De origen brasileño y viviendo entre Barcelona y Londres, Marina Esmeraldo es una ilustradora y directora de arte cuyo trabajo explora todos los colores y formas geométricas posibles. Sus estudios de arquitectura le enseñaron a ver el mundo desde otro punto de vista. ¿Quieres saber cuál? Aquí te lo contamos.
Marina, para los que no te conozca, cuéntanos un poco más sobre ti.
Hace dos horas que desperté y estuve dibujando antes de empezar el día. Soy ilustradora y directora de arte, brasileña, y me encanta el mar.
Eres de Fortaleza (Brasil) y actualmente vives entre Barcelona y Londres. ¿Qué es lo que te han permitido explorar y aportar a tus ilustraciones estas tres ciudades?
El origen tropical está en todo lo que hago, y es esta relación entre lo tropical y el Mediterráneo que me ha hecho elegir Barcelona como mi hogar. Llaman a Fortaleza la ‘ciudad solar’, que también es verdad y serviría para Barcelona. La vibrante escena artística y cultural impactan lo que hago. Lo mismo pasa con Londres, pero es una ciudad más intensa, más competitiva, más dura, y lo que hace es espabilarte.
Me llama la atención que a pesar de esa pasión por la ilustración que siempre has tenido, decidiste estudiar arquitectura. ¿Por qué?
En Fortaleza, en la época que estudié, no habían cursos de arte, diseño o ilustración en las universidades. La Facultad de Arquitectura era el sitio donde iba toda la gente creativa. Muchos de mis amigos de la universidad trabajan actualmente en el diseño gráfico, la dirección de arte para cine, o el diseño de exposiciones. La arquitectura nos ha dado una base fundamental para trabajar con la creatividad. Sin embargo, he tardado mucho en entender que podía ganarme la vida con la ilustración. Cuando me di cuenta decidí cambiar de profesión (bajo una gran crisis psicológica), y fue la mejor decisión de mi vida.
Según tú, el diseño gráfico te permite resolver problemas. ¿De qué tipo?
Diseño es edición. Me ayuda a resolver problemas que me presenta un cliente, un amigo, un pariente, la vida.
Se nota que en tus ilustraciones hay una cierta influencia de artistas como Lichtenstein, Sonia Delaunay, o Matisse. ¿Hay algún otro artista que sea vital para ti?
Magritte y Bridget Riley fueron mis principales influencias al principio de la segunda etapa artística de mi vida, pero luego fui añadiendo a los modernistas como influencia. Sophie Taeuber-Arp, Kandinsky y Miró también son referentes constantes.
En tus ilustraciones encontramos formas geométricas y líneas rectas. De alguna forma esto está ligado con la arquitectura ¿no?
Absolutamente. La arquitectura me ha enseñado a ver el mundo y a desconstruirlo.
También se respira un cierto aire tropical en tu trabajo. Lo digo porque la gran mayoría de tus ilustraciones están llenas de colores vibrantes y llamativos.
Es parte indivisible de quien soy y de lo que hago.
Creo que tu obra juega mucho con los colores, patrones y formas que la componen. ¿La entiendes así?
Eso es. La gente describe a mi trabajo como ‘formas atrevidas y colores’. Pero ahora mismo los colores vienen menos saturados, un poco más pasteles. Menos RGB.
También hay muchos GIFs en tu trabajo. ¿Qué posibilidades artísticas te permiten explorar estas animaciones a diferencia de las ilustraciones?
Los GIFs aportan un movimiento, un humor, una capa narrativa que una pieza estática no puede tener.
Trabajas mucho con grandes marcas. ¿Te permite esto poder expresarte artísticamente o tienes siempre algún límite que te coacciona?
En proyectos de ilustración para publicidad, cuanto más grande el proyecto, más gente involucrada y más niveles de aprobación. Con lo cual suele haber poca libertad, pero siempre lo intento.
El año pasado colaboraste con Google en la creación de un mural en las calles de Nueva York. ¿Nunca te has planteado dar el salto al mundo del street art?
La verdad es que he estudiado pintura mural en la Massana, y ya hice algunos murales en Barcelona. Tenía un proyecto tecnológico de mapeamiento de street art, pero lo tuve que dejar para enfocarme en la ilustración. Sin embargo, sí que quiero pintar más murales.
Eres la co-fundadora y directora creativa de In Shades Magazine, una revista que mezcla ilustración y literatura, ¿De dónde surge la necesidad de crear una revista? ¿Por qué una revista y no un libro?
In Shades nació del deseo que teníamos mi marido James –escritor y editor de la revista– y yo de hacer algo juntos, de tener un proyecto propio, sin porteros impidiendo que hiciéramos lo que nos diera la gana. Queríamos una plataforma inmediata –las revistas literarias suelen tener mucho tiempo de espera entre una edición y otra, y queríamos jugar con la inmediatez de internet para dar visibilidad a escritores e ilustradores emergentes. Hemos tenido colaboradores espectaculares y es muy divertido emparejar un artista a una historia. Sin embargo, para la edición impresa, sí que estamos planteando hacerlo en formato libro.
¿Qué es lo que debe tener una historia para que sea la elegida para acompañar a alguna de tus ilustraciones?
Chispa. Melancolía. Redención.
¿Cuáles son tus aspiraciones como artista? ¿Cómo se te plantea el futuro?
Sinceramente, poder seguir haciendo lo que hago. Pasé mucho tiempo de mi vida haciendo lo que no quería hacer, así que cada día agradezco el privilegio de ganarme la vida dibujando y de vivir entre dos ciudades tan potentes. Además, quiero trabajar más con las manos en piezas físicas –escultura, producto, volver a la pintura. Hay una belleza en la realidad de tocar y hacer algo con las manos que el digital no contempla.