Hablando con Beatriz me doy cuenta de que la creatividad está en todas partes y que a ella le habla de diferentes maneras: desde lo más imaginativo hasta lo más técnico, desde lo más emocional hasta lo más racional. Todo esto se refleja en su trabajo: piezas versátiles que transmiten y respiran unicidad, elaboradas con una técnica muy sabia, precisa y preciosa. Beatriz Palacios es un proyecto dedicado a traer al mundo cosas bellas y con significado para adornar nuestros cuerpos y, al mismo tiempo, crear un statement que no necesariamente todos deben entender o descifrar. Sus colecciones son un gran libro que puedes leer en cada joya, en cada material elegido con consciencia, de la más alta calidad y pasión por el detalle. Su trabajo es un deleite para el ojo y para lo más profundo de nuestra pequeña persona.
¿Recuerdas cuándo o cómo empezó tu conexión con la joyería?
Más que con la joyería empezó con los accesorios. De pequeña me gustaba diferenciarme un poco de los demás a través de ellos, y como no encontraba cosas que me gustasen empecé a crearlos yo misma. Recuerdo que debía tener quince años y recogí unos botines rojos de punta redonda preciosos de la basura, los recorté y me hice un broche. Siempre me han gustado mucho las antigüedades, he sido un poco urraca en ese sentido, cuando veo algo que me gusta lo guardo y en algún momento le encontraré el uso.
Especializarme en joyería ha sido una decisión práctica, la moda siempre me ha encantado pero la logística la veía difícil. Tener cajitas con cositas dentro como en el caso de la joyería me parecía mucho más atractivo. Tienes que ser hábil, tener buen ojo y punto.
Entonces, ¿en qué momento empezó la joyería a cobrar fuerza en tu vida?
Siempre he sido buena estudiante y las ciencias se me daban bastante bien y, pese a que me hubiera encantado estudiar moda, no recibí el apoyo familiar. Estudié Ingeniería de minas porque la especialidad en medio ambiente me pareció muy interesante y fue fenomenal. Mirando atrás, me doy cuenta de que me vino muy bien estudiar una carrera tan exigente, me dio mucha disciplina y estructura, lo cual complementó mi mente creativa y me dio herramientas que creo son necesarias para tener tu propio negocio.
Durante la carrera seguí creando mis accesorios, los llevaba puestos y la gente preguntaba por ellos y muchos querían comprarlos, aunque regalé un montón. Al terminar la ingeniería me mudé a Dublín, allí hice un grupo de amigos creativos y vi que se podía vivir de ello y que no tenía que ser solo un hobby, como siempre me habían dicho. Una de esas amigas, estilista de moda que organizaba un mercado alternativo de fin de semana, me ofreció un espacio y empecé a trabajar creando mis piezas. Fui perfeccionando mi metodología hasta dar con mi propio sistema. En mi vuelta a España sabía que quería continuar creando y profesionalizarme, pero no tenía ni idea de joyería. Sabía poner cosas bonitas juntas, pero yo quería hacer algo desde cero, y eso es la joyería.
O sea que tuviste que formarte otra vez. Cuéntanos más sobre este proceso.
De regreso a España conseguí un trabajo como ingeniera con un buen horario y empecé a formarme por las tardes con Carla, una chica que conocí en un mercado de Madrid. Me fascinaron sus joyas y cómo trabajaba los esmaltes, así que le propuse que me enseñara a mi ritmo. Así fue durante dos o tres años hasta que recibí el correo de un maestro joyero, Tomás. Le encantaba el proyecto pero veía que técnicamente cojeaba y se ofreció a echarme una mano. Desde entonces forma parte del proyecto, y ese fue el boom de la marca. Con él las limitaciones técnicas se terminaron y ya podía diseñar cualquier idea que tuviera, a la par que seguir aprendiendo de él mientras desarrollábamos las colecciones. Llevamos diez años trabajando juntos. Me ha dado alas para hacer lo que hago hoy.
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Tus piezas me transmiten rebeldía porque, pese a usar algunos materiales con connotaciones bastante clásicas como las perlas, tú lo subviertes. ¿Estás de acuerdo?
Estoy de acuerdo, y volviendo a lo de antes, una de las cosas que me encantó de Tomás es que trabajó en casas de subastas en el extranjero restaurando las piezas que salían y es especialista en los siglos XVIII y XIX, con lo cual, tiene un conocimiento increíble. Todo eso me fascina. Pero yo quería traerlo al ahora, por eso el uso de la perla y las piedras me parece increíble, pero me interesa contextualizarlo en el mundo actual e, incluso, ir un poco más allá, y ser vanguardista. Siempre he intentado llevar la pieza al límite para ver qué conseguimos, y el resultado siempre es muy interesante.
Hay algunas que incluso tienen un aire bastante punk como las piezas Root, o los pendientes que parecen un piercing industrial (pieza Nº2). ¿Hay una conexión entre tu trabajo y este movimiento cultural?
Yo soy del 79, con lo cual viví los 80 y principios de los 90 como adolescente. Es una época en la que absorbemos un montón y esos años se han quedado muy integrados en mí. La creatividad viene de un imaginario que tienes, y ese imaginario se va generando a través de la cultura, vivencias, educación, etc. Y esos años, como adolescente, fueron muy impactantes.  
Tus joyas me parecen unos objetos muy potentes porque en algo muy pequeño vuelcas un montón de ideas y estilos diferentes, desde punk a neorromántico. ¿Cómo trasladas un concepto a la pieza final?
Sí, y además las colecciones son muy diferentes entre ellas en cuanto a concepto pero la estética es la misma. Al final todo sale de mi cabeza, con lo cual se percibe que es de la misma diseñadora. Siempre me imagino la colección como si fuera un objeto, un álbum de música en el que, por un lado, está el objeto final, y por otro, la historia detrás del concepto, las letras, la imagen… No puedo separar la parte técnica de la creativa, pero si en el desarrollo de una colección hay algo que técnicamente me quedo con las ganas de explorarlo un poco más, si me encaja en la siguiente lo voy a meter y haré las transformaciones necesarias para que esa idea encaje en la próxima historia. Por eso las piezas están tan enlazadas entre sí aunque independientemente tengan su propia historia. Si las colocas en la misma mesa están conectadas, y eso se ve.
Cada colección que has lanzado, parece como un capítulo nuevo de un libro. ¿Cuál es la trama que une todas esas colecciones-historias?
Hay mucha subcultura, me parece muy interesante cuando algo ocurre en un lugar y un momento y afecta a la moda, al arte, la música y la estética en general. Esas cosas me hacen clic. Creo que ese puede ser el punto de conexión, lo diferente de cada época a lo largo de las épocas.
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¿Podrías contarnos sobre las manos que hacen tus joyas? Háblanos un poco de quiénes forman parte de tu taller.
Los pilares de todo esto somos Tomás y yo, somos los que estamos full time metidos en cuerpo y alma en el proyecto, y el resto está todo externalizado. Carmen es freelance, hace unas horas para mí trabajando la parte técnica de las piezas y también tiene su propia marca. Por otro lado están los proveedores, son muchos y muy buenos, me ha costado bastante construir esta red de confianza. Pero estoy muy satisfecha, con el más nuevo llevo por lo menos cinco o seis años trabajando, el resto desde el principio. Hay muchas personas que forman parte del proyecto que también tienen otros proyectos.
Es curioso, creo que la gente está mucho más familiarizada con el proceso de confección de la ropa o el calzado que con el de la joyería. Es menos conocido: cómo se trabaja el material, las herramientas, los diferentes procesos para obtener un resultado final, etc.
Sí, pero gracias a las redes sociales, el algoritmo está premiando cada vez más imágenes raw, mostrar el work in progress. A la gente le encanta y lo veo también cuando tengo citas en el taller y les maravilla el espacio. Mostrar esa parte de un proyecto se ha puesto de moda.
El trabajo del artesano a menudo queda detrás de las puertas del taller, pero desde luego es un lugar donde sucede la magia. ¿Qué tiene de especial el del joyero/a?
Yo solo conozco mi taller, y cuando se junta la parte técnica con la creativa sucede la magia. Ver a Tomás trabajar es increíble, lleva como cincuenta años haciendo esto. No sé cómo resumirte, hay muchos momentos de subidón y magia, el taller es el lugar donde sucede todo.
¿Cuál es el elemento más importante para ti de tus creaciones?
Primero, me tiene que emocionar y hacer sentir algo. También busco que tenga un componente de innovación, algo que no esté ya en el mercado. En cuanto al producto final, tiene que cumplir varios elementos importantes para mí: calidad, comodidad y que sienta bien, que favorezca.
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Tu última colaboración ha sido con la marca de ropa Marlota. Cuéntanos, ¿cómo surgió? ¿Cómo trabajaste la intersección entre moda y joyería?
Mar y yo tenemos muchos amigos, conocidos y clientes en común, y algunos nos decían que teníamos que conocernos. Soy bastante ratoncito de laboratorio y no suelo hacer networking, pero el año pasado nos conocimos al fin. Vino al taller y me dijo que hacía tiempo que quería hacer algo conmigo porque le encantaba mi forma de llevar las cosas un poco al límite, no ser ni mainstream ni edgy. Esa línea fina en la que se encuentra la marca le interesaba.
Ella vino buscando un broche que se integrara muy bien en la ropa y con el que pudiera crear drapeados. Para nosotras dos es importante la versatilidad y dejar a la persona que lo lleva reinterpretar la pieza, y también que tenga un factor sorpresa, en este caso, poder llevarlo tanto en la ropa como broche como en la oreja a modo de pendiente. Le mostré ya un desarrollo que tenía hecho y lo adapté hasta dar con una propuesta que encajaba muy bien con las dos marcas.
¿Qué palabras te repites más a ti misma mientras trabajas?
No podría decir solo una palabra. Hago lo que quiero, no me rijo por modas ni tendencias. Inevitablemente las sigo porque me interesa, pero lo hago a mi manera y a mi ritmo, y creo que es un privilegio que tengo que mantener. A pesar de que las ventas vayan mejor o peor, elijo no desviarme de eso. Recibo feedback de los showrooms para que haga más aros u otras piezas para vender más, pero no quiero, no me apetece. Quiero ser honesta y coherente conmigo misma. Si tengo que hacer algo solo para vender, simplemente me voy a trabajar por cuenta ajena y me quito de problemas.
Ya he trabajado por cuenta ajena y he tenido la comodidad de un sueldo fijo al mes y la incomodidad de tener que hacer lo que me han dicho. Pero no puedo hacer eso con mi proyecto. El proyecto va a mi nombre, es importante mantenerme fiel a mí misma; la marca no es un alter ego, soy yo. Honestidad y calidad creo que serían las palabras que más tengo presentes.
Existen muchas razones por las que nos adornamos el cuerpo, ¿cuál es la tuya?
Empecé a hacerlo por esa necesidad de encontrar mi identidad de la que te hablé, pero ahora me he acostumbrado a no llevar casi nada porque, al trabajar en el taller, me pruebo lo que desarrollamos hasta que está perfecto y me he cansado de quitar y ponérmelo todo. Solo me pongo joyas cuando estoy fuera, en algún evento o hago alguna salida social.
Por último, ¿cuál dirías que es tu talismán?
La música. La música es algo que está muy presente en mi vida, mi Spotify es una locura de listas pequeñitas con todo tipo de géneros y canciones.
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