos de la cultura y la comunicación, y también acumulé una larga lista de curros eventuales que parecían no tener ningún sentido en su momento. Aprendí mucho con cada una de estas experiencias y hay un poco de todas ellas en lo que hago actualmente.
¿Cómo nace Le Timbre? ¿A qué se debe el nombre del proyecto?
Recién llegada a Barcelona conocí a muchos artistas a través de un amigo. Mi primera gran noche de fiesta aquí fue en el estudio de Javier Mariscal, en el lanzamiento de una de sus series animadas a finales del 2000. Pensé: esto mola, y mucho. Desde entonces acompañé el desarrollo de proyectos increíbles que me hicieron aprender mucho sobre la producción artística.
En 2012 lancé una agencia de representación con un catálogo de trece artistas visuales europeos, dirigida al mercado sudamericano. En 2015 percibí que el territorio no absorbería la propuesta, así que la dejé aparcada por un tiempo con el gusanillo de encontrar la manera de convertir todos los recursos de la agencia en algo más tangible. Juntando conceptos como autoedición, creación independiente y edición limitada surgió Le Timbre.
Quería un nombre que sonara bien en todos los idiomas y que reflejara la visión internacional del proyecto. Timbre es una palabra que existe en castellano, catalán, portugués, francés, inglés. A parte, tiene el doble sentido de campanilla y de sello, dos conceptos presentes en la propuesta. Me imagino a los suscriptores felices al sonar el timbre, sabiendo que están a punto de ver la obra del mes. El ‘Le’ se suma para darle un poco más de gracia –el francés hace que todo sea más elegante.
Imagino que Le Timbre nace del deseo de democratizar el arte. ¿Por qué de esta manera y no otra? ¿Es tan necesario el papel de quien divulga la obra como el de quien la crea?
Todo empezó de una manera y naturalmente evolucionó a lo que es actualmente, como suele pasar con casi todos los proyectos empresariales en los tiempos que corren. Lanzas una idea potencial al mercado y la adaptas según lo que recibes de vuelta. Con Le Timbre encontré la manera de mover el trabajo de grandes talentos sin la necesidad de intermediarios. La autoedición tiene esta libertad. El papel de quien divulga y produce es tan importante como el de quien crea, sí. El artista necesita vías para su obra y no siempre es capaz de encontrarlas solo.
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¿Tu rol en este proyecto se acerca más al de mecenas, comisaria, o al de dinamizadora cultural? De hecho, ¿cómo diferenciarías estos conceptos?
Los suscriptores son los que asumen el rol de micro-mecenas, financiando la edición limitada de las obras. Yo viabilizo esta producción y genero su movilidad, asumiendo el papel de dinamizadora cultural. También comisaria, porque soy la responsable de ‘construir’ la colección.
¿Cuál es el proceso de selección de los artistas? ¿Qué criterio sigues? De momento sólo han participado (y está previsto que lo hagan) artistas europeos, ¿os ha surgido algún tipo de impedimento para contactar con artistas establecidos más lejos?
La colección está guiada por la originalidad, además de la calidad técnica y conceptual. Elijo artistas con universos creativos potentes y un discurso visual muy personal. Procuro proyectar también los nuevos talentos, me parece fundamental la mezcla de veteranos y emergentes.
Tengo la visión de traer artistas de los cinco continentes por la voluntad de enriquecer la colección con referentes culturales variados. Pero Le Timbre nace en un continente con una fuerte cultura visual y lleno de talentos increíbles. Es natural que empecemos por los más cercanos: españoles, búlgaros, franceses, alemanes, ingleses. Ya hay una gran variedad. También voy mirando lejos, por eso: Sudáfrica, Brasil, México, Australia y Corea.
¿Enviar las obras de arte a domicilio surge de querer rellenar un nicho de mercado o por una concepción artística concreta?
Enviar las obras a domicilio surge del deseo de generar un momento de satisfacción y una sorpresa que rompa con la rutina. ¿Cuál fue la última vez que abriste el buzón y encontraste algo realmente apetecible dentro? Cuando recibas la obra, seguramente dedicarás un momento a buscar el rincón en tu casa o despacho que combine con ella. Quizás eso te motive también a comprar una plantita o a cambiar un poco el orden para que todo sea más harmónico e inspirador. Una vida más espontánea y con más estímulos visuales es una vida más creativa. No solo buscamos promover la creación independiente, sino también motivarla en nuestros suscriptores.
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¿Os habéis planteado proyectar el arte en un lugar físico permanente? Es decir, alargar el meet up que habéis presentado indefinidamente?
Nuestro deseo es fortalecer la comunidad alrededor de la creatividad. En julio trajimos por primera vez a Barcelona la ilustradora Susana Blasco con su taller de collage Época de Poda. Fue una experiencia enriquecedora para todos: nosotros, ella y los asistentes. Este mes estamos produciendo una mesa redonda en el Utopia Market –que se celebra este fin de semana– sobre la práctica de la ilustración y sus diversos caminos. El objetivo es seguir con un calendario de actividades presenciales siempre que sea posible. Somos un e-commerce con alma analógica.
¿Para acabar, qué se han encontrado los suscriptores en la lámina de Olga Capdevila, la artista de octubre?
Miles Away es un tributo a los soñadores, a estos que viven en otro planeta. Veo mucho de su alter ego y de su tan peculiar sentido del humor en esta imagen. Es una serigrafía preciosa a tres colores, firmada y numerada. La estampación la hicimos en Print Workers Barcelona, de las manos de Estefania Lusini, una de las mejores amigas de Olga. Ha sido un proceso de alquimia, todas las etapas fueron hechas con amor y eso se ve claramente en el resultado final. La sinergia fue fundamental para alcanzar un resultado excelente en la estampación, es realmente una edición especial.
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