Siguiendo la tradición familiar, Alexandra Kehayoglou, nos transporta a través de sus alfombras a un mundo ideal rodeado de naturaleza viva. Estudió artes visuales, fotografía y publicidad, pero su cuerpo vibraba más con la lana y las alfombras. Y es que lo lleva en la sangre; el mundo textil ha estado en su familia durante décadas, y es una tradición que ha ido pasando de generación en generación, tradición que se llevó su abuela desde Grecia hasta Buenos Aires hace ya casi un siglo.
El trabajo de Alexandra es un arte desarrollado en alfombras de lana, que representa su personal concepción del arte, “una herramienta de cambio, de concienciación y de educación”. Son obras cercanas al espectador que, como algo instintivo, le invita a tirarse al suelo para sentirla. Para ella la alfombra representa un lugar de protección y un regreso a su infancia.
Cada uno de sus trabajos simboliza lugares que visitó y que eterniza a través del telar. La naturaleza es su fuente de inspiración, y a ella le rinde tributo a través de sus pastizales que representan caminos, lagunas, bosques infinitos o jardines mágicos.
Además de alfombras, Alexandra trabaja sobre tapices e instalaciones textiles, como el proyecto A carpet, Buenos Aires to Paris, donde uno de sus pastizales cubría la pasarela del desfile de Dries Van Noten en la Paris Fashion Week 15.
El trabajo de la bonaerense es una proyección de su mundo personal a través de un saber genético que viene de su abuela a la que conoció a través de las alfombras. Por ello, el año pasado le dedicó la obra En los pies de Elpiniki, un barco-zapato de madera y resina revestido en alfombra de lana tejida a mano. Esta obra representa el viaje que hizo su abuela, la mezcla de mundos y, el fin y el comienzo de una historia.
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