Hablar de Karim Adduchi no es fácil. Es joven, sí. También es diseñador. Pero no es un joven diseñador. Es fresco, pero intenso. Y totalmente multidisciplinar. Karim es un artista, porque Karim hace, y lo que hace se convierte en arte.
Karim Adduchi tiene 27 años, es de origen marroquí pero creció en Barcelona. Hace cuatro años que se mudó a Ámsterdam y acaba de graduarse en moda en la Academia Gerrit Rietverd con la colección She knows why the caged bird sings, el mejor homenaje que podía hacerle a sus raíces. La protagonista es la mujer bereber y la dualidad entre fuerza y vulnerabilidad. Lo que se ve y lo que no se ve. Y las historias, la belleza y el poder que estas mujeres son capaces de esconder detrás de la ropa.
Tenía 5 años cuando sus padres se mudaron a Barcelona. Era tan pequeño que ni siquiera recuerda el traslado. En su mente: imágenes borrosas, recuerdos muy leves y una nostalgia inexplicable. Al no conocer el idioma, las artes plásticas eran su única forma de expresión. Y desde entonces, Karim tomó la palabra.
La pintura y la moda son su mejor lenguaje, aunque asegura que nunca van de la mano. La moda necesita tiempo, reflexión. La pintura es espontánea. Para él, un cuadro empieza cuando se termina y desde que nace ya nunca podrá dejar de hablar. Miedos, pensamientos y dudas que se inmortalizan y se convierten en universales. “Nunca quiero conservar lo que hago, pinto para la pintura, le doy voz y un mensaje para que los otros la escuchen hablar”.
Tiene muchos cuadros empezados a la vez. “Es como tener muchos buenos amigos, cada uno empatiza de forma diferente”. Tarda días en terminarlos y nunca ha comprado un lienzo. Utiliza cualquier material: maderas, cortinas o pantallas de proyección. Y lo último: fotografías de moda. En estos casos sólo tarda 5 minutos. Es visceral, crítico, firme. Y el resultado: triste. “Es una crítica interna a la industria de la moda y a la explotación de la belleza.”
Karim no puede separar vida y trabajo. Todo lo que hace habla de él. Dice que su mejor virtud es ser consciente de sus defectos. Le obsesiona el concepto de identidad, el Renacimiento y el Expresionismo Austríaco. Le tiene miedo a los miedos pero si tuviera que definirse en una palabra sería positividad. Phoebe de Friends le hace reír sin parar, su comida favorita son las palomitas y se considera fan absoluto de Maya Angelou. Si se pierde, será en un laberinto y si queréis encontrarle, probad en alguna cafetería.
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