El trabajo de la artista Ana Barriga es un juego entre equilibrio y razón, colores vivos y experimentaciones visuales. Se mueve en el ámbito lúdico, un lugar compartido por artistas y niños donde se abandonan los prejuicios y aflora la parte más pura de nosotros. Usando el humor, el juego o la ironía como modos de posicionarnos ante la realidad y restarle seriedad a la vida, el trabajo de la artista jerezana es una explosión de caos y colores. Hablamos con ella sobre su obra, referencias y alguno de sus últimos proyectos, como la colaboración con la fundación Coloring the World para becas de artistas emergentes.
Háblanos un poco de tus inicios en el mundo del arte.
Siempre digo que es un milagro que me dedique a la pintura. Vengo de una familia humilde a la que no le faltaba la creatividad, pero lamentablemente, como en muchas otras familias, el contacto con el arte es una carencia latente. Supongo que como cualquier adolescente, no tenía ni idea de qué iba a hacer con mi vida. Tras muchos intentos fallidos desistí de estudiar y me puse a trabajar en un bar. Ahí conocí a Juanito, el encargado de la cafetería, él insistió para que retomase los estudios y me habló de la escuela de arte de Jerez, donde empezaría a estudiar ebanistería. Aquello me gustó tanto que continúe haciendo módulos, todos ellos relacionados con el mobiliario, la decoración de interiores y la escultura.
¿Cuáles fueron tus primeros acercamientos a la pintura?
Mi primer contacto con la pintura fue por necesidad. Mientras que estaba estudiando en Cádiz trabajaba en un bar los fines de semana, pero no me llegaba. Mi profesora de dibujo se enteró de una vacante para impartir clases de pintura en un centro de jubilados, me lo ofreció y por supuesto dije que sí; era trabajo. A mis 19 años estaba dando clases de una cosa que no tenía ni idea porque me hacía falta la lana.
Durante ese periodo nunca cogí un pincel, me leía libros sobre Matisse, Cézanne y Picasso, los únicos pintores que conocía e intentaba explicarles cómo utilizaban el color (risas). Me río de esto muchísimo, porque me lo preguntan ahora y no sabría que contestar. Pero en aquel momento la necesidad y el desconocimiento me salvaron.
Después de unos cinco módulos de escuela de arte decidí entrar en la facultad de bellas artes de Sevilla, donde una de las asignaturas era pintura. Fue ahí cuando me obligaron a comprar materiales de pintura y caí en un agujero negro maravilloso en el que a día de hoy tengo la fortuna de seguir inmersa. Los profesores que tenía en primero me ponían los concursos de pintura encima de la mesa. Me tiré al vacío sin tener muy claro qué pasaría. En segundo de carrera todo lo que había pintado en primero fue expuesto, premiado o comprado; y ahí empezó la magia.
Naciste en Jerez de la Frontera, ¿cómo crees que ha influenciado tu ciudad natal en tu trayectoria?
Supongo que en todo. Llevo muy arraigado de dónde vengo y quién soy, y eso es inevitable que se refleje en mi pintura. El uso de estas cerámicas con aire casposo, el humor, el sarcasmo o la ironía; todo es muy de Jerez. Pero quizás lo que más me interese de mi ciudad es que gracias a la carencia que hay, todos los artistas que salimos independientemente del medio tenemos una misma mirada auténtica. Todo es muy de verdad. Creo que si hay algo que comparten los artistas de Jerez, sean del ámbito que sean, es la autenticidad.
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En tu obra, el juego es una parte muy importante. Razón y sentimientos se unen formando una energía y un estilo que has conseguido llevar al terreno infantil o decorativo. ¿Cómo ha sido la evolución para llegar hasta ahí?
Ha sido una evolución muy natural. Evidentemente no todo es goce y disfrute en el estudio. A veces la cosa se pone seria, por la envergadura de los proyectos y la cantidad de los mismos, pero intento no olvidar lo frágil que es esto, e intento disfrutar cada momento de creación. Sin límites. Sin pensar en el feedback que pueda tener mi trabajo. Solo pienso en reventar la pintura al máximo y tratar de girar el marcador tanto como mi cabeza y mi mano me permitan.
¿Qué artistas o referentes llevas en mente desde el primer momento que empezaste a diseñar y cuáles has ido descubriendo que te hayan sorprendido?
El haber estudiado en Sevilla me hizo poder acercarme a un núcleo de artistas muy potentes en todos los sentidos. Tener presente a artistas como María José Gallardo, María Cañas, Gloria Martín, Manuel León, Curro González, Patricio Cabrera, Miki Leal, Cristóbal Quintero o Rubén Guerrero entre otros muchos grandes. Quizás todos no sean referentes directos o a los que se aproxime mi obra, pero tener contacto con ellos fue muy importante porque te hace ponerle cuerpo y mente a algo tan abstracto como era para mi pensar que podría dedicarme a esto. Bendito regalo el poder seguir descubriendo a artistas que no paran de sorprenderme; Super Future Kid, Imon Boy, Bel Fullana, Oli Eep, Alba Galocha… Son solo algunos de los nombres que llevo guardado en mi corazón.
Fotografía, color, incluso una especie de trabajo de laboratorio, son varias de las características que se unen para dar lugar a la interpretación de tus trabajos. ¿Cuáles han sido los significados más relevantes para ti que te hayan dado hasta el momento de tu obra?
Mi trabajo es un caos, una explosión de información aleatoria a la que intento poner orden. Es un juego de el equilibro entre la razón y la emoción; dos territorios aparentemente contradictorios que, al friccionar, generan un tipo de energía que me interesa. Procuro moverme en el ámbito de lo lúdico, un lugar compartido por artistas y niños donde se abandonan los prejuicios y aflora la parte más pura de nosotros. El humor, el juego o la ironía son modos de posicionarnos ante la realidad y restarle seriedad.
Cuando encuentro objetos que me interesan, pienso en quién lo creó, cuáles serían sus circunstancias, qué finalidad tenía, si fue un encargo o un producto de su creatividad, qué situaciones familiares le acompañaban… Pienso en que la capacidad de reutilizar estos elementos,de alguna manera son formas de revivir esperanzas, bien sean ajenas o las mías propias, y esto se convierte, más que en un proceso de trabajo, en una forma de ser y de estar hacia la vida.
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Este septiembre inaugurabas La vida del difunto en la Galería Yusto Giner de Málaga, ¿cómo fue llevar a cabo una exposición después de un verano atípico? ¿Cuál era el tema principal dentro de las escenografías y bodegones que presentaste?
Empecé a trabajar en esta exposición en plena pandemia, de ahí el título. Cuando ocurrió todo esto yo era incapaz de bajar al estudio y ponerme a trabajar. Estoy acostumbrada a pasar mucho tiempo de soledad en el estudio, pero no a que se pare el mundo. No solo tenía este proyecto, estaba liada con mi primera individual en Affenfaust Galerie en Hamburgo, y con el proyecto plantas de interior para la Universidad de Granada.
Me costó mucho trabajo entender que, a pesar de no ser médicos, políticos o lo que sea, entre otras cosas, podíamos hacer el mundo más bonito. Y ahora era el momento de demostrarlo. Es de las exposiciones más personales que he realizado; pura vida. Con esta situación sentí que habíamos muerto un poquito, pero la vida continúa, de ahí el título. Una narración de posibles experiencias vitales, desde el amor, el desamor, la sexualidad, la familia, la religión… Cosas que le pasaron al difunto, que gracias a estos acontecimientos resulta estar más vivo que nunca.
También te hemos podido ver en un precioso homenaje a Marie Curie en un colegio de Valencia donde realizaste un enorme mural, ¿qué fue lo que te resultó más motivante de este tipo de iniciativa?
Siempre que me plantean una intervención en la calle es un desafío maravilloso para mí. La pintura se vuelve monstruosa por sus dimensiones. Me obligan a salir de mi cueva y enfrentarme a ese monstruo precioso que conocemos como pintura. Todo en este proyecto fue motivador. Comenzando por tener el honor de homenajear a Marie Curie, para mi una diosa en la tierra. Por otro lado, Juan Peiró fue el que me invito a participar, para mí una de las personas entendidas de pintura que he tenido la suerte de cruzarme en mi camino. Nunca he sentido tanta responsabilidad pintando como lo sentí al ser observada por los pequeños de este cole.
¿Alguna colaboración con algún artista o iniciativa que te gustaría llevar a cabo y todavía no hayas podido?
Ayer era un sueño pero hoy es una realidad, he creado la beca I’m with you by Ana Barriga. Sigo soñando y la próxima locura que tengo en mente será una residencia en el pueblo donde me nací; una pedanía de mil habitantes donde me gustaría invitar a pasar estancias a artistas, músicos, meteorólogos, ufólogos o cualquier ente que fomente el tejido cultural desde las raíces. Pienso que es más necesario este tipo de iniciativas donde la nada es más que evidente. Ahí es donde realmente se empiezan a cambiar las cosas y pueden nacer las cosas bonitas.
Aunque visto lo visto, y creo que más factible después de todo lo que llevamos vivido, cuando los extraterrestres invadan la castellana les pediré una colaboración. Creo que no podrán decir que no ante una intervención tipo land art.
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Hablando de las colaboraciones, ¿cómo ha sido tu vuelta a Sevilla dentro de la exposición Entre las formas que van hacia la sierpe y las formas que buscan el cristal? Allí compartías trabajo con doce artistas más, ¿os conocíais o cómo surgió esa unión?
Esta fue una exposición comisariada por Roxana Gazdzinski y Joaquín Jesús Sánchez. Ellos fueron los que hicieron la selección y propusieron la temática. Fue una grata sorpresa un año después de mi individual de 2019 en el Centro Anadaluz de Arte Contemporáneo que me invitaran a esta exposición. Yo pensaba que la próxima en este centro sería al borde de mi muerte, o una vez estuviese en el más allá. Conocí a los compañeros de esta exposición hace tiempo, y es muy gratificante ver cómo sus carreras se han ido desarrollando. Por eso insisto en lo de grata sorpresa. Es más que una generación, ahora tengo familia y esta me encanta.
Sobre la beca IAM, en colaboración con la fundación Coloring the World, que estabas comentando antes, ¿es la primera vez que formas parte? ¿Qué podrías destacar de la artista ganadora, Laura Vinos Calero?
La beca estaba destinada a cualquier disciplina, no por ser pintora quería una beca de pintura. Queríamos un buen proyecto y ya. Coincidió que Laura Vinos tenía un proyecto maravilloso, además de ser una pintora con un futuro prometedor. Creo, y espero, que Laura me dé voltereta y media pintando.
La beca I’m with you by Ana Barriga, surgió durante la pandemia cuando pensé en los futuros cercanos de recortes hacia el arte, que como siempre sufriríamos los artistas. Se me ocurrió vender una obra y ese dinero en vez de quedármelo quería usarlo para becar a otro artista. Llamé a mi equipo para proponérselo y ellos, que están más locos que yo, por supuesto se animaron. A mí no me sobra el dinero, he estado viviendo en el local donde pinto durante 4 años y tengo otras mil cosas que contar sobre lo que tengo o lo que debo… Pero por encima de todo eso, creo en el arte. Por eso es muy necesario este tipo de iniciativas.
Con ayuda de mi equipo hemos creado una beca autofinanciable, donde yo pongo el dinero para el próximo artista y este dona una obra para vender y becar al siguiente. Una colaboración en cadena que nos hace independientes y que cree en la posibilidad de ayudarnos y financiarnos entre nosotros. Ojalá sirva de impulso para que otros artistas se animen.
Por último, ¿algún proyecto o nuevas líneas visuales que tengas en mente y que quizá este 2021 puedas realizar?
Nos va la marcha, y se nota. Este año tengo programadas cinco exposiciones entre España, Europa y EEUU. Muy pronto mis pinturas saldrán a la tercera dimensión, ya os contaré como.
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