Su visión es joven, divertida y fresca. Sus logros no han sido pequeños y tampoco su ambición. Tras ganar el Better Lives Award del London College of Fashion en 2014 y darse a conocer, Nadia no ha parado de sorprendernos: desde una mujer seducida por un gorila en medio de una carretera desierta a una monja que sostiene una pistola enfundada en unas botas rojas de charol.
Fotógrafa, filmmaker y autorretratista es la viva imagen de como un ser creativo se desarrolla en diferentes facetas –nunca mejor dicho. Ella misma se autorretrata encarnando personajes excéntricos y nos sitúa en vidas ajenas fruto de su imaginación sin límites. Y, ¿qué mejor forma de hacerlo que mediante el humor? La exaltación de lo hortera, lo cutre y artificial mediante colores saturados y escenas surrealistas son su seña de identidad, y nos transportan o remeten a las escenas de Martin Parr o de David Lachapelle.
Una visión divertida y crítica, pero también de exploración. Surrealismo y pop como línea para retratar realidades escondidas que nos hacen replantearnos los ideales de belleza e indagar en las partes ocultas de la vida glamurosa norte-americana –aunque siempre, con un aire decadente y nostálgico.