La necesidad de cambio está presente en multitud de ámbitos. Las reivindicaciones son imparables. Y la industria musical no podía quedarse atrás. MUTEK trae, edición tras edición, los sonidos y las propuestas creativas más vanguardistas y eclécticas a la ciudad de Barcelona –además de Montreal, Tokio o San Francisco, entre otras. Pero la razón de ser del festival va mucho más allá. Con esta nueva entrega, la organización del evento lo ha demostrado uniendo energías con Reebok en una colaboración –MUTEK Simposio– que, con la interconectividad y el empoderamiento como pilares fundamentales, pretende impulsar nuevas escenas creativas, disruptivas y empoderadas y así conseguir una transformación en las industrias de la música y las artes digitales.
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La edición de 2020 del festival incorpora novedades, y MUTEK Simposio es, sin duda, una de las más destacables. Esta iniciativa configura un reflejo de los valores fundacionales de la plataforma, enfocados a fomentar la equidad, la igualdad de oportunidades y la diversidad. Con la voluntad de seguir promoviendo esta filosofía, MUTEK arranca una nueva década en la ciudad con unas jornadas de paneles, debates, entrevistas y espacios de networking, en las que se reúnen, en Casa MUTEK x Reebok, un conjunto de artistas, creativos, colectivos y representantes culturales e institucionales, para iluminar e impulsar un cambio cultural en términos de diversidad, inclusión e igualdad de género.

Con motivo de MUTEK Simposio, se encontraron tres mujeres que conocen de primera mano la realidad del mundo de la música: Patti Schmidt, curator de MUTEK y moderadora del debate; Laetitia Deering, manager de Annex Agency; e Ivone Lesan, miembro de MIM y booker de Primavera Sound. En el panel Booking and Managing Our Way to Better Representation, las tres voces de la industria musical intercambiaron opiniones y debatieron acerca de la necesidad de cambio y de diversidad en la música, en el arte y en las prácticas sociales y culturales.

El número 48 del Carrer Llull de Barcelona estaba repleto de amantes de la música y creativos que no quisieron pasar por alto la oportunidad de conocer de cerca las cuestiones de género y empoderamiento latentes en la industria musical. Bajo la atenta mirada de los asistentes, entraron en una de las salas de Casa MUTEK x Reebok las participantes del panel. A medida que las protagonistas de la jornada ocupaban el espacio –un sofá y un par de sillones colocados en torno a una mesa de centro sobre la que aún descansaban los micrófonos– se iban incorporando al espacio más curiosos. Y, después de que los últimos asientos disponibles fueran ocupados, dio comienzo el simposio.

Para empezar, decidieron recurrir a una breve presentación, mediante la que pusieron sobre la mesa asuntos como sus inicios en el mundo de la música o sus ocupaciones actuales. Sin duda, había variedad. Desde los procesos de contratación de los artistas hasta acciones para dar visibilidad a las mujeres. Cada una, en su entorno, ha vivido en primera persona multitud de experiencias. Pero dedicarse a la música, a veces, pude parecer algo inalcanzable.

Esa idea fue la que irrumpió en el espacio cuando Laetitia Deering hizo referencia a uno de los pensamientos que le rondaban la cabeza antes de adentrarse en el sector: “Trabajar en estos hobbies es algo que nunca podría considerar un trabajo a tiempo completo, no podría hacer una carrera de ello”. Sin embargo, los inicios, además de por el escepticismo, también estuvieron marcados por cierta inocencia. “Solía ser muy naif cuando empecé”, confiesa la manager de Annex Agency. Pero no hay nada como la experiencia para dejar de lado lo utópico y encontrarse de frente con la realidad.

Después de los años de trabajo, Laetitia Deering tiene claro que aún queda mucho por hacer. Y que el camino no es igual de sencillo para todos. “Como persona blanca, hay situaciones que nunca experimentaré y que las personas de color sí”, declara, asegurando que son, precisamente, este tipo de hechos los que hay que erradicar. Pero el proceso de cambio puede ser más complejo de lo que parece. Ivone Lesan, por su parte, hace hincapié en que todos los comportamientos que fomentan la desigualdad –que son los que plantea que hay que eliminar– están más arraigados de lo que deberían.

Son prejuicios y construcciones sociales que es necesario deconstruir, pero “ninguno de nosotros ha nacido sabiéndolo, tenemos que enseñarnos a nosotros mismos”. Y, teniendo en cuenta que estas ideas están especialmente naturalizadas, resulta aún más complejo detectarlas. Laetitia Deering asegura que “muchas veces es algo inconsciente, no piensas, ‘oh, le voy a pagar menos por ser una persona de color’ ”. Pero, aun siendo algo generalmente involuntario, ocurre. “Sigo viendo como a las mujeres se les sigue pagando menos que a los hombres, sigo viendo como a la gente de color se le sigue pagando menos que a la gente blanca”, declara.

No obstante, esto no es algo que dañe solamente a los artistas, también afecta a todas aquellas personas que trabajan en el mundo de la música fuera y detrás de los escenarios. Y es una realidad que las tres mujeres han vivido en sus propias carnes. “Hay gente que no se acostumbra a ver a una mujer siendo capaz de negociar, pero ese es mi trabajo: negociar”, cuenta Laetitia Deering. Ivone Lesan toma la palabra y añade, haciendo referencia a los ambientes en los que se mueven personas con cargos como el de Deering, que “estos espacios están ocupados al 90% por hombres blancos y no todos ellos están cualificados. La cosa es, si tú eliminas a los que no están cualificados y pones en su lugar a personas, que no sean necesariamente hombres blancos, a lo mejor se consigue que haya más poder en estos espacios”. A esta reflexión, plagada de realidad, Patti Schmidt añade una dosis de humor, “quizá el problema es que no sabemos cómo identificar que alguien está cualificado”, con la que consigue despertar alguna que otra carcajada entre los asistentes.

Teniendo en cuenta que, como confirman las ponentes, hay personas a las que la industria no reconoce –al menos tanto como debería– su valía, es necesario tomar cartas en el asunto. Con la motivación de zanjar –o al menos, reducir– estas dificultades que tienen algunos colectivos para llegar a posicionarse en la industria musical, surgen organizaciones como Mujeres de la Industria Musical (MIM), la asociación de la que Ivone Lesan es fundadora e integrante.

Se trata de “una asociación que pretende dar visibilidad a las mujeres, tanto a las que están delante como a las que están detrás; no solo a las artistas, también a las productoras y a cualquier tipo de trabajo que puedas imaginar que ocurre en el mundo de la música”. Y, por sorprendente que pueda parecer, el fin último de este colectivo –según confiesa la propia fundadora– “es desaparecer”. Porque, solo cuando MIM ya no haga falta, habrá cumplido por completo su cometido.

Sin embargo, es necesario reconocer que la mujer no es la única que se ve afectada por los roles y las convenciones que rigen el mundo de la música. “Transexualidad, etnia, nacionalidad… No importa el background personal del artista, lo que importa es su carrera y su música. Así es cómo debería ser”, reclama Leman. Y Deering, desde su perspectiva como agente, tiene claro cual es su deber a la hora de llevar a cabo este trabajo: “representar artistas de varios géneros, varias etnias, varias nacionalidades… E intentar hacerlo algo normal.” Esta es la única manera de normalizarlo, de lograr que los artistas que no responden a lo que la industria musical lleva promoviendo durante muchos años no queden en segundo plano.

Instituciones, colectivos y profesionales del sector –como es el caso de las tres ponentes que han compartido su visión y sus experiencias– trabajan a favor de una industria musical más equitativa, igualitaria y diversa. Aún no se ha dado con la fórmula precisa para lograrlo. Sin embargo, Patti Schmidt, Laetitia Deering e Ivone Lesan tienen claro que, aunque el camino va a ser largo, es necesario recorrerlo. A pesar de reconocer que, en los últimos años, ha habido cierto progreso, afirman que estos avances no son suficientes. Y, para seguir progresando, Deering sostiene que hay algo que no se debe perder de vista: la empatía. “No podemos dejar de lado las interacciones humanas. Cuando quitas esa interacción humana, es muy fácil perder la empatía y pensar lo peor en lugar de ponerte en la piel de esa persona. Mantener la empatía es lo que ayuda a la diversidad”. 
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