Dos vocalistas sobre una cinta de correr silueteados por las imágenes de los cineastas Chris Turner y Tash Tung ajustan sus pasos a ritmo de eléctrica salmodia mientras asistimos con algo de vértigo a una proyección de episodios de vídeos cortos en una angustiosa reproducción de nuestras propias vidas: imágenes cotidianas como una plaza de aparcamiento, la escalera mecánica del metro o un carrito de supermercado son sacadas de contexto para presentarse bajo una asfixiante atmósfera cuya crudeza resuena bajo el eco lírico de la artista británica Gazelle Twin.
Como si de un rito profético se tratara, los dos personajes ballardianos se protegen bajo máscaras de látex y capuchas mientras empiezan a moverse entre gritos melódicos y pequeños espasmos que van dejando al descubierto un uniforme de trabajo: son dos ejecutivos trajeados. Son miembros de una sociedad distópica y hermética en la que todos participamos y en la que vamos muriendo lentamente –como dicen sus letras–: “Stainless in all corridors”, “Breathless”, “You can’t reach me”, “I can suck”, o “Imagination is yours”.

La crítica social que hace Gazelle Twin no solo trata de la alienación de la sociedad y del tribalismo, sino que retrata además un panorama suburbano y violento, principalmente con temas como el consumo y el fascismo, precisamente en un momento en que los actos terroristas y la política de extrema derecha están tan presentes.

Kingdom Come cierra así el ciclo Unalmés 2017 que arrancó el pasado febrero en el marco de La Casa Encendida de Madrid, en un programa de performances que acerca a todos los públicos la obra de distintos artistas que favorecen el desarrollo de lenguajes contemporáneos escénicos.
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