Salvador Dalí, Man Ray, René Magritte, Joan Miró, Marcel Duchamp, Le Corbusier o Antoni Gaudí. Nombres icónicos del mundo del arte se adueñan de las instalaciones del CaixaFrum Barcelona hasta el 27 de septiembre en Objetos de deseo. Surrealismo y diseño, 1924-2020. La exposición, coorganizada por la Caixa y el Vitra Design Museum, y con piezas de colecciones y museos de alrededor del mundo, explora algunos de los elementos que los artistas surrealistas incorporaron a sus creaciones: el subconsciente, los sueños, el erotismo, las obsesiones, el azar y lo irracional.

Objetos de deseo. Surrealismo y diseño, 1924-2020 configura un viaje multidisciplinar en el que, mediante 285 obras y objetos, se explora la unión entre el surrealismo y el diseño. Los últimos cien años de esta fructífera relación, que han quedado reflejados en pinturas, esculturas, dibujos, objetos, carteles, revistas, libros, fotografías, películas históricas y mobiliario se recogen en una muestra que forma parte de la programación expositiva de la Caixa en torno a la arquitectura y el diseño. En este caso, es un diálogo entre objetos de diseño y obras de arte, que pone de manifiesto la cantidad de paralelismos y conexiones que hay entre ellos. 
El surrealismo se inspiró, en parte, en los objetos cotidianos y en el diseño, pero a su vez, este movimiento artístico impactó en el diseño desde el principio y ayudó a liberarlo del dogma funcionalista. Tras la presentación del Manifiesto del surrealismo de André Breton en 1924, el surrealismo se consolidó rápidamente como un movimiento intelectual y político, cuyos miembros provenían de diferentes orígenes y disciplinas, entre ellas, la escritura, el cine y las bellas artes. Independientemente de la disciplina, lo que unía a los integrantes era el uso del subconsciente, los sueños, las obsesiones, el azar y lo irracional para sus creaciones. 
El surrealismo demostró un especial interés por los objetos cotidianos y los alteró para hacerlos más fantasiosos, oníricos, irónicos, terroríficos o emocionales. Las características del surrealismo se extendieron por todos los ámbitos del diseño del último siglo y, a día de hoy, el enfoque subversivo, las imágenes fantásticas y el interés por la psique humana continúan inspirando a los diseñadores contemporáneos.
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A través de obras de artistas como Marcel Duchamp, René Magritte, Shiro Kuramata, Ray Eames, Man Ray, Giorgio de Chirico, Joan Miró, Le Corbusier, Salvador Dalí o Meret Oppenheim, la muestra ofrece un recorrido que presenta el diálogo entre surrealismo y diseño. Desde pinturas hasta fotografías, pasando por revistas, libros, carteles, esculturas, o películas, historias procedentes de numerosas colecciones, fundaciones y museos del mundo, como la Fundación Gala Salvador Dalí o la Fondazione Giorgio e Isa de Chirico.
Todas estas piezas que conforman la exhibición se reparten en un total de cuatro ámbitos temáticos. El recorrido se inicia por Sueños de modernidad, el primero, centrado en explorar el surrealismo desde la década de los años 20 hasta los 50. En un primer momento, los surrealistas aplicaron sus principios a la pintura pero, después, los extendieron a los objetos en una tendencia que se fue ampliando a muebles e interiores hasta alcanzar la moda y el cine. En el surrealismo encontraron la inspiración para incorporar las emociones humanas, las formas orgánicas y el mundo irracional a los objetos cotidianos.
Creaciones como los ready-mades de Marcel Duchamp o las formas orgánicas de Antoni Gaudí en arquitectura y mobiliario anticiparon estas prácticas. Una de las primeras relaciones directas entre surrealismo y diseño la llevó a cabo Le Corbusier. El arquitecto suizo diseñó un apartamento para el coleccionista Carlos de Beistegui a la manera de un collage surrealista: muebles exuberantes, tapizados brillantes y un conducto de ventilación en forma de periscopio. Dalí, por su parte, también incorporó elementos parecidos en su casa de Portlligat y, en los años 30, diseñó interiores aún más atrevidos, con objetos como el sofá con la forma de los labios de Mae West o el teléfono langosta.
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Bajo el nombre de Imagen y arquetipo, el segundo ámbito de la exposición explora la manera en la que los surrealistas analizaron los arquetipos de los objetos cotidianos y la forma en la que dejaron de lado la importancia del significado establecido de las cosas, con la intención de instaurar el absurdo, la confusión y el azar. Un ejemplo es René Magritte, quien encerró en una quesera de vidrio un pequeño óleo con la representación de un trozo de queso. Otra creación que lo ejemplifica es la de la arquitecta Gae Aulenti, que hizo referencia a la famosa Rueda de bicicleta de 1913 de Duchamp cuando diseñó una mesa que se podía desplazar porque estaba montada sobre ruedas de bicicleta.
Surrealismo y erotismo es el tercer capítulo de la exposición. El amor, el erotismo y la sexualidad jugaron un papel crucial en el surrealismo. Muchos de los artistas y diseñadores que se inspiraron en este movimiento aportaron una alta carga erótica a las obras de arte y a los diseños de interiores y de mobiliario. Son un ejemplo obras como La cara de Mae West, de Salvador Dalí, o Mujer con cabeza de rosas, de Carlo Mollino. Además, en esta sección, se dedica un apartado a las mujeres, que tomaron los motivos considerados propios del erotismo femenino –boca, pechos, cabello y zapatos de tacón– para hacer una crítica a la opresión de la mujer y a los estereotipos de género. Las subversivas fotografías de Lee Miller y de Dora Maar y los autorretratos andróginos de Claude Cahun son ejemplo de ello.
Pero hay otra vertiente del arte que también se impregnó de las particularidades del surrealismo: la moda. Artistas como Man Ray o Lee Miller fueron fotógrafos de moda. Además, la corriente surrealista consiguió dejar huella también en los diseños. Uno de los ejemplos más icónicos fue el trabajo conjunto entre Dalí y la diseñadora de moda Elsa Schiaparelli. Fruto de su colaboración surgieron diseños como el Vestido esqueleto (1938), el Vestido langosta (1937) o el Sombrero zapato (1937-1938).
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La última sección de la muestra agrupa obras bajo el título de El pensamiento salvaje. Este fue el concepto que el etnólogo Claude Lévi-Strauss usó para referirse al interés por lo arcaico, lo fortuito y lo irracional. Los surrealistas se inspiraron, a menudo, en los objetos etnográficos del arte africano, de Oceanía y de los nativos americanos, e incorporaron técnicas que pretendían abrir las puertas del inconsciente y del azar. Por ejemplo, Man Ray fotografió la cabeza de una modelo junto a una máscara africana en una de sus imágenes más emblemáticas, Blanco y negro (1926). Y este arte no occidental, en combinación con las ideas surrealistas, sigue inspirando a muchos diseñadores contemporáneos, como los hermanos brasileños Fernando y Humberto Campana, que crean objetos escultóricos a partir de materiales encontrados al azar. 
El surrealismo está muy presente en gran cantidad de trabajos contemporáneos como, por ejemplo, los de Björk. La cantante islandesa incorpora motivos pictóricos surrealistas en muchos de sus vídeos, como en Hidden Place (2010), que muestra una lágrima que recorre el rostro de la cantante como referencia directa a la fotografía de Man Ray Lágrimas (1932).
La exposición Objetos de deseo. Surrealismo y diseño, 1924-2020 se puede visitar hasta el 27 de septiembre en CaixaFòrum Barcelona, Av. Francesc Ferrer i Guàrdia, 6-8, Barcelona.
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