Antonella Tignanelli es una artista que utiliza la cocina como fin y como medio. En ella, se dan la mano pensamiento y acción para crear proyectos con un impacto positivo en su medio, y es que ha estado involucrada en negocios tan sonados como Baldomero o Camping. Actualmente es anfitriona de uno de los proyectos más interesantes de Barcelona: Food Rituals. Se trata de una serie de eventos sobre rituales religiosos y paganos alrededor del mundo. Actualmente estos eventos se están transformando en una compañía de teatro inmersivo itinerante, sumando muchas disciplinas y gente talentosísima a la ecuación. Su objetivo: acercar a los invitados a las creencias de los otros.
Primero de todo Antonella, ¿cómo llegaste a la gastronomía y qué te ha atraído tanto de ella?
Llegué a la gastronomía a través de mi abuela, ella era una verdadera anfitriona y creo que eso fue lo que me atrajo en un principio; los motivos de reunión, las fiestas, las preparaciones de comida que duraban tres días, la hospitalidad, el disfrute y la entrega de los invitados. Para mí era todo un universo de goce, satisfacción y tradiciones.
Cuando mi abuela cocinaba, yo siempre estaba detrás queriendo ayudarla, pero ella no me dejaba tocar nada, me hacía mirarla con mucha atención. Cuando hice mi primer viaje sola con amigos, nadie sabía cocinar, entonces yo tomé el rol de la abuela de la casa y compré todos los productos que ella usaba. Cuando hice sus recetas (de memoria) me salieron idénticas, y ahí es cuando me di cuenta de que ese universo también era el mío.
Durante años trabajé en el mundo de la restauración, pero mis mayores estudios los hice visitando regiones y familias del mundo que me enseñaron todo lo que sé y quiero investigar y reproducir hoy en día.
Cuéntanos sobre tus proyectos más actuales.
En este momento estoy trabajando en la apertura de un restaurante en Calella de Palafrugell, se llama Margarita. La historia que nos contamos es que Margarita es la prima de Baldomero, una prima bastante divertida que vivió sus buenos Woodstocks en los 70 y ahora está de vuelta en su casita de la Costa Brava. Casita que abrió para compartir con la gente. La comida será estilo Baldomero pero más femenina, marítima y veraniega. ¡Esperen fiestas en la playa justo en frente!
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¿Y qué nos puedes contar sobre Food Rituals?
Empezó siendo una serie documental sobre rituales religiosos y paganos alrededor del mundo y cómo es la comida que se sirve en esas celebraciones y su simbolismo. Después de un año muy difícil en la industria audiovisual, el show quedó en stand by hasta nuevo aviso, y por suerte conocí a mi amiga y socia Sandie Hamon, que me ayudó a convertir el mismo concepto en el que venía trabajando pero en versión de eventos.
¡Ya hicimos tres el año pasado y fueron un éxito! Este año el calendario se está poniendo muy interesante. Nos estamos transformando en una compañía de teatro inmersivo itinerante y sumando muchas disciplinas y gente talentosísima a la ecuación.
Queremos poder acercar a los invitados a las creencias de los otros y actuar como plataforma cultural para conocer prácticas milenarias que hoy en día se han distorsionado mucho. Queremos devolver un espacio de reunión esencial que creemos que se ha perdido en las sociedades actuales. Todo esto desde un lugar de entretenimiento, goce, comida y estudio.
¿Cómo se puede contribuir desde el emprendimiento a moldear el mundo, la realidad, de forma positiva?
Desde las formas en las que trabajas y tratas a tus empleados, los ambientes de trabajo que generas, hasta los productos que eliges, los proyectos a los que apoyas y la comunicación; está todo muy entrelazado. Para empezar, hay muchos elementos que tener en cuenta en el ámbito de las cocinas para que nuestra industria sea un lugar más sano en el que trabajar.
Y, por supuesto, eligiendo con qué proveedores trabajas, qué apoyas, qué compras, y qué estás aportando para hacer que el mundo sea un lugar mejor. En la gastronomía usamos una cantidad de recursos a diario que da miedo, si puedes reducir lo que usas, consumir más responsablemente y apoyar a productores pequeños, ya estás haciendo una diferencia. Después también te vuelves canal de comunicación y el mensaje que impartes tiene un impacto, y es importante cuidarlo y que esté en línea con estos valores.
¿Qué tiene esta época que nos iguala en sentimientos y comportamientos? ¿Qué destacarías de la época pandémica y la economía de bajo contacto?
Creo que lo que nos iguala es la búsqueda de cosas más esenciales. Todos estamos buscando cosas y experiencias que nos acerquen más a la verdad, porque para ficciones está la vida. Por esos motivos Baldomero y Camping no sufrieron tanto en la época pandémica; ambos son proyectos predominantemente diurnos y no muy complejos de sostener en cuestiones de estructura.
Por mi parte, estos cambios me hicieron pensar mucho en ciertos formatos de la gastronomía que ya no me podría permitir llevar a cabo, y creo que a muchos nos pasa lo mismo. Esta época nos obliga a hacer el ejercicio importante de simplificar y lidiar con las adversidades de forma creativa y ágil.
La economía de bajo contacto, que la gente no tenga cambio en efectivo, la carta en QR y todas las automatizaciones que estamos sufriendo no me simpatizan. Todos estos cambios, aunque siempre fueron inminentes y contemporáneos, nos han llevado a dar un salto de una década en el último año. Aquí se me va un poco el optimismo, espero que vuelva el contacto con lo material pronto y que no sea un camino sin retorno, sino terminaremos comiéndonos las pantallas.
“Todos estamos buscando cosas y experiencias que nos acerquen más a la verdad, porque para ficciones está la vida.”
En todo emprendimiento hay una parte de investigación y otra de acción, ¿en cuál de ellas te encuentras más a gusto?
Honestamente en las dos. Hubo momentos donde fue solamente pensamiento. Otros, solamente acción. Hoy en día disfruto mucho de la conjunción de los dos.
Si bien creo que mi punto fuerte está en entender e investigar qué es lo que la gente quiere, me encanta el momento de materializar, por lo diferente que es a todo lo que te imaginabas. Cuánto mejor son algunas cosas, cuán difíciles otras. Es un trabajo tan dinámico y que depende de tantos factores que sería una pena solamente pensarlo y no llevarlo a cabo, porque en la práctica descubres lo que es realmente necesario y eso se comunica con tus ideas generando el producto final.
Me he pasado años pensando en conceptos que cuando vieron la luz eran completamente distintos a cómo los había planteado en un principio. Me da mucha satisfacción esa trayectoria por toda la gente involucrada en el camino, los cambios de circunstancias y cómo las cosas pueden tomar su propio curso curso y hay que seguirlas y guiarlas sin poner mucha resistencia.
En ti convergen, y disculpa si me equivoco, el encanto de las cosas sencillas y la eclosión de líneas de acción, proyectos, etc. ¿Cómo haces para equilibrar estas dos pulsiones, aparentemente contradictorias?
(Risas). Creo que es la sencillez de los proyectos lo que me permite avanzar en muchos a la vez. Que el mensaje se entienda, sea claro y no un pastiche también ayuda mucho.
Lo sencillo pero bien ejecutado siempre va a estar bien si tiene alma. En realidad el trabajo de sintetizar y simplificar no es más fácil que el de hacer algo complejo, sin embargo, se requiere un gran componente humano y familiar para poder interpelar a la gente y hacerles sentir algo por más simple que sea.
El hecho de crear algo auténtico, en línea con la esencia de una, pero que encaje con el mercado y que llegue a las personas, ¿es un proceso del cual disfrutas de una forma creativa? Cuéntanos un poco sobre él…
¡Disfruto mucho y también sufro! Por una parte, está la sencillez y de mostrar un poco de tu alma y el porqué estás aquí. En realidad no hace falta mucho más que autenticidad y coherencia en los proyectos para que tengan un lugar en el mercado, o en la vida de la gente.
Yo creo rotundamente que mientras los conceptos sean comprensibles y la acción cotidiana ayude a que se mantengan así, hay poco margen para que no produzcan deseo. Si observas el contexto, no intentas copiar y pegar cosas de una ciudad a otra. Si el proyecto nace como algo que el contexto necesitaba, pero todavía no lo sabía, entonces vas bien. Eso, para mí, es que un proyecto sea auténtico, que tenga una razón de existir, que no sea puro capricho. Si no que tenga una cuota justa de capricho y personalidad que es lo que los hace humanos.
Después, obviamente, está el mantenimiento de los proyectos, el día a día, las tareas burocráticas, ajustes de presupuestos, que te digan que la materia prima es cara, etc. ¡Y ahí es donde empieza el sufrimiento! Es difícil mantener la calidad de los proyectos a largo plazo y creo que todavía estoy aprendiendo mucho en ese campo. Me pasa que no sigo relacionada a proyectos que en su día creé. Es difícil desprenderse de los proyectos pero es necesario hacerlo si una quiere involucrarse en otros.
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De qué forma te vas encontrando en los proyectos, ¿los impulsas, buscas, etc. o te los van proponiendo?
Diría que mitad y mitad. Impulso muchos proyectos desde siempre. Abrí mi primer café en Buenos Aires a los 19 años. Pero también, por fortuna, me han ofrecido entrar en otros muchos proyectos y he sido parte, en ocasiones, de llevar a cabo proyectos impulsados por otras personas.
Es verdad que, a medida que pasa el tiempo, me resulta más fácil impulsar mis propias ideas. Eso es gracias a todos los equipos/personas que he ido conociendo. Personas que tienen aptitudes complementarias a las mías y con las que puedo contar, cada vez más, a través de los años y la experiencia. Lo mejor que me dio el hacer cosas es la confianza de mis pares y el respeto que nos tenemos mutuamente, después de eso impulsar proyectos es mucho más fácil porque cuentas con una red de personas increíbles.
¿Cómo surgió la idea de Baldomero y Camping?
Tanto Baldomero como Camping fueron proyectos que me propusieron hacer.
Camping era un sitio que ya existía en Buenos Aires, fundado por mi socio Gabriel Balan y donde ya habíamos trabajado juntos. Gabi estuvo años con la licitación del chiringuito y justo cuando llegué a Barcelona en 2017, me propuso hacer la adaptación del que tenía en Argentina al que nació en Poblenou, y trabajamos juntos en eso para poder abrir finalmente en 2019.
Baldomero era un local vacío espectacular en Passatge Mercader que David Carbo, mi actual socio en otros proyectos, me mostró y juntos pensamos en su creación desde el principio
Todos los proyectos en los que has estado involucrada están teniendo un impacto considerable. ¿Cuáles crees que son las claves principales para construir experiencias memorables y hacer que te recuerden?
Coherencia contigo misma y con tu entorno y habilidad para comunicar.
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