Moisés Mahiques es un artista que se ha decantado por el dibujo para poder contar sus historias allá donde vaya, sin depender más que de un lápiz y un soporte. Con sus obras recalca la idea de que hay que detenerse y observar desde la distancia para así poder entender, tomar perspectiva. Con la figura humana como principal protagonista, toca temas de actualidad, se sumerge en el momento que le ha tocado vivir, y reflexiona sobre la sociedad, el rol del individuo, el poder, la sumisión, el caos y la identidad. Hoy hablamos con él sobre sus inicios, del papel del artista en el sistema, y de su orden caótico.
¿Cómo te presentarías a los lectores que no te conocen?
Siempre he preferido escuchar a hablar, observar y sacar mis propias conclusiones. Supongo que por eso dibujo; es mi forma de contar aquellas cosas que me interesan. En realidad no me gustan las presentaciones, así que no me presentaría, dejaría que empezaran a leer la entrevista.
Según he leído, has estudiado en Roma y en Japón. ¿De qué manera te influyeron estas experiencias tanto a nivel personal como profesional? ¿Qué es lo que más te gustó y lo que menos de cada uno de estos dos lugares?
Uno mismo no es consciente de cómo le influyen unas vivencias personales o determinados lugares hasta que no hay distancia de por medio. Es en ese momento, cuando revisas tu trabajo y lo que ha sucedido en tu vida, en el que te das cuenta que todo encaja: lo personal, lo emocional, lo que has visto, leído; casi todo trasciende en la obra que has estado realizando.
En Roma estuve dos veces, con veinte y con treinta años. La segunda estancia fue desde otra perspectiva, me hizo ver cómo me había influido la primera, tanto en mi trabajo como en el referente clásico y la figura. Japón marcó el final de la etapa de facultad y me aportó una perspectiva completamente distinta a la europea. Desde conocer otra forma de entender el espacio hasta la sobriedad y la mesura. A partir de ahí, por circunstancias no siempre artísticas, he tenido que cambiar de lugar de residencia y no siempre en el extranjero. Siempre he encontrado puntos de interés en todos los sitios. Creo que tengo facilidad para adaptarme a cualquier lugar o situación haciéndolos míos.
En Roma estuve dos veces, con veinte y con treinta años. La segunda estancia fue desde otra perspectiva, me hizo ver cómo me había influido la primera, tanto en mi trabajo como en el referente clásico y la figura. Japón marcó el final de la etapa de facultad y me aportó una perspectiva completamente distinta a la europea. Desde conocer otra forma de entender el espacio hasta la sobriedad y la mesura. A partir de ahí, por circunstancias no siempre artísticas, he tenido que cambiar de lugar de residencia y no siempre en el extranjero. Siempre he encontrado puntos de interés en todos los sitios. Creo que tengo facilidad para adaptarme a cualquier lugar o situación haciéndolos míos.
Después de haber residido en el extranjero de manera temporal, ¿te has planteado cambiar de aires e ir a otro continente de manera más definitiva?
Realmente no. A veces me imagino huyendo lejos de todo –supongo que más personas se lo imaginan alguna vez, o al menos se plantean cómo sería. De momento me quedo en España, me gusta trabajar desde aquí. Salir fuera está bien pero debe entenderse como una opción, no como algo totalmente necesario. Tengo la sensación de que somos un país que a veces se ve acomplejado. Es verdad que hay motivos para creerlo y serlo, pero en todos los sitios cuecen habas.
Además, ahora no es como antes. Viajar es más fácil, puedes acceder a muchas cosas de forma rápida, conectar, trabajar y colaborar con gente que hace cosas que te interesan y sin embargo están a kilómetros de distancia. Todo esto permite que tu tiempo de trabajo sea mucho más productivo y que puedas seleccionar dónde quieres viajar o qué lugares te interesaría conocer.
Además, ahora no es como antes. Viajar es más fácil, puedes acceder a muchas cosas de forma rápida, conectar, trabajar y colaborar con gente que hace cosas que te interesan y sin embargo están a kilómetros de distancia. Todo esto permite que tu tiempo de trabajo sea mucho más productivo y que puedas seleccionar dónde quieres viajar o qué lugares te interesaría conocer.
El campo del arte es muy amplio, ¿cómo decidiste enfocarte en el dibujo y la ilustración?
No me considero ilustrador. Supongo que el hecho de utilizar el dibujo como medio de expresión produce esa confusión. Cuando me acerqué al dibujo no lo entendí como ilustración, para mí era un vehículo fácil y rápido para plantear aquellas cosas que me interesaban. De hecho, cuando alguna vez he tenido que dibujar para una revista, lo paso mal y me cuesta, me lo tomo como un reto.
Tienes un estilo muy definido, ¿cómo fue el proceso de construcción de tu identidad? ¿Y cómo sigue evolucionando a medida que pasa el tiempo?
El dibujo es la primera herramienta. Para los niños es la primera forma que tienen de intentar contar algo. Para mí es algo rápido, sencillo y que necesita poca infraestructura. Lo que me gusta es no tener que depender de nada, puedes contar tus historias en cualquier lugar. Durante la etapa de estudio experimenté con otro tipo de propuestas: fotografía, instalación, acciones, etc. La facultad te brinda muchas opciones, a pesar de que yo fui un estudiante bastante anárquico y de asistencia irregular.
Cuando terminé los estudios, el acceso a determinadas infraestructuras era más complicado –quizás para mí más caro–, así que cuando regresé de Japón retomé el dibujo. Todas las opciones han influido en mi propuesta artística, la narrativa, el tiempo y el registro de la acción. Los conceptos fundamentales dentro de la performance están muy presentes en la obra que realizo. Además, considero que aún estoy construyendo mi identidad.
Cuando terminé los estudios, el acceso a determinadas infraestructuras era más complicado –quizás para mí más caro–, así que cuando regresé de Japón retomé el dibujo. Todas las opciones han influido en mi propuesta artística, la narrativa, el tiempo y el registro de la acción. Los conceptos fundamentales dentro de la performance están muy presentes en la obra que realizo. Además, considero que aún estoy construyendo mi identidad.
¿Cómo definirías tu obra?
Mi obra casi siempre gira alrededor de la figura humana y hay una voluntad de cuestionar ciertos valores relativos al individuo, la sociedad, la identidad, los roles, el contexto y el caos. Mi forma de entender el dibujo tiene algo preformativo; para mí el dibujo es una acción que registra todo lo que sucede y lo que se plantea. De esta manera, me permite acercarme a la narración con una línea de tiempo distinta. Lo que pasa sobre el papel –o sobre el muro en el caso de un site-specific– evoluciona y acumula momentos siempre con un fin: convertir esa huella de lo que ha sucedido en un gesto de auto-exploración, de reflexión.
En la mayoría de tus obras, las líneas y figuras se superponen, entrelazan, tapan y solapan, transmitiendo un efecto caótico. ¿Participa Moisés Mahiques en el caos?
Es mi trabajo, así debe ser. Aunque soy muy organizado y metódico en ciertas partes del proceso creativo, la verdad es que mi cabeza es bastante caótica y creo que ese estado mental y todas las dudas terminan sobre el papel. Es algo que puede parecer caótico a simple vista, pero que si miras con más atención deberías ver un caos organizado, seleccionado y con filtro. La composición no es fruto del azar, responde a una intención narrativa y formal.
¿Cuál es el proceso creativo que sigues? ¿Cómo es tu día a día en el estudio?
Como he dicho, soy bastante caótico en muchos aspectos personales. Mi forma de trabajar es intuitiva, por eso intento ser objetivo y observar desde la distancia lo que hago. Busco ser crítico con mis decisiones y también con los resultados, por eso me toma bastante tiempo dar por terminada una obra o publicar un trabajo.
La figura humana suele ser protagonista, como bien has dicho. A veces transmite soledad e inquietud a pesar de estar rodeada de otras figuras y líneas, mientras que en otras ocasiones, los ‘protagonistas’ interactúan entre sí. ¿Son los sujetos de tus obras un reflejo de ti mismo, o más bien lo son de la sociedad?
Cualquier trabajo artístico tiene huella del autor; la tiene hasta el trabajo que pueda parecer más impersonal. Siempre se hace con honestidad. Antes he comentado que muchas veces no eres consciente de cómo determinadas vivencias trascienden en tu trabajo, o al menos esto sucede en mi caso. Aunque intente seleccionar y filtrar determinados códigos del mensaje para facilitar al espectador la recepción de una obra y generar más reflexión, siempre se exhibe una parte autobiográfica, a veces sin pudor.
A pesar de que tu obra generalmente está protagonizada por estas figuras humanas, también destacan series como Letra pequeña, en la que dibujas letras minúsculas en papel cuadriculado, o Términos, donde ilustras algunos vocablos usados durante la crisis. ¿Cómo se enmarcan e integran dentro de tu obra general?
El hecho de utilizar diferentes soportes o disciplinas para contar determinadas cosas es algo natural. Esos trabajos no están lejos del hilo conductor de toda mi obra. Todo parte del contexto en el que se mueven los individuos de los que hablo. Un día hablando con otra artista, Lidia Oliver, amiga desde los años en la universidad, comentábamos la necesidad o el deber del artista de posicionarse con su tiempo, con el momento que le ha tocado vivir. Creo que eso es interesante y hay muchas formas de ponerlo en evidencia a través del arte.
Obras como 2.263 días/raciones, Términos o Europa, entre muchas otras, critican temas sociales, económicos y civiles. ¿Cómo crees que evoluciona la sociedad a través del arte? ¿Qué repuestas buscas con las críticas que planteas en tus obras?
Si supiese cómo evoluciona ya tendría el trabajo hecho. Como decía antes, intento plantear cierta reflexión, que la gente se encuentre con mi trabajo, que pueda parar un momento y observar. Pongo el foco en pararse a observar porque es necesario hacerlo para que haya diálogo. La sociedad cada vez tiene más distracciones y menos capacidad de concentración. Todo pasa muy rápido, consumimos y desechamos. Creo que eso hace que se pierdan muchos matices de lo que nos rodea. No se escucha una canción entera ni se termina de ver un vídeo que dura más de treinta segundos. No se devoran las cosas, se les da un mordisco y a lo siguiente.
El mundo del arte contemporáneo está cada vez más rodeado por una burbuja de elitismo (ferias de arte y bienales que no paran de crecer, precios en subastas cada vez más desmesurados, etc.). ¿Crees que el arte sigue teniendo credibilidad a la hora de criticar el sistema en el cual se enmarca? Si se es un artista del establishment, es decir, que vende obras por decenas de miles de euros en ferias como Art Basel, ¿se puede ser crítico o hacer obra de denuncia?
Puedes ser crítico o hacer lo que quieras. Puede que después la obra se venda por un precio desmesurado y sea asimilada y devorada al instante por el sistema. La obra siempre es obra: crítica, de denuncia, complaciente, vacía; da igual. El mercado del arte es otra cosa ajena a la creación. Forma parte y participa del engranaje que es el sistema capitalista. Creo que es un punto donde hay que pararse a pensar y reflexionar. Si somos capaces de plantearnos e intentar que el arte sirva o ayude de alguna forma a la sociedad, también deberíamos revisar nuestro rol dentro del mundo del arte así como la idea de que el arte es exclusivo o es elitista.
¿Cuál sería tu crítica o feedback del balance político de 2017? ¿Cómo esperas que sea en 2018?
Menuda pregunta, deduzco que es referente al tema de Cataluña, aunque creo que hay muchos otros que están pasando desapercibidos debido a esa situación. Cada una de las partes se encuentra muy cómoda en sus roles, me parece un poco triste. Pienso que les sale rentable mantenerse en esas posiciones. Sigue faltando diálogo, como siempre, y tanto desencuentro empieza a aburrir. Todo el mundo tiene derecho no solo a hacerse oír sino a que se les escuche. Espero que este 2018 el oído se agudice y pueda haber más entendimiento.
En tu obra Europa reflejas el continente en un estado de naufragio y de lucha interpersonal. Haces una crítica directa a los gobiernos y a la situación que se vive, pero es a partir de este estado ruinoso que puedes crear. Si viviéramos en una utopía, ¿existirían obras de Moisés Mahiques? ¿De qué otros tema hablarían?
No sé si hago una crítica a los gobiernos. Sin duda son responsables de muchas situaciones pero de otras lo somos los ciudadanos. El proyecto Europa toma como punto de partida la obra Le Radeau de la Méduse de Géricault, es una obra que siempre me ha fascinado. La pintura nos muestra el naufragio de la fragata francesa Méduse, en la que quedaron a la deriva y abandonadas unas ciento cincuenta personas, de las cuales solo sobrevivieron quince. Una historia de hace doscientos años pero que actualmente nos es muy familiar.
No creo que la situación sea ruinosa; es complicada y hay muchas decisiones por parte de los gobiernos que dejan mucho que desear. Aunque la situación fuese distinta, habría cosas de las que hablar. De hecho, no pretendo hablar de los gobiernos, intento hablar de la sociedad y de nosotros, que formamos parte de ella. Conceptos como el poder, la disciplina y la sumisión están presentes en el ser humano y se ponen de manifiesto en muchas ocasiones, incluso desde bien pequeños, a través de acciones y juegos supuestamente lúdicos e inocentes.
No creo que la situación sea ruinosa; es complicada y hay muchas decisiones por parte de los gobiernos que dejan mucho que desear. Aunque la situación fuese distinta, habría cosas de las que hablar. De hecho, no pretendo hablar de los gobiernos, intento hablar de la sociedad y de nosotros, que formamos parte de ella. Conceptos como el poder, la disciplina y la sumisión están presentes en el ser humano y se ponen de manifiesto en muchas ocasiones, incluso desde bien pequeños, a través de acciones y juegos supuestamente lúdicos e inocentes.
Tus obras han viajado por el mundo de la mano de galerías como Luis Adelantado, Fernando Pradilla y El Museo. Ya han pasado por ferias como ARCOmadrid y ciudades como Berlín, Nueva York, Moscú o Roma. ¿A dónde y a quién quieres llegar con tu creación?
Solo espero llegar a quienes realmente les apetezca buscar un momento para quedarse quietos, para apartarse un poco de todo el ruido de fondo, y poder así dialogar con la obra.
Ahora expones en Naves Matadero, en Madrid. Más que una exposición es una obra site-specific titulada Los Otros, y que tiene un punto performativo: la vas modificando a medida que pasa el tiempo. Cuéntanos de qué trata exactamente, cómo empezó en septiembre, cómo está ahora, y cómo pretendes que acabe en julio.
Los Otros es una propuesta con la que estoy disfrutando mucho. Se trata de un site-specific, pero para mí se ha convertido en un lienzo para experimentar en directo con el espacio y la arquitectura; pasillos, puertas, aristas, ángulos, los diferentes recorridos del espectador. Me resulta una propuesta muy estimulante: el trabajo in situ, el contacto con la gente que pasa los días que estoy trabajando y el hecho de desarrollar una propuesta que aún no se como va a terminar. El espectador se encuentra con una serie de personajes a su misma escala, los otros, que adoptan extrañas posturas y se muestran desvergonzados, hacen muecas u ocultan sus identidades tapándose el rostro. Esto hace que los observemos con cierta distancia. En público, nuestro posicionamiento y rol serían otros. De forma consciente representamos un determinado rol respecto al grupo.
Además de Los Otros, ¿en qué otras obras y proyectos estás trabajando actualmente?
Me apetece seguir con el tema de intervenir espacios. Me gusta cómo puede llegar a condicionar la arquitectura y el modo en el que evoluciona determinada obra. Es un trabajo físicamente agotador pero disfruto mucho. Me sigue interesando cada vez más la animación, aunque el desarrollo de cualquier proyecto es lento y laborioso. Supongo que los proyectos futuros irán encaminados hacia esas opciones.