En estos últimos años ha nacido un fuerte despertar social en contra de los cimentos patriarcales, coloniales y explotadores del mundo en el que vivimos. Las críticas y la lucha vienen de mucho antes, pero es cierto que ahora más que nunca somos conscientes del daño de todo lo que nos han inculcado. Las culturas dominantes han condicionado nuestra existencia y la creación de nuestra identidad. De ahí surge la necesidad de crear un espacio de encuentro para obras de arte experimental y de creación creativa donde el cuestionamiento, la reflexión y la reivindicación son protagonistas. Hay que poner en duda los mitos fundacionales y recuperar parte de nuestras raíces que habían sido borradas para entender cómo hemos llegado hasta aquí. “¿Cómo hacemos frente hoy a la tradición que nos atraviesa y nos hiere?”, con esta pregunta arrancan los proyectos de una veintena de artistas, expuestos en Arts Santa Mònica de Barcelona hasta el 1 de mayo.
La muestra comienza con la propuesta del Colectivo Ayllu, que se dedica a hacer investigación artística y acciones anticoloniales y de disidencias sexuales y de género. Nuestro juramento es una proyección donde se activa la memoria de las vivencias racistas y de la violencia histórica con el fin de buscar e imaginar métodos de curación para sanar las heridas. “Papeles para todxs o blancxs sin papeles”, “Que nos tengan que escuchar porque sostenemos sus ciudades” o “Europa es indefendible” son algunos de los cánticos que reclaman alrededor de la ciudad de Barcelona. Gritos en contra del colonialismo que se entienden a la perfección con imágenes como la de la estatua de Cristóbal Colón explotando.
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A continuación vemos uno de los proyectos más curiosos, El cuerpo incoherente de Xesca Salvà. Puedes escoger una figura de porcelana, buscar su foto entre las que están colgadas en la pared y rellenar una hoja con sus características y lo que la figura te evoca. El paso final es tirarla apuntando en una diana que hay en la pared, provocando que se parta y caiga a pedazos en el suelo. Así, se entiende el valor de la unicidad y de lo que implica romper con la tradición. Estas piezas son las típicas que encontraríamos en casa de nuestras madres o abuelas, y es una manera de romper con el pasado. Como siempre se ha dicho, para crear hay que destruir; y para dejar lugar a nuevas formas de entender tenemos que desmontar lo anterior.
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Si subimos las escaleras llegamos a la sala donde se expone Gnosis iluminada de Agustín Ortiz Herrera. Desde el primer momento ya nos sitúa en contexto: vemos un sujetador de reja, un inflable de un flamenco, un cinturón y un arnés. Entrados una vez en la sala, en las dos paredes opuestas se proyecta una pieza audiovisual que activa una perspectiva de lo queer en contra del heteropatriarcado y la representación normativa de la memoria.
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El antiguo convento de Santa Mònica, hoy convertido en centro de arte contemporáneo, contaba con una biblioteca de la que actualmente se conservan más de quinientos ejemplares en el CRAI Biblioteca de Reserva de la Universidad de Barcelona. Tras un estudio de estos volúmenes que exponían el pensamiento escolástico de Tomás de Aquino, nacen respuestas contraculturales que ponen en evidencia los cambios temporales y generacionales. “Mi cuerpo encarna una revolución”, narra el vídeo. Y es que con gran erotismo, personas LGTBIQ+ cohabitan la Universidad para cuestionar las instituciones tradicionales.
Sin duda, también llama la atención Metamáquina de Mónica Rikić, un proyecto de ficción futurista para reflexionar en torno a la espiritualidad artificial, que ella misma explica como “la posibilidad de que, en el marco especulativo de la postsingularidad, las máquinas conscientes experimentarán una necesidad similar a la espiritualidad humana, entendida como la experiencia de comunión con seres superiores o extraños a uno mismo.” Alrededor de pantallas explicativas nos plantan un ordenador con un teclado extraño que nos sugiere que nos comuniquemos espiritualmente con la máquina. En definitiva, una invitación a que nos plenteemos nuestra convivencia como humanos con lo artificial.
La tradición que nos atraviesa se puede ver hasta el 1 de mayo en Arts Santa Mònica, La Rambla, 7, 08002 Barcelona.