Pensábamos que CANADA había hecho de todo hasta la fecha, pero en realidad aún no habíamos visto una película que llevara su firma. El director Marçal Forés, viejo conocido de la casa, ha sido el encargado de abrir la veda con una historia súper personal y que (a riesgo de recurrir a un cliché del periodismo) no dejará indiferente. Pero es que es cierto: su estreno en el pasado Festival de Sitges se saldó con un premio a Noves Visions Emergents. “Amor Eterno” es una historia de pasión, violencia y cruising. Pero, ¿acaso no son tres caras de la misma moneda? Hablamos con Marçal para que nos lo aclare.
Hola Marçal, en primer lugar, enhorabuena por la película. ¿Estás enamorado?
Siempre.
Desde luego, no hay duda de que esta película no podría haberse realizado sin experimentar antes un gran amor (o desamor). ¿Te acuerdas de quién estabas enamorado a los 16 años?
A los dieciséis años fue cuando tuve mi primer novio. Fue una época muy revuelta. Imagino que como para cualquiera que descubriera el amor a esa edad… Recuerdo también que antes de que aquello sucediera envidiaba a mis amigos, con sus dramas y rupturas amorosas. Siempre pensé que detrás de aquel sufrimiento se escondía el desengaño tras perder algo realmente hermoso. Algo que por aquel entonces me resultaba tan desconocido como atrayente.
Analizando de cerca “Amor Eterno”, parece tratarse de un proyecto súper personal. Lo digo porque reúne, en uno, muchos elementos que han ido apareciendo a lo largo de tu trayectoria –desde tu corto “Yeah! Yeah! Yeah!” al video de “Meteoritos en Hawai”, por no hablar de “Animals”– como el amor adolescente, el amor homosexual, el amor intergeneracional o el aspecto más gore del mismo. ¿Este es tu proyecto definitivo o una etapa más en el camino?
El tiempo dirá, aunque Amor Eterno es más bien un proyecto pequeño, hecho con pocos medios y con poco tiempo. Debo admitir que el terreno de la adolescencia no ha dejado de atraerme, pero ahora tengo ganas de hacer algo lejos de los bosques.
Algo bastante interesante de la película es la asociación de las relaciones sexuales con el enamoramiento y la obsesión. ¿Es así como lo quieres dar a entender tú? ¿Crees que es algo meramente adolescente o al final nos afecta a todos por igual?
Soy más de la opinión de que el sexo no es más que un tránsito, una conquista, pero el enamoramiento poco tiene que ver con éste. En la película, el embelesamiento de Toni por Carlos empieza antes del sexo, aunque no quede claro si se trata de amor u obsesión en este caso. Respondiendo a lo que comentas acerca de la asociación entre amor y sexo, la verdad es que creo que es un tema extremadamente personal y depende de cómo lo entienda cada uno.
En todo caso, queda claro que estar enamorado se vuelve algo físico en todos los sentidos. ¿De dónde nace la idea de explorar el amor de una manera tan física y agresiva?
De ahí salió precisamente la idea de la película de género: de tratar de forma física el enamoramiento como posesión. Fue la clave para desarrollar el proyecto que inicialmente me encargaron Calle 13 y #littlesecretfilm. Podíamos hacer lo que quisiéramos mientras la película encajara dentro de los márgenes del cine de género. Así pues, nos pusimos con Vicente de la Torre a trabajar enseguida, adaptando un esbozo de proyecto que ya llevábamos tiempo barajando entre manos acerca del amor posesivo entre un alumno y su profesor.
No he podido evitar pensar en los cuentos de J.G. Ballard, especialmente por las referencias a mutilaciones, amor, pasión… ¿Es uno de tus referentes? ¿Qué obras has tenido en mente a la hora de hacer la película?
Conozco muy poco acerca de las obras de J.G.Ballard, aunque por lo que entiendo giran en torno a la violencia de una forma casi fetichista, convirtiéndola en un objeto. Pero a mí esta objetualización de los sentimientos me resulta algo lejana. Quizás empatice más con los cómics de Charles Burns, con “Tales From The Crypt”, o con los de Lilli Carré. La frase que dice Adrián de Alfonso al final de la película es un homenaje a un cuento de Flannery O'Connor, una de mis escritoras favoritas. O'Connor es capaz de empatizar con el perdedor, y causar el peor desasosiego al devoto, tornarle débil y desnudarle ante la mirada del necio o el loco, que la juzga como igual. O'Connor consigue destruir los sueños del idealista de una forma tan desesperanzadora como original, y con Vicente decidimos tirar un poco por ahí. Ambos somos algo escépticos con el optimismo y la fe, así como con la vida en general.
Hablemos del modelo #littlesecretfilm, en colaboración con Calle13. ¿Qué ha supuesto para ti trabajar de esta manera? ¿Y en qué manera ha beneficiado a la película en sí?
La verdad es que nos saltamos las normas del dogma #littlesecretfilm bastante a la ligera. Quisimos hacer una película pequeña, pero no precaria. La propuesta de #littlesecretfilm buscaba por encima de todo levantar proyectos en una época en la que la industria cinematográfica española estaba bajo mínimos, así que con un poco de sal y pimienta y mucha, muchísima ayuda de CANADA, pudimos tirar el proyecto adelante.
Precisamente se trata de la primera película de la productora CANADA, lo que imagino ha supuesto una presión añadida. ¿Cómo habéis hecho frente a este primer proyecto?
Hacía tiempo ya que tanteaba trabajar con CANADA en un proyecto de ficción. De hecho, con Vicente ya llevábamos varias escrituras de un guión de cortometraje, pero justo entonces apareció #littlesecretfilm. En CANADA tenían muchas ganas de hacer algún proyecto de ficción, así que se juntaron el hambre con las ganas de comer (risas). Fue todo tremendamente fácil.
Uno de los elementos mejor trabajados del film, a mi entender, es la banda sonora. ¿Ha sido algo que tuviste en mente desde el principio?
Seguramente, Adrián fue el primero del equipo en sumarse en el proyecto. Tras un concierto que hizo en el Apolo [2] de Barcelona, le abordé. Llevaba tiempo siguiéndole la pista y tenía muchas ganas de hacer algo con él. No tenía ni idea de cómo sería trabajar juntos, pero lo puso todo muy fácil. Adrián es un músico tremendamente prolífico, y casi todo lo que me mandó para esbozar la película durante el proceso de montaje acabaría desembocando en la BSO final. He trabajado con otros músicos haciendo bandas sonoras antes, y nunca había sido un proceso tan creativo como el que he vivido con Don The Tiger. La paradoja de todo esto es que Adrián es además uno de los músicos que ha editado su disco con la discográfica de CANADA, así que además todo queda en casa.
¿Qué otros proyectos tienes ahora entre manos?
Estoy escribiendo un proyecto, también con Vicente de la Torre, sobre adictos al cine.
Danos un consejo sobre el amor. A parte de evitar pasear despistados por Montjuïc.
¡Creo que Montjuïc puede ser la semilla de un gran amor! También están Tinder, Scruff, Grindr, Brenda... Nunca había sido tan fácil ligar como ahora (risas).