¿Qué nos deparará el futuro? ¿Cómo te imaginas dentro de cinco o diez años? ¿Y hace ese mismo tiempo, cómo esperabas llegar a ser a día de hoy? La incertidumbre de estas preguntas pueden causar ansiedad, pero también despertar nuestro lado más curioso. Amigos desde la infancia, Rita Puig-Serra y Dani Pujalte optaron por lo segundo y decidieron explorar qué les preocupa a los jóvenes de hoy día cuando se dieron cuenta de que llegaban a los treinta sin cumplir las expectativas esperadas. El proyecto los llevó a viajar a distintos rincones del mundo, a conocer personas dispares entre sí, y también a romper su relación amorosa. Ahora, tras dos años trabajando en el proyecto, y tras su paso por Barcelona como parte del FotoPres, la exposición Good Luck With the Future llega mañana al CaixaFòrum Madrid para presentar su particular visión del pasado, el presente y el futuro.
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¿Cómo os conocisteis? ¿Cómo surgió la idea de trabajar juntos y crear un proyecto de estas características?
Rita: Dani y yo íbamos juntos al cole. Nos conocemos desde pequeños y somos amigos desde siempre. A los veintipocos nos hicimos novios. Dani estudiaba fotografía, y por él empecé yo también a hacer fotos. En 2014 hicimos Where Mimosa Bloom, un proyecto sobre mi madre. Y después, de forma natural, empezamos a trabajar juntos sobre el tema que nos preocupaba en ese momento: el futuro. Decidimos irnos de viaje seis meses para intentar comprender si en otros lugares del mundo los jóvenes de nuestra edad sentían esa misma incertidumbre y cómo la vivían ellos.
El título de vuestra exposición –y ahora también libro– es Good Luck With the Future. ¿De dónde sale ese título?
Dani: Nos gustaba Good Luck With the Future porque une el ‘futuro’ y la ‘suerte’, conceptos que para nosotros habían sido el motor del proyecto en sus inicios. Además, también le veíamos un eco optimista. Después, adquirió otro significado: funcionaba como una bonita despedida para toda aquella gente que entrevistamos, fotografiamos y conocimos durante el viaje. Finalmente, sin darnos cuenta, el título pasó a tener un valor en sí mismo: con nuestra ruptura durante el desarrollo del proyecto, pasó a ser nuestra, también bonita, despedida como pareja.
Hemos podido observar que los dos trabajáis juntos en la producción y edición de libros de fotografía en El Observatorio. ¿Cómo es este trabajo en equipo? ¿Qué hacéis exactamente allí?
Rita: Estudié en el Observatorio, una pequeña gran escuela de fotografía de Barcelona. Allí hice el proyecto Where Mimosa Bloom, y de allí también salió un libro con el mismo título. Tanto a Dani como a mí nos encantan los libros desde siempre, y yo entonces trabajaba en el mundo editorial. En la escuela empezamos a hacer un curso de fotolibros, que Dani y yo coordinamos junto a los tutores Juan Diego Valera e Israel Ariño. El curso consiste en formalizar un proyecto en formato libro. Los alumnos que se apuntan deben tener un proyecto avanzado con el que trabajamos durante seis meses hasta llegar a una primera maqueta de libro. El curso consiste en esta parte práctica y también en clases teóricas a través de las cuales estudiamos los procesos de edición, cómo funciona el mundo editorial, el formato libro y las maneras de jugar con él, etc. Contamos con una serie de colaboradores y cada uno de ellos comparte con los alumnos su manera de trabajar. De este modo, al finalizar el curso los alumnos tienen una visión general del mundo de la edición y además han desarrollado en paralelo su propio trabajo.
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Ambos exploráis la ambigüedad y la esencia de paisajes, objetos e incluso los aspectos más inherentes de la condición humana. ¿Cómo afectan estos diálogos a vuestra vida personal una vez estudiados y realizados? ¿Qué repercusión tienen?
Dani: Good Luck With the Future ejemplifica cómo trabajamos alrededor de problemáticas que nos tocan de primera mano. Este proyecto nació de un bajón personal mío y también de Rita, aunque ella lo sufría un poco menos. Estábamos a punto de hacer los treinta y las cosas no eran como nos las habían pintado o como las habíamos imaginado. Nos encontrábamos perdidos y con una cierta ansiedad acerca de nuestro devenir: trabajo, familia, dinero, etc. Por ello decidimos darle la vuelta a esta situación y realizar un proyecto en relación a esta incertidumbre que se nos comía. Así que es un proyecto de origen personal y cuya intención es trasladarlo a un ámbito generacional. Decidimos realizarlo durante un viaje, ya que el propio viaje era una metáfora de la vida: todos los caminos estaban por trazar y todas las posibilidades estaban abiertas. Durante los siete meses que duró el viaje estuvimos pensando en el proyecto las veinticuatro horas el día, hablando, leyendo, viendo películas. Finalmente, al regresar a Barcelona, nos separamos como pareja con el proyecto a medias, por lo que todo dio un giro inesperado. Así que creo que la repercusión que ha tenido en nuestras vidas ha sido bastante heavy.
Rita: Trabajar sobre aquello que te inquieta o te preocupa suele ir ligado a una especie de obsesión sobre el tema, y también a un aprendizaje, sea el que sea. El medio año que estuvimos viajando y trabajando sobre Good Luck With the Future estábamos tan obsesionados con el futuro, la suerte, la incertidumbre y todo aquello que conlleva el desconocer lo que ocurrirá, que solamente hablábamos de ello. A la vuelta teníamos todas las fotos del proyecto colgadas en la habitación para ir trabajando con ellas. Era lo primero que veíamos cuando nos levantábamos y lo último antes de acostarnos. Al final, lo que creo que hemos aprendido es con tanta preocupación por el futuro y lo que vendrá, ni nos enteramos de lo que está pasando ahora mismo. Al final, esta es un poco la conclusión del proyecto: las cosas cambian en el presente mientras nosotros estamos obsesionados con en el futuro.
En Good Luck With the Future podemos observar diversos temas como la incertidumbre, la economía o la globalización. ¿Desde qué perspectiva los abordáis? 
Rita: La idea inicial del proyecto, que como hemos comentado empezó siendo un trabajo abierto que se fue cerrando sobre si mismo según íbamos avanzando, era investigar cómo el futuro era vivido por los jóvenes en otros sitios del mundo desde una perspectiva total: futuro personal, socioeconómico, político, natural, tecnológico, etc. Lo que nos interesaba era conocer qué preocupa a los jóvenes y por ello no queríamos cerrarlo a ningún aspecto ni visión en concreto, sino hablar de un futuro global desde la perspectiva de los entrevistados. Pero con nuestra ruptura, y con el proyecto a medias, fuimos girando el ojo sobre nosotros mismos, casi sin darnos cuenta, para acabar cerrando esa visión general que buscábamos al principio y hablar desde nuestras perspectivas personales.
Dani: Queríamos dar total libertad a las personas que fuimos entrevistando para que nos dijeran cuáles eran sus preocupaciones: si la erupción de un volcán, su futuro profesional, un familiar enfermo... La idea era influir lo mínimo posible, dejar que las personas se abrieran  y nos contaran sobre cómo se sentían en relación a su futuro, si es que se preocupaban por ello. Por otro lado, a la hora de disparar, establecimos unos subconceptos que están relacionados con el tiempo, que es parte fundamental del proyecto: 1. El tiempo lineal: cómo nos proyectamos en el futuro, los objetivos que queremos alcanzar. 2. El tiempo cíclico: aquello que nos aferra a la tierra y nos quita incertidumbre. 3. El azar: aquello que viene a romper nuestros planes y los dos tiempos anteriores.
Uno de los temas latentes es el de la libertad, sobre lo que la condiciona y cómo se transforma. ¿Qué supone para vosotros la libertad como concepto? ¿Cómo hacéis para capturarla y congelarla en el tiempo mediante vuestras fotografías?
Rita: Más que sobre la libertad, Good Luck with the Future habla sobre el tiempo, el movimiento, el cambio, y sobre cómo todo evoluciona y muta constantemente. Habla de esperanzas y de expectativas: aquello que planificamos, aquello que queremos, y también aquello que no controlamos.
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De entre todas las expos que componen la vigésima edición de FotoPres en el CaixaForum, ¿con cuál os quedarías si tuvierais que elegir una cada uno? ¿Por qué? ¿Qué significado tienen para vosotros?
Rita: Encuentro súper interesantes todos los proyectos expuestos y creo que en conjunto funcionan muy bien. Además, hemos compartido la evolución de los trabajos con nuestros compañeros, por lo que sentimos un gran apego por ellos. Es muy difícil quedarse con solamente uno, la verdad, pero si tengo que citar uno sería Mamá, de Nacho Caravia. Me parece un proyecto muy bello, y muy de verdad, con unas imágenes increíbles que siento que transmiten muchísimo y llegan muy a dentro. Además, el conjunto del texto, las palabras de la madre de Nacho viniladas en la pared… es maravilloso.
Dani: Es muy difícil quedarse con uno sólo, además que compartir estos dos años de reuniones con los compañeros siempre magnifica el apego por los proyectos. Como proyecto, Hereafter de Federico Clavarino me parece brutal por cómo se traza la historia de su familia –que da para una película– con la representación del Imperialismo inglés.  También me flipa The Colors Mountain por su manera de denunciar el tratamiento de residuos en un vertedero mediante la fusión de técnicas artísticas y medios audiovisuales con tecnologías de espionaje y control social.
Ahora, además de la exposición, el proyecto se ha materializado en un foto libro. ¿Cómo ha sido el proceso? ¿Qué semejanzas y diferencias hay entre el proyecto en sí, la exposición, y ahora su versión editorial?
Rita y Dani: Trabajamos el proyecto con la idea de convertirlo en libro desde el principio. Así que todo el proceso de producción de las imágenes ha estado completamente ligado a la forma impresa y al paso de páginas. Así, el libro sigue la estructura del cono de luz, que es un gráfico que explica cómo viaja la luz a través del espacio y el tiempo. El cono está segmentado según diferentes tiempos a través de los cuales viaja la luz: el pasado absoluto, el pasado relativo, el aquí, el ahora, el futuro relativo y el futuro absoluto –partición que también utilizamos para estructurar el libro, que empieza con el pasado relativo y acaba en el futuro absoluto. Para la exposición decidimos seguir con este mismo esquema, aunque un poco depurado (eliminando los relativos): la pared de la derecha sería el pasado, la central el presente (aquí y ahora), que une pasado y futuro, representado en la pared de la izquierda. Como otras diferencias entre el libro y la expo, a parte de que el libro contiene muchas más imágenes, también incluye, al final, nuestros textos, no incluidos en la exposición.
El discurso expositivo es muy bonito, pero a la vez desconcertante. Por ejemplo, al empezar el recorrido, hay una imagen de un espejo que refleja el cielo y que transmite que hay esperanza en el futuro. Sin embargo, la última imagen de la muestra incluye el mismo espejo pero hecho añicos. ¿Significa esto que no hay futuro? ¿Os declaráis optimistas o pesimistas tras el proyecto?
Rita y Dani: Como acabamos de comentar, el discurso expositivo sigue el esquema del cono de luz, de la misma manera que rige la estructura del libro. De este modo, cuando entras en la sala, la primera imagen con la que te encuentras es el espejo entero, antes de empezar la pared del pasado pintada de negro. El espejo representa nuestra relación: empezamos ese proyecto juntos cuando éramos uno, representa la unidad.  Las piezas de la pared del pasado vienen a continuación, todas ellas enmarcadas para remarcar el peso y la inmovilidad del pasado. A continuación tenemos la carretera, que une la pared del pasado con la del futuro. La carretera representa nuestro presente, donde todo va muy rápido y la infinidad de caminos y posibilidades que tenemos nos abruma. A la izquierda viene la pared del futuro, donde las piezas sin enmarcar recalcan la fragilidad del porvenir. Y para acabar, al salir nos encontramos el espejo roto pero reconstituido, que es una metáfora de cómo hemos reconstruido nuestra relación.
Good Luck With the Future se inaugura dentro del marco de la exposición Fotopres el martes 19 de septiembre en CaixaForum Madrid, Paseo del Prado, 36.
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