Josep Vila y su equipo de creativos nos invitan a conocer un poco mejor Aparentment, ese estudio suyo que ya ha levantado pasiones entre los adictos al diseño de aquí y allá. Con un carácter marcadamente multidisciplinar, este valiente estudio catalán ofrece un amplio abanico de servicios creativos entre los que destacan sus piezas de decoración y diseño industrial. El humor, el extremo gusto por la elegancia y la calidad ineludible de sus trabajos son la marca de la casa y ponen de manifiesto que pese a los tiempos que corren, el diseño patrio esta a la altura de cualquier creativo escandinavo que se precie.
He tenido oportunidad de leer que has trabajado en diferentes sectores y en ocasiones de manera bastante autodidacta. ¿Ha sido esa trayectoria la que te empujó a abrir tu propio estudio?
Cuando empecé quería hacer lo que me diera la gana. Quería desarrollar las ideas que tenía sin trabas. Por eso creé mi estudio y por eso intenté descubrir por mi cuenta cómo realizar todo lo necesario para plasmar mis ideas, como crear los modelos, fotografiar los productos que creaba, hacer el diseño gráfico, etc. Sin embargo, la necesidad hizo que tuviera que coger encargos. Entonces, es cuando te das cuenta que necesitas medios para hacer las cosas. Y al tocar ya mejor o peor varias vertientes artísticas intentas coger trabajos de todas ellas, no dices no a nada. Pero mi vocación era –y es– ser artista, no diseñador.
Imagino que esta pregunta es un clásico para vosotros pero, ¿por qué Aparentment? ¿Tiene algo que ver con lo multidisciplinar de vuestro trabajo?
Hay una parte de azar. Y sí, tiene que ver con el hecho de ser un estudio multidisciplinar. Con mi socio no nos poníamos de acuerdo en el nombre y decidimos abrir un diccionario y escoger una palabra al azar. La primera que salió no nos gustó nada y la segunda fue Aparentment. Y me quedé impactado por lo bien que representaba lo que hacíamos. Porque el diseño es, al menos en parte, apariencia, y porque su ambigüedad daba cabida a todo lo que queríamos hacer y a otras posibles cosas que pudiéramos hacer en el futuro.
De todos los servicios creativos que ofrecéis, ¿qué os identifica mejor como estudio? ¿Cuál es la esencia de Aparentment?
Más que una disciplina concreta, lo que nos mueve es el riesgo: probar nuevas cosas, nuevos lenguajes, experimentar, aceptar retos. Quizá en este momento estamos más centrados en el diseño industrial, pero eso no significa que nuestra esencia sea esta. Lo que verdaderamente nos define es el afán de experimentación.
Esta claro que vuestros trabajos dentro del campo del diseño industrial y el interiorismo tienen un estilo muy marcado, caracterizado casi siempre por piezas simples e increíblemente elegantes. Diría que lo estético juega un papel fundamental. ¿Qué tipo de diseñador te consideras? ¿Cómo es vuestro proceso creativo al abordar un proyecto?
Empezaría por decir que me gusta lo que me emociona y lo que busco es que cada pieza transmita algo: serenidad, alegría, rabia… ¿Soy quizá un diseñador de sensaciones? No lo sé, pero tampoco sabría definirme de otra manera. Mi proceso creativo: primero estudio a la persona que me hace el encargo. Es un poco como lo que hace un médico, un psicólogo, un abogado… Analizo sus necesidades y busco una solución óptima, sin traicionarme a mí mismo. A veces se trata de potenciar el error. Si esa persona tiene una manía, en vez de evitarla u ocultarla, quizá puedes explotarla para crear algo que sea original y único para esa persona.
Teniendo en cuenta tu dilatada y variopinta experiencia, ¿qué ocupa más tu tiempo últimamente en Aparentment?
Por desgracia, la gestión administrativa. Y luego el diseño industrial. Estamos en pleno desarrollo del proyecto Marblelous. Al principio nos tocó centrarnos mucho en el diseño industrial, después en la imagen, después en la fotografía, y ahora en presupuestos, precios… Es un proceso por etapas. El tiempo que me sobra de todo esto lo dedico a dibujar, a proyectar. Tengo el armario lleno de proyectos tan solo esbozados. Muchas de esas cosas no valen para nada, pero hay algunas que creo que son buenas y que solo necesitan tiempo. Pero no dispongo de él. Quizá lo que me pasa es que sufro incontinencia creativa.
La colección Marblelous se ha convertido en un hit del diseño catalán sin lugar a dudas. Algo me transporta a la delicadeza del trabajo de genios como Michael Anastassiades. ¿Qué os inspiró para realizar una colección como esta?
Uf, la primera pieza, el Marblelous Mirror, tiene casi tres años, y la idea es aún más antigua: encontrar a un proveedor de mármol, uno de cristal y uno de latón cuesta mucho, y más en ese momento. Mi interés por el mármol viene de pequeño, de los fregaderos que se hacían antes de una sola pieza. Mis dos abuelas los tenían y cada vez que los veía me encantaba observar cómo iban cambiando. El mármol es un material que sabe envejecer. Empecé a trabajar en mármol en 2009, y en 2012 empecé a trabajar con él como pieza industrializable. Me interesaba por los recuerdos que me evoca y porque era un material tan demodé que estaba convencido de que tarde o temprano tenía que volver (risas).
En algunos de vuestros diseños, especialmente en pequeñas piezas, existe un gran componente cómico y poético a su vez. ¿Qué os lleva a crear piezas como la Clamp Candle o Smell of Liberty?
Ambas piezas tienen un componente irónico, aunque no las pondría en el mismo saco. Smell of Liberty es una pieza más crítica. El incienso se usa para ocultar olores desagradables, y colocarlo en la Estatua de la Libertad era una manera de decir que bajo la idea de libertad se esconden muchas cosas que huelen mal. El Clam Candle es otra cosa (aunque ambas, en cierto modo, son velas). Siempre me han gustado mucho las velas y las hay de todos los diseños posibles, pero yo buscaba la manera de hacer una vela que no pudiera tumbarse accidentalmente (algo que ocurre con bastante frecuencia) y se me ocurrió utilizar un sargento o tornillo de mesa. Además eso le de un look industrial que me gusta, pues los candelabros suelen ser siempre muy decorativos.
En esta vorágine del diseño en nuestro país, donde cada vez más jóvenes talentos se adentran en la aventura de abrir sus propios estudios, ¿cómo se ve la realidad del negocio desde las mesas de vuestro estudio en Terrassa? ¿Se respira optimismo?
No. No se respira optimismo. Hay dos temas. Uno: es imposible que todos los estudios de diseño que existen actualmente sobrevivan. No hay demanda para tanta oferta. Dos: la globalización lleva a las franquicias. Los grandes estudios y las empresas que los contratan venden el mismo producto en todo el mundo. Antes en cada país hacían su propio diseño; hoy basta un diseñador para satisfacer las necesidades de todo el mundo en ese campo. Eso significa menos trabajo para el resto. Y todavía hay otro factor: la ecuación imposible entre precio y calidad. El trabajador de una empresa grande que se queja porque deslocalizan la empresa porque al propietario le sale más barato fabricar el mismo producto en Hungría o en China, compra después la ropa de una GRAN cadena multinacional o los juguetes más baratos que le ofrece el mercado, que son los fabricados en países con sueldos mucho más bajos y condiciones laborales casi esclavistas. Todos somos un poco culpables de esto. Con nuestras decisiones a la hora de adquirir productos tiramos piedras sobre nuestro propio tejado.
Dentro de esta misma idea, ¿creéis como estudio creativo en esa idea tan hipercomercializada del diseño catalán? ¿Existe en realidad una identidad en ese sentido? Si es así, ¿os identificáis con ella?
Mira, en cuanto a estilo o identidad podría decirte un sí, pero mi respuesta es no. No quiero ser partícipe de un estilo de un país o región cuando este país o región no me apoya. Cuando voy a una feria al extranjero puedo entender que un diseñador danés se identifique con el diseño danés, porque recibe ayudas para darse a conocer en todo el mundo. Pero a mí me dicen que me espabile y después quieren capitalizar mi éxito. Pues no. En este caso mi diseño es mío, no es del país o del entorno.
De entre vuestros trabajos, ¿tenéis alguno en concreto que defina como ninguno vuestro carácter como estudio?
El Marblelous Brick. Un tocho puede hacerse de manera infinitamente más barata de la que lo hemos hecho nosotros, pero el nuestro tiene un valor añadido, un valor metafórico. La elección del material es una crítica a un tiempo y un lugar. Y está hecho en mármol, que es un material que me apasiona.
Siempre tengo curiosidad por saber qué aspiraciones o sueños tienen los creativos a los que tengo la oportunidad de entrevistar. ¿Hay alguien con quien os encantaría poder colaborar o tenéis algún proyecto imposible que quisierais desarrollar?
Tenemos un proyecto bastante imposible. Me encantaría hacer un globo gigante en forma de corazón y ponerlo durante un tiempo en la cima de la Mola, la montaña que se ve desde Terrassa y toda la comarca. Sería kitsch, sería un motivo de orgullo para la comarca y sería un mensaje de optimismo.
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