Mai Der es fuerza y delicadeza. A medio camino entre el País Vasco y Brasil, nos deja ser testimonios de sus viajes a través de fotografías que muestran su gente, las calles y la urbe, la naturaleza y el cuerpo femenino. De grafito o película, sus obras transmiten serenidad, frescura y belleza.
Mai Der, tenemos curiosidad por el significado del nombre con el que firmas.
¡Me llamo así! He separado en dos sílabas de acuerdo a su significado. Al parecer proviene de la mitología vasca.
Brasil está presente en mayor parte de tu trabajo. Fotografías de lugares remotos, las gentes, calles y edificios, el mar… ¿Qué papel tienen tus orígenes en tu trabajo?
Mucha gente se confunde respecto a esto y os agradezco la oportunidad de poder aclararlo. Mis orígenes hasta donde sé son vascos. En mi obra, puede que mis motivaciones y aspecto ayuden a entender otra cosa, pero es algo por mi parte no intencionado. Recibí una educación ligada a la cultura vasca. Vivir fuera y moverme en la manera que lo he hecho me ha moldeado. Cuando dibujo o disparo, no pienso en temas como identidad cultural, raíz o migración. Son temas que siento cercanos, tengo presentes, y me generan contradicciones pero no me nace trabajarlos conscientemente desde el medio de la ilustración o la fotografía. Brasil me despierta muchos estímulos y los uso al crear. También es el lugar en el que más tiempo he permanecido en los últimos años, aunque no ha sido de forma seguida ya que he pasado temporadas en otros países o viajando. El escepticismo que siento en Europa no me despierta y no me produce las ganas que lo hace Latinoamérica.
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En tu galería se respira poesía. ¿De dónde proviene esa dosis de nostalgia?
¡No lo sé! Me gusta pensar que soy, o quisiera ser, una persona fuerte y alegre. Hay momentos en los que me comporto de manera algo más ‘tierna’ y pusilánime de lo que me gustaría. Poder darle forma mediante el juego creativo a algunas cosas me ayuda a encararlas y en ello he encontrado también algo desde lo que construir.
¿Qué te aporta el analógico que no pueda darte el digital?
Viajo sola y sé que no es buena idea pasearme y sacar una cámara en algunos lugares a los que me gusta entrar. Aun así, tengo la necesidad de recoger algunas cosas que veo o quiero ver. Y para eso no hay mejor compañera que la cámara que actualmente llevo conmigo: una Yashika automática que por fuera está destrozada pero que me va bien. Las cámaras digitales considero que son menos discretas y siento que debo controlar más la información que hay dentro de mis tarjetas de memoria por las manos a las que puedan llegar. Me han atracado un par de veces. No quiero que una cámara limite los lugares a los que voy y que sea un lastre. El valor económico de la cámara que me acompaña ahora mismo es menor que llevar un carrete al laboratorio, así que voy tranquila. Todo lo demás, cosas como la esencia de la fotografía clásica, la estética, el grano, el revelado… son un gran añadido que me divierte mucho.
En tus dibujos se aprecian referencias del grafismo indígena Amazónico. ¿Cómo trasladas este lenguaje a tu generación y entorno, de la naturaleza salvaje a la urbe?
Me encantan las artes indígenas y su estética. Aunque, para ser honesta, no las he estudiado y tienen un trasfondo infinito. Ojalá tuviera referencias sólidas sobre el grafismo indígena amazónico y pudiéramos charlar sobre ello. Pero no es así. Si algo sucede, es de manera inconsciente.
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Hablando sobre las artes indígenas, no sólo tienen una acción ritual o estética, sino que sirven de manifestación social. ¿Qué temas sociales te interesan?
Precisamente y últimamente, como viajera, me preocupa ser parte de fenómenos como el etnoturismo. El tránsito de personas por motivos lúdicos causa impactos sociales y amientales, muchas veces negativos.
¿Qué opinas de la situación actual de Brasil? ¿Cómo puede el arte ayudar a mejorar el estado del país?
Tengo opinión sobre algunas cosas pero me resultaría imposible ofrecer una visión general. Pienso que el arte puede ayudar o no, de la misma manera que lo puede hacer el fútbol, la gastronomía, la religión o el turismo. No digo que el arte para ser arte deba despertar consciencia crítica o deba ser bien intencionado. Pero tampoco siento el arte como una práctica siempre saludable, como la industria y algunas instituciones quieren hacernos creer. Si hay alguna manera en la que me gustaría que el arte ayudara a los brasileños y el resto del continente americano, sería rascando más hacia la raíz y el origen. Me gustaría que de una vez por todas asimilemos Europa como la parte oscura del continente Americano. Aunque parezca que conocemos esto, debemos hacer todavía un ejercicio fuerte para entender. El arte puede ayudar pero existen demasiados proyectos sociales que usan el arte como herramienta, que conservan el paternalismo colonial, y que funcionan como mecanismo para las políticas imperialistas. Estudié artes visuales y teatro en Brasil y el temario que se impartía en la universidad era desde una perspectiva europea. No creo que eso ayude.
Por lo que parece, estás involucrada como educadora en proyectos que luchan contra la discriminación racial y de género. Cuéntanos un poco sobre los últimos en los que hayas trabajado. 
He sido profesora de español y arte en diversos proyectos, sí. Pero actualmente siento un gran debate interno y no sé si todo esto en lo que he participado está bien. Por ser de aquí o tener formación superior, no sé si está bien que se me permita ponerme al frente de una clase o creerme que por eso puedo autodenominarme educadora. Estoy empezando a entender que la educación que yo reciba no tiene por qué tener un fin profesional y que si quiero hacer frente y luchar contra algunas injusticias que me incomodan, tengo que trabajar y formarme muchísimo más.
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Al parecer tienes tu propia tipografía. ¿Qué es exactamente La Pichaçao
Son frases protesta o insultos utilizados como una forma de marcación de territorios. Es la cicatriz de la ciudad de Sao Paulo. En la ciudad hay algo que no va bien y aunque no quieras, estás obligado a verlo. Los pichadores mayormente provienen de barrios invisibles y arriesgan incluso sus vidas para poner sus letras de tipografía única en lo más alto de los edificios del centro de la ciudad y en cualquier rincón de ella. La parada que me interesa es la de estos chicos colocando sus nombres y gritando: “Estamos vivos y aunque vosotros no queráis, vais a tener que vernos y saber que estamos aquí.” Para nada es una tipografía que haya querido hacer mía. Eso sería una gran falta de respeto. Quiero homenajearlos a través de mis dibujos y fotografías.
Has realizado algunos encargos como ilustradora en el campo de la moda y el street art bajo el patrocinio de marcas urbanas. ¿Hay alguna en particular con la que te gustaría trabajar?
Nunca he tenido especial interés en ser parte de esta industria. Empezaron a salirme cosas y las cogía por inercia. Cuando algo llegaba a mí no sabía decir que no. La parte buena es que se conocen a muchas personas y se aprende mucho de ello. Hay mucha gente con los ojos muy abiertos y ganas de jugar, cuestionarse, divertirse, y abrir la mente. Esa parte humana me encanta y es por lo que todavía me quiero mantener haciendo cosas de vez en cuando. También hay otra gente que está ahí porque hacer moda está de moda. He caído en eso unas cuantas veces por miedo a perder oportunidades y por no tener las ideas claras. Me gustaría trabajar con marcas que tengan detrás a un buen equipo humano. Despacio, pero con buena letra.
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