Para Alejandro Annicharico la fotografía es tan solo un medio para registrar su universo creativo, que bebe del teatro, la performance, la moda y la música. Los personajes ficticios protagonizan sus obras. Figuras humanas delicadas, sacadas de un mundo onírico e irreal, se unen a objetos de nuestro día a día: un tenedor, un coche estrellado, una avioneta, o un bate de béisbol roto se convierten en extensiones del cuerpo y nos transportan a un lugar alejado de la realidad. Hoy hablamos con Alejandro sobre su proceso creativo, sus raíces, y la importancia de la fantasía.
Para que nuestros lectores te conozcan un poco mejor, ¿podrías presentarte?
Soy Alejandro Annicharico, soy artista visual y llevo casi diez años tomando fotografías. Comencé a los diecisiete gracias a que la galería colombiana La Cometa me comenzó a representar. Ese fue el punto de inflexión para empezar a tomarme en serio el mundo del arte. Estudié publicidad, pero fue siempre mi plan B. 
¿En qué momento la fotografía se convierte en la forma de expresarte?
Empecé a pintar de pequeño, dibujaba y hacía muchas cosas creativas; siempre he tenido inquietudes. A los quince años, aproximadamente, comencé a tomar fotos de mis amigos, a explorar. Conseguí tener un portfolio desde muy joven, aunque no dejaba clara mi intención. No sabía si prefería los retratos o la moda, me valía todo. Fue un proceso bastante orgánico, lo considero el inicio.
¿Qué te estimula a coger la cámara y empezar a disparar?
En este momento no me considero fotógrafo porque la técnica utilizada para crear nunca ha sido mi prioridad. Considero que la fotografía es el registro de mi composición y todas mis imágenes juegan con elementos del teatro, la performance, la moda, etc. En realidad, me centro más en la escena; creo que la fotografía es solo el lenguaje.
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Anteriormente trabajabas con revistas y decidiste dejar a un lado ese mundo más comercial, ¿cómo llevas vivir plenamente del arte?
Comencé con las revistas porque salió sin planearlo. Empezaron a llamarme siendo muy pequeño y pienso que fue maravilloso porque así pude definir qué era lo que realmente anhelaba y quería. En algún momento sentí que no estaba plenamente satisfecho, llegaron propuestas de algunas galerías para que me representaran, y ahí vi que era el camino que me llevaría a sentirme completo –aunque supusiera más trabajo.
Has conseguido entrar en un mundo complicado, ¿lo consideras suerte?
Creo que, en el arte en particular, existen variantes que tienen que coordinarse y alinearse en un mismo punto. Tal vez un poco de suerte y, tal vez, esfuerzo y mucha disciplina. Considero que mi carrera ha estado absolutamente guiada por el trabajo arduo. He tenido muchas oportunidades pero también me he encargado de buscarlas. Ha sido una combinación de lo que el universo me ha dado y de lo que he querido encontrar.
¿Sientes que tus raíces han influido en tus obras? O, por el contrario, ¿crees que has creado un producto sin connotaciones culturales?
Sí, en particular, el último proyecto que lancé, Cápsula, es un trabajo muy concreto porque solo lo forman retratos. Fue la oportunidad de poder rendir tributo a la herencia folklórica de mi país, Colombia, que está lleno de colores, contrastes e infinidad de sabores a nivel visual. Fue un momento para mostrar un poco más esa raíz y representar aquello que me parece necesario reconocer –en mi país hay una inmensidad de festividades y eventos que llevan a la creatividad. Lo lanzamos en noviembre del año pasado y pudimos llevar varias de las piezas a diferentes países como Suiza o México (además de Colombia).
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Además de todos estos países, a través de las redes sociales también puedes difundir ese folklore.
Digamos que el primer lanzamiento oficial fue por medio de mis redes sociales. Para mí fue muy importante hacer esta proyección a través de internet. Creo que es una herramienta muy poderosa porque se trata de un nuevo mercado. Hay que estar atento a sus necesidades, a su público, a su audiencia y saber cómo entretener.
¿Lo consideras una oportunidad para que los espectadores conozcan mejor tu tierra?
Sí, yo en realidad siempre hablo mucho de mi país y esto, en particular, fue una invitación para que las personas de otros lugares tuvieran más curiosidad sobre Colombia e investigaran con la mente un poco más abierta.
¿Crees que haber viajado y haber conocido tantas culturas y a tantas personas te ha influido a la hora producir tus trabajos?
Conocer a tantas personas me ha influido como ser humano, no sé cuánto ha afectado a mi obra. Considero que la mente es una licuadora que trabaja constantemente y, tal vez, he podido ver a nivel artístico muchos lugares que mi inconsciente ha reflejado más adelante.
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En tus proyectos veo una clara influencia del mundo de la moda. Sin embargo, he leído en entrevistas que la música te inspira más. ¿Por qué es un pilar tan importante en tu trabajo?
Creo la música ha sido una de mis grandes musas. Algunas de mis fotografías tienen nombre de canciones y varios de mis proyectos, en el momento de realizarlos y producirlos, han estado inspirados en bandas sonoras o en bandas de rock. Para mí, la música es como el aire para los pulmones.
Tus obras están llenas de emociones y de un fuerte carácter, ¿tienes alguna fotografía que te haya marcado especialmente?
Hay una obra de la serie Art Work Vol.3, de los años 2014 y 2015, donde aparece una mujer que acaba de quemarse y ha dejado en la pared blanca la huella del impacto. A esta imagen, en particular, le tengo un cariño especial porque representa la metamorfosis del alma. Como seres humanos, siento que estamos siempre a disposición del azar y este proyecto representa el cambio y la evolución.
A lo largo de tu trabajo se observan unas transiciones que van desde el caos y el desorden a la esperanza y la victoria, ¿es un reflejo de lo que percibes?
Yo creo que, en particular, Art Work Vol.3 es un material de cuarenta imágenes donde retrato el caos, la sanación y la victoria. En el momento en el que lo hice vi un recorrido coherente que quería mostrar porque era lo que pasaba en mi vida. Es uno de mis trabajos más personales y directos.
“El cuerpo humano tiene millones de posibilidades pero estamos acostumbrados a verlo de una manera muy plana. A mí me gusta observarlo como un elemento moldeable y cambiante.”
Has conseguido que los objetos cotidianos tengan otra vida y que sean una nueva extensión del cuerpo. ¿Lo has cosificado o has dado vida a los objetos del día a día?
El tema de intervenir el cuerpo con objetos ha sido solo un recurso porque, al final, lo principal y la materia prima son las personas. El cuerpo humano tiene millones de posibilidades pero estamos acostumbrados a verlo de una manera muy plana. A mí me gusta observarlo como un elemento moldeable y cambiante.
Trabajas constantemente con personas y logras que los espectadores se acerquen a ellas a través de tus obras. ¿Consigues ese mismo acercamiento y esa conexión con los modelos?
Siento que sí, aunque la mayoría no son modelos. Muchos han sido actores de teatro con los que he conectado de forma creativa o amigos con cuyos gustos, aquello que quieren expresar o las experiencias vividas me siento identificado. Siempre siento algún tipo de conexión con todos ellos.
Creas retratos reales con tintes artificiales y colores que nos alejan de la naturaleza, ¿persigues un concepto de belleza específico?
El surrealismo en mis imágenes ha sido algo que se ha dado de manera muy natural tanto en la composición como en el proceso de inspiración. No he seguido algo específico ni es algo que me haya propuesto realmente; se ha basado en querer salir del mundo cruel en el que estamos y así llevar a las personas a un lugar más esperanzador.
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Entonces, es una forma para evadirnos de los problemas que hay y crear otra atmósfera.
Sí, totalmente. Creo que estamos en un mundo absolutamente convulsionado. El arte sirve para dar esperanza, es una motivación maravillosa.
Los movimientos y las formas extrañas que proyectas parecen a punto de salir de la fotografía, y mezclas lo humano con lo material. ¿Consideras que has creado tu propia identidad?
Quisiera creer que he creado mi propia identidad y ADN. Puedo afirmar que he procurado ser muy coherente con lo que soy como persona y con lo que siento. En cada uno de mis proyectos he procurado conseguir una producción con calma y con el tiempo necesario para poder hacer una ‘autolectura’, no quiero un escaneo rápido de mi mente. No sé si he conseguido crear una identidad, pero sí he sido coherente y honesto con lo que he querido decir y expresar.
Finalmente, has participado en ferias internacionales de arte, en numerosas galerías, has expuesto en varios países… ¿Qué otros planes tienes para 2018?
La idea es moverme a Los Ángeles y empezar a trabajar allí. Además, voy a lanzar otro proyecto muy compacto, al igual que Cápsula, que contenga entre veinte y treinta imágenes para crear una exposición con los trabajos de los últimos años. Me gustaría ir a Bogotá, Ciudad de México, Madrid, etc. Cuatro o cinco puntos que sean claves para poder responder al cariño y al recibimiento de la gente. También estoy empezando a trabajar en un par de proyectos donde utilizo más lenguajes que no sean la fotografía, pero lo inmediato es sacar la exposición itinerante.
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