Apátrida, tímida, andaluza, creyente, y provocadora nata. Así es Alejandra Jaime, la fundadora y directora creativa de María Magdalena, una firma que, con tan solo dos colecciones, ya se perfila como una de las propuestas más interesantes del panorama español. Desfiló en la semana de la moda de Madrid con su trabajo de fin de grado, y sigue en ella con Integración, una oda a los 2000 en la que el botellón y el ‘parkineo’ conviven con la Virgen del Rocío y la semana santa en formato de colección y de fashion film.
¿Quién dijo que los canis y los pijos no podían llevarse bien? En su nueva propuesta, Alejandra nos lleva de vuelta a los años en los que el zumbido del Messenger y las sudaderas de El Niño o de Roxy estaban a la orden del día. Pero el punto de partida más importante es su amada Andalucía, esa en la que, aunque tengas que ir un domingo a misa en la Basílica de la Macarena, puedes ir de rave la noche anterior. Hablamos con ella sobre la importancia de la religión en su vida y la de presentar su marca a través de fashion films (el último, estrenado el pasado viernes), de cómo se atrevió a dejar Derecho para meterse en la moda, y cómo vive con su dualidad interior.
¿Quién es Alejandra Jaime y quién es María Magdalena?
Alejandra Jaime es una chica de veintisiete años nacida en Lepe, un pueblo costero de Huelva, pero vive en Sevilla desde hace nueve años. Estoy llena de preguntas –como es normal a mi edad– y soy un poco tímida. Me considero apátrida aunque sea española y muy andaluza. Vivo con los problemas propios de mi generación: parece como si no hubiera sitio para nosotros en este mundo, o será que estamos aprendiendo que nada es permanente. Me siento con dificultades para identificarme como perteneciente a algo porque desde enana he tenido la certeza de que nada es mío o nada me define, así como que todo es mío y cualquier cosa me define.
Me crié con mis padres y mi abuela y tuve una infancia rodeada de animales y costumbres. Siempre oí hablar de política en mi casa y mi madre me inculcó el gusto por la poesía y me transmitió la sensibilidad por el arte. Vamos, soy de un bagaje cultural pobre porque todo aquello se acabó y empezó mi adolescencia, los móviles, la calle, el tonteo. No tengo la cabeza llena de datos, pero al menos me quedó una gran capacidad de percibir.
Mi mente es compleja. Soy muy creyente desde hace cosa de un año (aunque de pequeña tenía la misma fe, esa inherente en los niños). Creo firmemente que todo está orquestado por un orden superior. Pensar eso es lo único que me quita ansiedades de mierda y sin sentido como las que a veces me preocupan. He soltado aquí un rollo trascendental pero podría haber dicho que no soy partidaria de analizar cómo me veo.
María Magdalena es el nombre que pensé para la marca cuando aún estaba estudiando moda en un arranque de irreverencia al que no le daba más explicación que molestar, que ya es bastante. Pero el caso es que sí que tiene mucho significado para mí y me estoy haciendo cada vez más con el término, también a nivel personal. Es un nombre que representa el papel de la mujer en la historia y añade además una connotación finalmente subversiva y revolucionaria. Cada vez asocio más adjetivos a la definición del que ya he convertido en mi alter ego y está lleno de verdad, de búsqueda de honestidad.
La dualidad, la compasión, la incoherencia, la espiritualidad. María Magdalena hace cuestionarse si la divinidad está realmente en la pureza o es simple estrategia de opresión. Todo eso es María Magdalena y uno de mis objetivos es fusionarme a un ritmo pausado y natural con esa versión, al fin y al cabo, de mi misma.
El nombre de tu marca ya es una declaración de intenciones, como nos has contado, pero también vemos estampas de la virgen en tus prendas. ¿Qué papel juega la religión en tu vida y en tu proceso creativo?
Lo de las estampas de las vírgenes seguramente sea algo puntual en esta colección; está relacionado con el concepto de Integración, ya que en este trabajo he resumido mis influencias y raíces más primarias, y entre ellas se encuentra la religión cristiana más andaluza. La semana santa y las romerías son parte importante del folclore popular andaluz y la vida aquí gira prácticamente (y sobre todo cuando yo era niña y en épocas anteriores) en torno a estas fiestas. Son parte del decorado de mi vida.
Las imágenes y las iglesias han definido la gama de colores de mi infancia, la artesanía, los olores, las sensaciones y los motivos decorativos. No me siento cristiana (no sé muy bien qué es serlo) porque Andalucía lo ve todo desde su prisma adaptado a la idiosincrasia propia. La religión para mí es algo un poco ajeno y que disfruto con cierta admiración y como observadora.
Aquí a poca gente le gusta oír a un cura pero el Rocío nadie se lo pierde. Y no me parece algo negativo, sino al contrario, es de lo más inteligente. No leen la Biblia pero los sevillanos no se pierden la salida de la Esperanza de Triana ni los leperos el camino hacia la ermita con la Virgen de la Bella. Es nuestra meditación.
Sí que todo esto está muy ligado en algún punto a mí de una manera profunda y esencial porque mi abuela era muy espiritual y además se llamaba María. En cierto modo todo es un homenaje a ella y a mi madrina –también con el mismo nombre–, que es la persona que más ha visto mi interior desde que tengo uso de razón. De alguna manera, María es un nombre importantísimo en mi vida. 
Abandonaste Derecho para poder llegar a vivir de lo que más te gustaba, la moda. ¿Fue difícil dar ese paso? ¿Y si hubiera sido en vano?
Fue muy difícil porque una parte de mí es muy obediente y antes no me cuestionaba los parámetros que determina la sociedad. Ahora no tanto porque se ha destapado la mentira, pero cuando empecé la carrera aún estaba en vigencia la ley no escrita de que había que estudiar algo ‘con salida’. Ya está más claro que ‘la salida’ está en hacer lo que a uno le gusta y se le da bien. El sistema educativo tampoco te ayuda a desarrollar ciertas partes del cerebro que tienen que ver con el criterio propio y con la introspección. Al contrario.
En definitiva, siempre hacía lo que me iban dictando hasta que tomé consciencia de que al menos no quería estudiar Derecho. Es el paso más importante de mi vida y ni siquiera tengo claro que vaya a seguir vinculada a la moda siempre. El hecho de aprender a desapegarme de lo que no soy o no quiero ser me parece mucho más importante que cualquier otra cosa, y eso lo tengo cada vez más presente.
“La dualidad, la compasión, la incoherencia, la espiritualidad. María Magdalena hace cuestionarse si la divinidad está realmente en la pureza o es simple estrategia de opresión.”
Llevas muy poquito tiempo con tu firma, pero ya eres de las diseñadoras emergentes más interesantes del panorama nacional. ¿Cuál es el secreto del éxito?
¡Gracias! Creo que el éxito es la capacidad de hacer de la vida un camino hacia la libertad. Bueno, se podrían dar muchas definiciones válidas. Yo creo que tomo riesgos que van en contra de mi propio y arraigado sentido de la vergüenza, soy un poco kamikaze. Y en la medida de lo que puedo intento labrar experiencias exclusivas, mías y no de otros. De vez en cuando sigo mis instintos.
No sigues reglas y mucho menos las tendencias. Kitsch, rap, flamenco. ¿Cómo ve el mundo María Magdalena?
Bueno, sí que las sigo y me pesan, por eso acabo proponiéndome proyectos que tienen mucho que ver con romper esas reglas. Ahora mi firma y, por consecuencia, yo, estoy en una etapa en la que vuelvo a cuestionarme lo que hago, cómo lo hago, y busco otras fórmulas. Realmente quiero llegar a ganarme la vida de una manera acorde a mí y eso es muy complicado porque uno va sabiendo quien es a medida que va viviendo. Veo posibilidades por todos lados y muchos muros internos que derribar para acceder a ellas. Soy consciente de que la mirada hacia dentro y la verdad de uno es el activismo más potente que el individuo puede hacer, pero también es importante perderse un poco con los demás. Sin empatía y sin amor me siento muy desgraciada.
Mercedes Benz Fashion Week Madrid. ¿Cómo recibiste esa noticia?
Con mucha ilusión pero muchísimo miedo. No estaba preparada para eso, ¡y cómo iba a estarlo! Acababa de terminar el trabajo de fin de carrera, la colección We are Cattle, que fue casi una ensoñación delante de un papel mientras estaba en casa y que no sé cómo demonios llevé a la práctica. Fue una etapa de aprendizaje brutal porque un año antes ni sabía lo que era Samsung Ego, iba bastante a mi bola.
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Integración, tu última colección, habla de la época en la que el zumbido del Messenger era el mejor entretenimiento, cuando la palabra más usada era llama-cuelga, donde los adolescentes estaban divididos entre Quiksilver, Roxy o El Niño, y como tu bien dices, o eras cani o eras pijo –y más en Sevilla. ¿Qué te inspira de mediados de los 2000, de nuestra adolescencia?
Está contextualizada en esa época porque aún cuando escucho la música de cuando era adolescente tengo las sensaciones intensas propias de una niña de dieciséis años –que son muy especiales y me marcaron muchísimo. Ha pasado el suficiente tiempo como para poder volver a rescatar esa estética sin sentirme ridícula, pero sobre todo, la contraposición de pijos y canis me ha servido de soporte estético con el que simbolizar la dualidad y hacer un intento de integrarla en mí misma. En los 2000 estábamos muy radicalizados en gustos pero ahora, con la distancia, mola ver como se mezclaban de una manera casi extravagante. Necesitaba hacer un mix de todas mis influencias y aceptar que conviven todas juntas.
Después de la fiesta que organicé en la Sala X en Sevilla el pasado viernes me he quedado bien tranquila porque logré juntar gente como DJ Karpin, DJ Kilian y Jesuly –referentes musicales de aquella época– con Rakky Pipper, Jvlio Pantano, ImperioNita, y el Vasseta –que serán los referentes de esta– en un escenario. Reviví esa adolescencia rodeada de casi toda la gente que forma parte de la familia María Magdalena, y sobre todo, lo hice por el director del fashion film, JJ Torres. Se merecía esos aplausos al proyectar el corto y toda la fiesta posterior. Quiero agradecerle muy fuerte a él y a todo el equipo lo que han hecho por mi marca.
¿Siempre buscas en tus raíces y experiencias una forma de expresión artística o punto de partida?
Supongo que es inevitable. Todavía estoy estudiando las maneras de expresarme pero creo que siempre parto de la introspección y la relaciono con la actualidad, el entorno y la estética que me rodean.
Me parece muy interesante la forma en que cuestionas la sociedad a través de tus colecciones –la primera se titulaba We are Cattle (‘somos ganado’ en español).
Sí, We are Cattle es un proyecto que prácticamente vomité. No podía decir ni hablar de otra cosa, estaba intentando desechar lastres y comenzar un camino de empoderamiento. Quise llamar la atención y sentenciar un mensaje que calase en los demás, transmitir esa manera de pensar que aún comparto y que me sirve de referencia. Si me pierdo, solo tengo que mirar a We are Cattle para volver a mi identidad.
“El hecho de aprender a desapegarme de lo que no soy o no quiero ser me parece mucho más importante que cualquier otra cosa, y eso lo tengo cada vez más presente.”
Además, me parece que experimentas de un forma asombrosa con los materiales. ¿Qué hay de ellos?
Quizás eso es porque adapto los tejidos al concepto en vez de al contrario. Lo más importante para mí es la idea, el pilar fundamental que dirige la construcción de la prenda. Si necesito que mi colección resulte entre cómica e insultante no puedo trabajar el género de manera habitual. Me gustaría investigar más en técnicas de bordados y de tratado de textiles; los acabados son los que conducen y completan la comunicación de la idea.
¿Cómo ha sido el proceso creativo de Integración respecto a We are Cattle? ¿Y cómo ha sido tu evolución desde que decidiste crear María Magdalena hasta ahora?
Integración está hecha desde un lugar mental más tranquilo que We are Cattle, porque esta última nace de la rebeldía y de la revolución personal, mientras que la primera es una continuación desde sitios meditados y con una perspectiva más amplia de mí misma. Es el momento de decir “me acepto con mis incoherencias”.
Ahora, en un sentido práctico, conozco un poco más el mercado. Y en sentido creativo, he incorporado a mi forma de trabajar las colaboraciones con otros artistas. Me parece fundamental compartir los proyectos cuando son tan amplios, sino me siento sola y es un aburrimiento. He tomado consciencia de que vivir la experiencia es importantísimo para ir definiendo el criterio, la visión propia. Comenzó todo muy rápido y obtuve visibilidad y reconocimiento tan pronto que ahora he querido retomar los pasos que en aquel momento la situación me exigió saltar. Estoy aprendiendo patronaje, costura, inglés. 
Como has mencionado antes, este pasado viernes lanzasteis un nuevo fashion film dirigido por JJ Torres –con quien ya habías colaborado anteriormente– para esta nueva colección. Cuéntanos más sobre cómo surgió esta idea y cómo quisisteis representar Integración utilizando la imagen en movimiento.
Juanja es amigo mío desde que estudiábamos en la ESO. Él siempre fue un enamorado del audiovisual. Aunque perdimos el contacto unos años porque se trasladó a Madrid, me propuso hacer el corto cuando se enteró que desfilaría en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. Siempre tengo la sensación que me quedan cosas por contar a través de la moda, me siento limitada en la forma de expresarme, así que intento encontrar otros canales para desarrollar más los conceptos.
JJ es la persona perfecta: es muy meticuloso y todo lo que hace tiene una fotografía espectacular. Sabe trasladar los conceptos de mis colecciones a un guión, como he podido comprobar con el segundo fashion film. No fue casualidad que We are Cattle funcionase tan excelentemente, es un profesional que ha trabajado con mentes destacables de este país como Eduardo Casanova o David Sainz, entre mucho otros. Además, está rodeado en todo lo que hace de un equipo con un espíritu que casa con el nuestro y todo termina funcionando. Sin él y su mirada la marca sería la mitad de lo que es hoy. Me ha pegado el empujón para poder construir la identidad de mi trabajo, y él a la vez ha ido construyendo la identidad del suyo propio.
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Viéndolo, me pregunto: ¿son las raves y el ‘parkineo’ el secreto escondido de los sevillanos más devotos?
Sí, sobre todo en aquella época. Ahora las raves aquí son para gente más alternativa. A los más devotos los pueden encontrar en bares semiclandestinos de Triana o en el Garlochi. En realidad, en Sevilla todo el mundo tiene algún tipo de relación con la religión, no se puede escapar de ella. Tote King decía en su tema Devotos, “olvídate de tu colega si vive en el centro”, haciendo referencia a la semana santa sevillana. Al que no le guste se tiene que meter en su casa como mínimo una semana porque los pasos toman la calle.
¿Qué hay de esa ‘doble moral’, de esa combinación entre lo sacro y lo ‘bajo’? El nombre de tu marca es algo atrevido, y en este último fashion film vemos a los típicos jóvenes andaluces que van a las procesiones de resaca por el postureo.
La doble moral define al ser humano, entiendo. Es una de las cosas más importantes que he asumido en el desarrollo de esta colección. La dualidad, en el plano material en el que vivimos, está latente. Es propio del ego catalogar y etiquetar en bueno o malo, y eso es algo intrínseco a nuestra condición, un acto primitivo de supervivencia. Pero ya podemos empezar a dejar de ver como malas cosas aquellas que desde hace mucho no ponen en peligro la integridad del individuo. Nada es tan sacro ni nada es tan bajo, ¿no? Por eso me gusta esa mezcla. Soy muy dual y creo que para liberarse de ello hay que abrazarlo.
Dos colecciones, dos fashion films y una forma alternativa de concebir la moda con conceptos que te hacen diferente. ¿Qué será lo próximo?
Mi siguiente reto es aunar moda con otras disciplinas y desarrollarme en otros ámbitos artísticos, pero no sé nada más.
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