El mar, sus reflejos a la luz del sol y esa belleza de lo simple y de lo cotidiano. Una belleza que quizás no se ve a primera vista pero que siempre ha estado ahí. Así es la fotografía de Mònica Figueras, la artista que nos acerca a sus orígenes, a la costa, al olor del océano, al fenómeno del turismo y al silencio que deja cuando se va.
Le gusta describir sus imágenes como un mapa genético de ella misma, y está en lo cierto. Descubrir su obra es, en esencia, descubrir su realidad con todos sus matices y expresiones. Hablamos con ella de su obra, su día a día y de próximos proyectos.
Para empezar háblanos un poco de ti, ¿quién es Mònica Figueras?
Nací en un pueblo de la Costa Brava, en Palamós, y provengo de una familia de pescadores. Me gusta destacarlo porque en mi obra se percibe siempre una clara influencia de mis orígenes. De pequeña quería ir a pescar con mi padre y romper con los estereotipos de esta profesión. Más adelante vi que no era buena idea. Estudié Diseño Gráfico en Barcelona pero sin darme cuenta, casi por casualidad, fui dejando a un lado el diseño y descubrí mi verdadera pasión: la fotografía. Hoy puedo decir que me dedico plenamente a ella. Vivo en Barcelona y trabajo en proyectos personales y profesionales.
O sea que dejaste el diseño gráfico por la fotografía. ¿Era algo que siempre habías querido hacer? ¿Cómo surgió ese interés?
Lo único que tenía claro era que quería crear y me decanté por el diseño gráfico. Al terminarlo me di cuenta de que necesitaba expresarme de una manera menos fría, más próxima y real. Quería poder explicar sentimientos más personales y la fotografía era justo lo que me permitía todo esto. Empecé como asistente de un fotógrafo de mi pueblo y, aunque no coincidíamos en gustos ni maneras de hacer, gracias a él conocí de cerca la fotografía y su capacidad de mostrar la realidad con sus detalles, matices y expresiones. Me enganchó casi desde el primer momento y fui dejando el diseño porque no me permitía expresar todo lo que la foto sí me permite. De todos modos, siempre he tenido claro que sin la formación en diseño mis fotografías no serían las mismas.
Naciste en un pueblo de la Costa Brava y claramente eso ha marcado tu mirada. Muchos de tus trabajos, de hecho, nos llevan a esa costa, al mar. En cierta manera captas la esencia de esos lugares. ¿Dirías que también dejas un rastro de tu esencia? ¿Es en realidad una ventana a tu intimidad?
Está claro que sí. Solo tienes que ver algunas de mis fotos, al azar, para darte cuenta de que es como un mapa genético de mi misma. Mis fotos siempre llevan algo de mí, ya sea de mis orígenes, de mis aficiones, mis gustos o de la gente a la que quiero o que me inspira. Eso sí, nunca lo muestro del todo. Me gusta insinuar y dejar espacio para que cada uno interprete la foto a su manera. No concibo una foto que no lleve un mensaje, aunque sea implícito y no se vea a simple vista.
Aun así, ahora te mueves por Barcelona. ¿De qué manera ha afectado ese cambio a tu trabajo? ¿Crees que el sitio donde estás marca tu visión a través de la lente, o más bien las raíces siempre estarán ahí?
Sí, ahora vivo en Barcelona pero estoy segura de que no ha cambiado mi forma de mirar ni de representar lo que veo. Para mí ha sido un cambio positivo por el hecho de estar más cerca de las oportunidades de trabajo, pero sobre todo para poder volver a mirar con otros ojos lo que para mí ya parecía aburrido. Ahora no podría imaginarme una puesta de sol de un sábado en mi pueblo sin una cámara en la mano, pero cuando vivía ahí las dejaba pasar día tras día, sin más.
Barcelona es una gran metrópolis, dinámica, activa, llena de gente emprendedora, con mucho carácter y un gran potencial. Para mí es un lujo poder trabajar en esta ciudad porque me da la posibilidad de hacer muchas cosas en muchos ámbitos distintos. Y porque como en todas las grandes ciudades hay contrastes muy interesantes que se pueden captar con la cámara. De todos modos, es verdad que, literalmente –cada fin de semana– y emocionalmente, estoy muy vinculada a mis raíces. Ahí siempre me siento cómoda y suelta para fotografiar, como un jugador de fútbol cuando juega en casa.
Barcelona es una gran metrópolis, dinámica, activa, llena de gente emprendedora, con mucho carácter y un gran potencial. Para mí es un lujo poder trabajar en esta ciudad porque me da la posibilidad de hacer muchas cosas en muchos ámbitos distintos. Y porque como en todas las grandes ciudades hay contrastes muy interesantes que se pueden captar con la cámara. De todos modos, es verdad que, literalmente –cada fin de semana– y emocionalmente, estoy muy vinculada a mis raíces. Ahí siempre me siento cómoda y suelta para fotografiar, como un jugador de fútbol cuando juega en casa.
También he visto que el formato analógico es una constante en tu obra. ¿Qué crees que te aporta el film que no te puede ofrecer el formato digital en tu forma de trabajar?
Para proyectos personales siempre utilizo cámaras analógicas. Para encargos cuesta un poco más, pero poco a poco voy consiguiendo clientes que se a atreven a invertir en esta técnica. Con el film consigo unos colores y texturas más bonitas sin tener que retocar mucho la imagen. En digital es prácticamente imposible de simular, aunque si consiguiera un buen retoque, dejaría de ser tan real para convertirse en una imagen demasiado procesada. Y dejando de lado la parte técnica, el mayor momento de excitación es cuando tengo la película revelada y voy corriendo a casa para ver el resultado. Ese entusiasmo es lo que crea en mí la necesidad de volver a sentir la misma sensación todas las semanas, ese punto romántico y mágico que se pierde con el digital.
“Me gusta insinuar y dejar espacio para que cada uno interprete la foto a su manera. No concibo una foto que no lleve un mensaje, aunque sea implícito y no se vea a simple vista.”
El mar, sus reflejos a la luz del sol, esa belleza de lo simple, de lo cotidiano, forman parte de tu simbología como artista, de tu relato. ¿Cómo definirías tu identidad como artista? ¿Qué pretendes transmitir a través de tu obra?
Para mí es un reto conseguir que el espectador vea bonito algo que aparentemente no lo parece. Algo que normalmente pasa desapercibido pero que, mirado con otros ojos, tiene algo de especial. Es una pequeña parte de mi intimidad pero a la vez intento que cada uno se haga su película personal. Intento que cada foto tenga un simbolismo, una doble interpretación o un concepto escondido que haga sentir a cada uno algo distinto. El amor, la sensualidad, esa chispa que a veces nos regala la vida y que es parte esencial para vivir con brillo son temas comunes en mi obra.
¿Dirías que tu fotografía bebe de otras ramas artísticas?
Cómo he comentado antes, del diseño gráfico seguro. Pueda que algo del cine, la música y de la poesía. Seguro que también me han inspirado algunas variantes del arte contemporáneo.
Tu trabajo nos relata historias de una forma íntima. Al observar una de tus series me da la sensación de haber estado ahí, como si de alguna manera conociera el paisaje y las personas aun cuando se encuentran perdidas ante un paraje infinito. ¿Es una sensación habitual en tu público? ¿Qué buscas transmitir a través de tu lente?
Intento que el espectador se pueda sentir protagonista de la escena. Me gusta pensar que cada uno de nosotros podría sentirse identificado con el/la modelo o con el entorno fotografiado. También, cuando es la primera vez que fotografío un espacio o una ciudad me imagino que he vivido ahí, si es un producto me imagino que es mío, igual que con una persona nueva, intento imaginarme que ya la conocía de antes. Para mí es importante potenciar esa sensación de proximidad.
En trabajos como Tourist go home o Until next summer haces referencias claras al turismo y al desierto que toda esa avalancha veraniega deja atrás cuando se acaba. Pero también a lo efímero de las cosas, al paso del tiempo, y a los pequeños momentos ¿Es así? ¿Qué pretendías con estos proyectos? ¿Es un poco un amor-odio controlado?
Con estos proyectos me lo paso bien, es como una autocrítica y a la vez una reflexión sobre el paso del tiempo. Me río de los turistas, pero también de mí y de la forma absurda de actuar que tenemos a veces. Es una crítica pero a la vez me encanta que exista, le da un punto kitsch a la vida que me genera buen rollo. Y cuando ellos se van año tras año, vuelve el invierno, vuelven los colores grises y las calles vacías. Los turistas comiendo paellas con sus bañadores coloridos y las playas solitarias con niebla. Este contraste que nos marca claramente las diferentes épocas del año es perfecto. Para mí es como un masaje relajante después de una maratón y así en loop año tras año.
Tu obra tiene una identidad muy marcada, es muy personal y lo continúa siendo en tus proyectos profesionales. Podemos ver tu fotografía en campañas, editoriales, y has colaborado con varias publicaciones como Cake Mag o Agapornis. ¿Cómo se pasa de algo tan personal e íntimo al plano profesional o de cliente, a un trabajo en equipo? ¿De qué manera afrontas este tipo de procesos creativos?
Supongo que el cliente me elige por mi forma de hacer, porque ya conocen mis proyectos personales y quieren darle esta identidad a su marca. Tener que mostrar un producto con mucha gente detrás que quiere opinar sobre la forma de hacer resulta un poco más complejo. Pero siempre depende de la libertad que me den. También en muchos casos, el hecho de trabajar con otros creativos –con los que comparto muchas ideas– hace que un encargo se convierta en una ventaja para hacer algo aún mejor y más rico.
¿Tienes algún tipo de ritual o manía que nunca falte en tu proceso creativo o en el set?
Algo tan básico como haber dormido bien. Una mente despejada y un cuerpo relajado son primordiales. Y una pieza de fruta nunca falta en mi mochila en un día de shooting. ¡Son vitamina para el cuerpo o para attrezzo en alguna foto!
Una anécdota y una colaboración soñada.
Una anécdota: hice una sesión con una cámara analógica y no puse el carrete. Quedaron unas fotos fantásticas y preciosas (en mi mente). Pero tranquilos, que nunca más me va a pasar. Una colaboración soñada: cualquiera que me permita viajar a algún sitio dónde nunca haya estado antes.
¿Algún proyecto entre manos del que nos puedas hablar? ¿Cómo ves tu futuro más próximo?
A finales de marzo me voy dos semanas a Los Ángeles con una filmmaker, una estilista y una modelo. Un equipo perfecto para hacer algo potente. Así que, si a alguna marca le interesa colaborar, ¡estaremos encantadas! También tengo en mente sacar un fotolibro, aprender a surfear y apuntarme a clases de inglés. El resto es todo secreto.