Nacida en Madrid en el año 1993, la ilustradora Yeyei Gómez goza de un merecido reconocimiento en la escena artística actual. Con una variedad de técnicas a su disposición, desde las tradicionales como los acrílicos hasta el digitalizado control+Z, y una mente joven rebosante de ideas, ha realizado exposiciones individuales y colectivas tanto dentro como fuera de las fronteras españolas, además de trabajar en varios proyectos junto a Cruz Roja, Mulafest o Ediciones Hidroavión, entre otros. Actualmente sus obras más recientes pueden visitarse en la exposición Art Luggage en el espacio Rughara de Madrid hasta el día 31 de agosto.
Tu obra tiene puntos psicodélicos y muestra una deformación de la percepción visual. ¿Qué deseas representar?
En el campo de lo visual, lo que muchos buscamos representar es nuestra realidad, que siempre será distinta en mayor o menor medida a la realidad de los demás.
En el festival Mulafest pintaste un mural de 3x1,5 metros homenajeando al recientemente fallecido compositor japonés de música electrónica Isao Tomita y a Wendy Carlos, una de las compositoras de música electrónica más destacadas, pionera en el uso de sintetizadores. ¿Qué te llevo a querer homenajearles?
Tomita había muerto hacía un mes y me pareció que era una buena ocasión de homenajearles a los dos. Aprovechando la invitación del Mulafest, recreé una escena de la maestra interpretando a su discípulo. Wendy representa un punto de inflexión en la carrera del músico japonés, y un referente musical femenino que, por supuesto, creo que no goza del reconocimiento que debiera.
Algunas de tus obras tienen un tono satírico, como las seriesWiFi y Naufragio Universal. ¿Opinas que los ilustradores tienen más proyección al crear obras cómicas?
La sátira en cualquier forma de creación artística es un instrumento de comunicación eficaz que a veces aumenta la empatía entre autor y espectador. No hay una pretensión de buscar lo cómico, sino un resultado de cómo contar lo que queremos contar. Creo que a muchos nos interesan aquellos trabajos con mensajes conectados con la realidad que tenemos cerca. La crítica, la sátira o la metáfora visual gustan en la medida en que son inmediatas, ingeniosas, directas, fáciles, ágiles o inteligentes y pueden enganchar más o menos al espectador. Como ilustradora es lo que me gustaría conseguir, imágenes con alguna de esas características. No creo que gusten más o menos por ser satíricas, pero pueden captar nuestra atención y ser recordadas entre la inmensa cantidad de imágenes que devoramos diariamente.
Eres bastante activa en redes sociales. ¿Crees que son un elemento crucial para darse a conocer hoy en día?
Son útiles, no creo que nadie que canalice su trabajo a través de internet pueda negar su utilidad. Nos ayudan a compartir lo que hacemos y a darnos a conocer. Supongo que hay gente que no las necesita ni las usa, y eso es lo bueno; que sean un instrumento que se pueda usar o no. Con las redes sociales todos nos inventamos un espacio particular que autoalimentamos donde proyectamos nuestra imagen y cuyo fin muchas veces no aspira a más que a mantener el canal de comunicación abierto y demostrar que sigues ahí. Al final funciona como un círculo vicioso porque acabamos siendo esclavos de las mismas herramientas que se utilizan para validarnos. En ese sentido me parece muy peligroso situar estos inventos como eje de nuestra rutina o como barómetro de nuestro trabajo.
¿Qué técnicas utilizas habitualmente para crear tus obras?
Suelo pintar con acrílico, me gusta mucho el guarreo y los pinceles, me parece algo casi terapéutico. A veces también aplico el color digitalmente, el proceso lo disfruto un poco menos pero el control+Z te permite experimentar con más libertad.
Un elemento que no puede faltar mientras ilustras.
Además de los materiales, luz y un espacio amplio, siempre trabajo con música.
“La sátira en cualquier forma de creación artística es un instrumento de comunicación eficaz que a veces aumenta la empatía entre autor y espectador.”
En la actualidad estás presentado tu trabajo en la exposición colectiva Art Luggage en el espacio Rughara de Madrid hasta el 31 de agosto. Es la segunda vez que expones, la primera fue en marzo cuando presentaste Crece la hierba siempre. ¿Qué podemos encontrar en esta ocasión?
Ahora en Rughara tengo algunas obras de pequeño formato en blanco y negro, con técnicas que he empezado a trabajar hace poco tiempo pero que me atraen mucho, como la litografía y el aguafuerte.
Tu arte ya ha sobrepasado la frontera en tres ocasiones con exposiciones en San Francisco y Berlín. ¿Crees que tu futuro se encuentra fuera de España?
De ser así no tendría ningún problema, me gustaría mover más mi trabajo fuera. Esa una de las ventajas de este momento, que nos permiten trabajar desde cualquier parte de mundo sin tener que estar físicamente en otro lugar. Fuera de España hay un mercado más potente, donde se valoran más las profesiones creativas, como es Francia, por ejemplo, a nivel editorial, o Estados Unidos.
A pesar de que eres muy joven, ya has empezado a volar y parece que te mantienes bastante bien en el aire. ¿Qué consejos le darías a una persona que quiera seguir tus pasos en el mundo de la ilustración?
Es muy fácil dar consejos pero más difícil seguirlos, creo que es mejor que cada uno siga su intuición y se deje llevar poco a poco por lo que quiera hacer en cada momento, eso y hacer un cursillo acelerado sobre facturas y contratos.