Albert Madaula es lo más parecido a un hombre del Renacimiento. Pinta e ilustra, ha hecho algunos trabajos como modelo y ahora está de lleno en el mundo del cine, apostando por su primer largometraje. ¿Cómo consigue tocar tantos palos sin caer en la dispersión? Es cuestión de mantener el estilo. Como él mismo dice, el estilo es algo tan cercano a nosotros que brota de forma natural y coherente. Y lo ha puesto en práctica customizando una prenda con Pepe Jeans y su Custom Studio, viviendo la experiencia del proceso y aportando un toque único y personal. Porque creación no es sinónimo de técnica, sino de carácter e identidad. Este es el gran valor añadido, ya sea en un proyecto cinematográfico o en una prenda de nuestro armario.
Tus primeros pasos en el cine fueron con Limón, tu primer corto, y si no me equivoco tienes ya otros dos más. Aunque imagino que has adquirido experiencia y aprendido lo necesario en cuanto a rodaje y a postproducción con ellos, ¿cómo afrontas el reto de Villa Rosa, tu primer largometraje?
Exacto, Limón y Azul terminados y Ostras en proceso. Villa Rosa lo estamos arrancando con muchas ganas y emoción pero también con prudencia y contención, es un primer largometraje y para que llegue a buen puerto todo tiene que estar muy pensado y es necesario avanzar con cabeza, pero sin miedo. El formato largo me gusta muchísimo más que el corto, ya que la parte que más me interesa del cine es jugar con las psicologías de los personajes y en un largo se puede desarrollar mucho más y meter más capas a los personajes. Siento que es ahora el momento de afrontarlo y eso me da seguridad y fuerza para ejecutar el proyecto.
La financiación en Limón fue propia y a través del crowdfunding. ¿Has encontrado ya otro tipo de financiaciones para los rodajes que tienes en mente? Imagino que debe ser una de las partes complicadas de hacer cine...
Totalmente, el gran problema del cine es su elevado coste, y más con un largo. Así que ya no me podré hacer cargo de la inversión y será necesario contar con alguna productora.
¿Cuándo empiezas el rodaje, qué nos puedes adelantar sobre la película?
Si todo va bien, en verano de 2018.
La película es de un formato casi teatral, de estética fuerte y elegante, que hace crítica de la sociedad actual desde la perspectiva de una familia de patricios romanos en la decadencia del imperio. Belleza y acritud. Con una única localización, la Villa, justamente para reducir gastos, hacer el proyecto más manejable y centrarnos en la trama de los personajes.
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Además de Limón y Villa Rosa, has rodado otro cortometraje Azul, y tienes en mente dos producciones más: Ostras y Sal. Parece que esto es solo el inicio de lo que se intuye como una larga trayectoria cinematográfica, ¿de dónde te viene el gusto por el cine? Porque has tocado muchos palos, eres pintor, ilustrador, has sido modelo ocasional...
Y espero que así sea, tengo ganas de aportar mucho. De adolescente me gustaba cualquier cosa creativa, pero a base de ir probando disciplinas descubrí que lo que mi cuerpo me pide es trabajar sobre el ser humano, contar historias y jugar con las emociones. Necesito trabajar en equipo, vivir experiencias y aportar una nueva visión al mundo. La pintura me fascina, pero el cine me chifla. Ese tópico, el cine como unión de todas las artes, para mí es tal cual así, no hay disciplina que me complete y me realice más que el séptimo arte.
En pintura ya te sentías atraído por la figura humana, pero definitivamente tus trabajos en cine confirman que las relaciones humanas son la base de tu trabajo...
Cierto, así es y me apasionan.
¿Qué tiene de especial tu mirada cinematográfica?
El cine italiano es mi gran referente, sobre todo el de los 70; relaciones humanas, estéticas algo surrealistas y personajes potentes e histriónicos. En un momento tan conservador y moralmente correcto como el actual, me gustaría transmitir al público un aire de libertad y de distensión alrededor del ser. Menos tecnocracia y más humanismo.
¿Cuáles son tus referentes técnicos y estéticos?
¡Muchos! Pero aunque creo que se tiene que beber mucho de los referentes del pasado, encuentro mucho más interesante el presente y lo coetáneo, las nuevas propuestas y corrientes, y para mí Sorrentino es el mejor de todos ellos.
¿El hecho de ser polivalente y moverte constantemente en entornos creativos distintos hace que nunca cese la inspiración?
Sobre todo te resulta más dinámico. La rutina me agota y cuando no tenía claro qué quería ser, el tocar varias disciplinas me ayudaba a sentirme activo y realizado, pero la dirección de cine ya de por sí es una profesión cambiante y movida, que te aporta muchos inputs y eso me ayuda a focalizarme en ella, y por lo tanto en concentrarme más en ejecutar un solo producto más completo, creativo y cuidado.
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Siempre has estado bastante relacionado con la moda, ¿qué sería para ti el estilo?
La moda es un mundo muy interesante, cercano a la persona, al paso del tiempo y a los momentos sociales, y creo que tener un estilo o cuidarlo significa cuidarte y entenderte. Para mí el estilo es estar bien contigo mismo, transmitir armonía y luz, y con eso, ya te puedes poner cualquier cosa que se traducirá a estilo, natural y coherente.
Para este proyecto con Pepe Jeans y su Custom Studio, te hemos pedido que customizases una prenda, ¿cómo ha ido la experiencia? ¿Qué crees que aporta algo así a una pieza?
Creo que es muy interesante que desde una plataforma de la propia marca se pueda customizar el producto y poder comprar así una prenda mucho más personalizada.
De este modo la marca se acerca al cliente adaptándose a perfiles distintos, por ahí tiene que ir el mercado.
Un sueño, un secreto y un miedo.
Hacer un largo, mejor que no (risas), perder a los míos.