Debo confesar que no soy una gran admiradora del cine de terror, que la absurdidad de Scary Movie me traumatizó de pequeña y que hay capítulos de Mentes criminales con los que tengo que taparme los ojos. Por eso me sigo sorprendiendo con que el increíble y sincero libro de Desirée de Fez – crítica de cine, periodista y docente – haya conseguido que empiece a indagar en este género, comenzando por los clásicos que trata en Reina del grito. Un viaje por los miedos femeninos (Blackie Books, 2020), aunque de momento, solo durante el día.
A lo largo de 16 capítulos, Desirée clasifica los temores que han ido surgiendo desde su niñez adjudicándoles desde grandes clásicos como Carrie (Brian de Palma, 1976) a otros más novedosos y transgresores como Una chica vuelve a casa sola de noche (Ana Lily Amirpour, 2014). Con un extenso e íntimo abanico de experiencias, la autora consigue la atención de todo lector que se precie a adentrarse en temores cotidianos con los que, desafortunadamente, empatizamos más de lo que nos gustaría. Pero como bien dice ella, existe cierto alivio en darte cuenta de que tus miedos tienen gran parte de universalidad, y que, quién más o quién menos, ha pasado por temores parecidos a los tuyos. “Me alivia que nos hayamos dado cuenta por fin de que ser conscientes de nuestra vulnerabilidad no nos hace débiles, sino todo lo contrario.” Cojamos entonces nuestra vulnerabilidad de la mano y dejemos que los films escogidos por Desirée de Fez nos arropen en su ficción; donde, a veces, se pasa menos miedo.
¡Hola, Desirée! Solo hace unos meses que se publicó Reina del grito, de la mano de Blackie Books, y ya habéis sacado la segunda edición ¿te esperabas un recibimiento así?
Sabía que mi libro estaba en las mejores manos porque el trabajo con la editorial ha sido cálido y generoso desde el primer día, pero nunca imaginé que tantas lectoras y tantos lectores se acercarían a decirme que el libro les había llegado hondo y compartirían conmigo sus historias. Eso está siendo increíble. Muy emocionante.
El propio título hace referencia a unos papeles muy concretos interpretados por mujeres, Scream Queen. Reivindicas estas figuras y el importante espacio que ocupan. ¿Por qué ellas?
Más allá de que adore a las actrices del cine de terror, en el libro quería darle un poco la vuelta a esa etiqueta. Durante muchos años, interpreté a esas mujeres que gritan en pantalla como víctimas, hasta que un día me di cuenta de lo increíblemente fuertes que eran al tener la capacidad de parar la acción de la película, gritar con todas sus fuerzas lo que les preocupa o les da miedo, y hacer que todo el mundo las escuche. Ojalá yo pudiera hacer eso más a menudo.
Clasificados en 16 capítulos, haces un recorrido cronológico por los temores que han ocupado las distintas etapas de tu vida, adjudicándoles una ficción cinematográfica a cada uno. ¿Ha sido liberador escribir y limitar en capítulos tus miedos o todo lo contrario?
Ha sido una mezcla. Por un lado, no ha sido fácil volver a enfrentarme a miedos y a situaciones que creía superados u olvidados, cuando en realidad seguían ahí. Sobre todo cosas de la infancia y de la adolescencia y relaciones sentimentales pasadas y feas. Ni tampoco ha sido fácil encarar miedos con los que convivo a diario pero que, inconscientemente, estaba relativizando. Pero, por otro lado, pensar en esos miedos, intentar entenderlos y, sobre todo, contarlos ha sido liberador. No porque al hacerlo hayan desaparecido. Mis miedos siguen ahí. Sino porque me di cuenta de que disponía de más recursos de los que creía para manejarlos.
Tanto en el libro como en múltiples entrevistas, comentas que eres una persona muy miedosa y que las películas de terror te han permitido analizar tus miedos desde la pantalla y acercarte a ellos de una forma distinta, ¿crees que poder comprobar que no eres la única que tiene ciertas fobias, sentirte acompañada y comprendida, aunque sea en una ficción, te ha ayudado a convivir con ello de otra forma?
Por supuesto. De hecho, como cuento en el libro, para enfrentarme a muchos de los miedos de los que hablo ha sido fundamental el nuevo cine de terror dirigido por mujeres. Me he sentido muy arropada por esas películas, en las que muchas de sus autoras abordan sus miedos y preocupaciones, que también son los míos, de una forma muy directa, honesta y valiente. Sentirte comprendida y, sobre todo, acompañada es un alivio.
Comenté tu libro con unas amigas y es curioso porque, aunque no fueran todos ellos, muchos temores de los que hablas los hemos sentido todas en algún momento de nuestra vida, quizás reflejados en situaciones distintas, pero al final son temores estructurales de género con las que todas nos podemos sentir identificadas. Bueno, de ahí el subtítulo: Un viaje por los miedos femeninos, ¿no?
Sí, sé que algunos de los miedos de los que hablo en el libro no son exclusivamente nuestros, como el miedo a la pérdida o al fracaso. Pero otros sí son miedos femeninos, como los relacionados con la maternidad y el embarazo. Y luego hay otros que, si bien no son sólo femeninos, creo que nos afectan de manera distinta. Por ejemplo el miedo a envejecer, que en nuestro caso es más intenso y más complejo porque la dictadura estética a la que estamos sometidas es muy agresiva, o porque en muchos casos entran en juego las presiones, ya sean internas o externas, por la maternidad.
El hecho de que muchas de nosotras compartamos pánicos me alivia y me enfada a partes iguales. ¿Tú cómo lo vives?
Exactamente como tú. Me alivia saber que somos más conscientes que nunca de esos miedos y que estamos más juntas que nunca. Y me alivia que nos hayamos dado cuenta por fin de que ser conscientes de nuestra vulnerabilidad no nos hace débiles, sino todo lo contrario. Pero también me entristece porque, sobre todo en el caso de los miedos que tienen que ver con un machismo estructural, que sigamos sintiéndolos quiere decir que aún queda mucho por hacer.
Hablas de que tanto tu madre como tu hermana comparten contigo el mismo nivel de angustia por temas parecidos, que es algo casi genético en las mujeres de tu familia. ¿Gestionáis los miedos de la misma forma? ¿Son también entusiastas del cine de terror?
No. Les gusta mucho el cine pero no son especialmente fans del cine de terror. Si te soy totalmente sincera, antes de publicar el libro no había conseguido descifrar cómo lo hacían ellas. Cuando les preguntaba, tiraban balones fuera. Pero desde que leyeron el libro hemos hablado de una forma más directa del tema, y eso es una de las cosas más increíbles que me ha traído escribirlo.
En el libro explicas que pasabas bastante tiempo delante del televisor, era una forma de pasar el rato, pero también tu refugio. Ahora que estamos rodeados de pantallas, parece que si no estás en contra de ellas no lo estás haciendo bien, ¿cómo es tu relación con las pantallas y la era digital en general?
He escrito mucho en mis columnas de El Periódico sobre eso porque es un tema que me interesa muchísimo. Me interesan los cambios en la manera de hacer cine, de estrenarlo, de comunicarlo… Pero, sobre todo, me interesa cómo hemos cambiado nosotros como espectadores. De hecho, quería que en el libro quedaran reflejados esos cambios. De ahí que haya situaciones relacionadas con salas de cine, con el videoclub, con cintas de VHS y DVDs… hasta llegar a la serie vista en un ordenador portátil. A nivel personal, convivo con naturalidad con las pantallas y, aunque amo ir al cine, no soy excesivamente nostálgica del pasado.
Detallas como era el proceso de ir al videoclub, ver las carátulas más terroríficas, decidir cuál sería la escogida del día… ¿Puede ser que ver películas de terror de pequeña tuviera cierta relación con poder acceder a lo prohibido, a lo que aún no deberías ver?
Puede ser. Mi entorno no era ni excesivamente conservador ni castrante, por lo que no creo que mi atracción por el terror fuera una especie de revulsivo. Pero, además de ser miedosa, siempre he sido muy esclava de que todo esté en orden y controlado, y quizá vi en esas películas una manera de asomarme a un lugar donde todo eso saltaba por los aires.
Tu biográfico ensayo está desnudo de artificios, relatas tu vida con total transparencia de forma cotidiana y cercana. Gracias a eso, el lector recorre tus etapas vitales sintiéndolas como propias, inmerso en tensiones mundanas que probablemente haya vivido. Compartiendo tus fobias expones tu vulnerabilidad, ¿no te da más miedo esto que las fobias en sí?
No. De hecho, como te decía antes, creo que la asunción de la propia vulnerabilidad es uno de los temas fundamentales de la ficción y la auto-ficción contemporánea, tanto literaria como audiovisual y sobre todo hecha por mujeres. El libro parte de la necesidad de contar mis miedos, y eso sólo podía hacerlo siendo completamente honesta y sin ponerme trabas, sin dejar que las inseguridades o el miedo a exponerme me bloquearan. Dicho esto, sí que trabajé mucho para no caer en lo obsceno o en la anécdota personal caprichosa. Yo no soy una persona famosa, con lo que esas anécdotas personales no tenían valor por sí mismas, solo cobraban sentido si activaban algo más amplio con lo que las lectoras y los lectores pudieran conectar (o no).
En uno de los últimos capítulos detallas algunos episodios de tu carrera que han ocurrido por trabajar en un espacio asociado tradicionalmente al hombre, y te identificas como una Final girl. Cuéntanos qué relación tienes con este personaje.
En el cine de terror, la final girl, que es un concepto que creó Carol J. Clover en su ensayo Men, Women and Chain Saws: Gender in the Modern Horror Film, es la última superviviente de las películas de terror, la que llega hasta el final. Me hacía gracia usar esa figura para hablar de la necesidad de seguir defendiendo lo que hacemos aunque el contexto no juegue a nuestro favor, de llegar hasta el final en nuestras opiniones, nuestras reflexiones y nuestras ideas aunque, de momento, haya que pelearlo.
En este mismo episodio hablas del bochorno que te causaba que tus compañeros te presentaran como la única o la mejor mujer-crítica de cine de terror. Cada vez se habla más del síndrome de la impostora y su relación con la sociedad patriarcal, en tanto que, mayoritariamente, somos las mujeres las que nos cuesta más reconocer nuestros logros. ¿Cómo has conseguido lidiar con esto?
Aún no lo he conseguido. Me siento más segura que hace unos años, ¡no creas que tantos! Pero todavía no ha tenido lugar un cambio estructural lo suficientemente profundo como para que desaparezcan nuestras inseguridades y ese síndrome terrible.
Comentas repetidamente que aún hay mucho trabajo por hacer en cuanto a igualdad de género y cine de terror. ¿Cuál sería el punto de inflexión en que dijeras: “Vale, ahora sí”?
Un primer paso sería que las películas de terror dirigidas por mujeres rompieran de forma radical la barrera de lo minoritario.
¿Crees que el cine de terror es el género más libre? En tanto que es el género cinematográfico que puede prescindir más de las normas y estructuras preestablecidas.
Sí, siempre he sentido que el cine de terror es un género muy abierto al riesgo, a saltarse las convenciones, al experimento y a la locura.
No sé si es impresión mía, lo cual es muy probable, pero ¿puede ser que últimamente haya un auge de cine de terror de tipo psicológico? Si es así, ¿por qué crees que se ha extendido este interés?
Creo que hay una tendencia a un cine de terror muy metafórico, y creo que tiene que ver con los tiempos. Vivimos en un momento secuestrado por el relato y las emociones. De una forma totalmente lógica y comprensible, nuestro enfado y nuestra necesidad de cambiar algunos relatos, desmentir otros que parecían asumidos y eran erróneos o directamente nocivos y contar los que habían permanecido en silencio durante tanto tiempo han condicionado la ficción del presente. De ahí tantas películas de terror en las que el tema y la psicología de los personajes esté en primer plano. Pero estoy convencida de que esta tendencia se diluirá poco a poco y volveremos a un cine de terror más variado.
Para alguien que no tenga mucho contacto con el cine de terror, ¿qué tres películas le recomendarías para empezar a adentrase?
Para no alejarme del libro, te diría estas tres: Carrie (1976), La semilla del diablo (1968) y, más reciente, Babadook (2014).
Y ya para acabar, ¿cuál fue la última película que te estremeció?
Promising Young Woman, de Emerald Fennell.